Ocurrió hace 5 años. Fernanda tomó la pelota, la colocó en una esquina de la cancha y su derechazo se coló preciso en el arco. No era la final de la Copa del Mundo, pero como si lo fuera, Marcelo Vásconez gritó hasta perder la voz, su hija acababa de anotar un gol olímpico contra el Colegio SEK Internacional en un campeonato intercolegial no oficial de Quito. En ese entonces era seleccionada del Colegio Menor.   

Jugadas parecidas y hasta mejores llevaron a Fernanda Vásconez al balompié suizo, donde paseó su calidad durante cinco meses, desde septiembre de 2012 hasta finales de enero pasado.  

Aunque el origen de su viaje fue un intercambio de estudios entre la Universidad San Francisco de Quito y la Applied Sciences of Northwestern Switzerland, ubicada en la ciudad de Olten, ella aprovechó para probarse en el torneo de la primera A. Militó en el BSC YB Frauen, situado en la ciudad de Berna.   

No le fue mal. Actuó en la mayoría de partidos y confirmó que en el deporte, como en cualquier actividad, las mujeres merecen tener sus propios espacios, de lo contrario  su desarrollo será limitado.

Gracias a esa oportunidad, Fernanda, quien se desempeña como defensa central por el perfil  derecho, depuró su técnica y fusionó la estética del estilo latinoamericano con el orden táctico del juego europeo.

Lo que más recuerda es la disciplina, una especie de obsesión por encontrar el juego perfecto. Los entrenamientos diarios duraban una hora y media, tiempo en el que las exponentes nunca paraban. Todos los movimientos eran con balón, hasta el calentamiento.

Se practicaba bastante en espacios reducidos, los pases precisos a un toque o los pases largos por abajo eran la tónica, casi no había ocasión para driblar; el funcionamiento colectivo era la prioridad. En el ámbito físico, la mayor parte del trabajo se enfocaba en la velocidad.

No obstante, cada exigencia tenía su contraparte, pues a las futbolistas no les falta nada en los ensayos. YB Frauen tiene dos estadios y tres canchas de entrenamiento, estas últimas son de un césped sintético que soporta la caída de nieve.

A ello se suma el gimnasio, la enfermería, 4 baños para damas, 4 baños para caballeros y 9 camerinos con duchas, que tienen lugares para cambiarse y canceles para dejar sus  pertenencias.  “Nos daban todo lo que necesitamos, incluyendo ropa y agua para tomar”, cuenta Fernanda.

Los equipos en Suiza se dividen en primera categoría A, primera B, segunda categoría A y segunda B. Fernanda actuó en la liga nacional, en la que BSC YB Frauen terminó segundo.

Equipo familiar

A veces Fernanda no se explica cómo en 20 años de existencia caben tantas experiencias juntas. Cuando era niña, antes de concentrarse en el fútbol, incursionó en gimnasia artística, bicicross y tenis de campo. Varias medallas obtenidas a escala nacional o provincial atestiguan su potencial en estas actividades físicas.

Pero algo le faltaba. Sus progenitores, Fernanda López y Marcelo Vásconez, mencionan, por ser la hija mayor, siempre inspiraba a sus hermanas Ana María (10 años) y Alegría (16), quienes por lo general la emulaban, por eso también aprendieron gimnasia, tenis de campo y bicicross.

Lo que Fernanda no soportaba era la tristeza o el llanto de sus hermanas u otras compañeras de equipo cuando perdían o se equivocaban en alguna competencia. Era lo malo de los deportes individuales, no todos los integrantes del grupo podían destacar, algo que no sucede con el balompié u otras disciplinas grupales: todos ganan o todos pierden.

El fútbol  fue una salida salomónica, solución acogida con regocijo por Ana María y Alegría, quienes también se interesaron por aprender a “pelotear”.

Así nació la fábula, ahora el “rey de los deportes” cuenta con “tres mosqueteras”. Las hermanas sueñan con defender juntas algún día los colores de la “Tricolor nacional”. Eso de defender es literal, pues Ana María se desempeña como lateral por la banda  derecha y Alegría es back central.

En 2012 dos de ellas ya fueron convocadas: Fernanda estuvo en la Selección Ecuatoriana que disputó el Campeonato Sudamericano Femenino Sub 20, celebrado en Brasil; mientras Alegría participó con el equipo que representó al país  en el Campeonato Sudamericano Femenino Sub 17, efetuado en Bolivia.

Otra aspiración de todas es tener en Ecuador torneos permanentes, basados en una estructura definida, con ascensos y descensos. Por ahora Fernanda presta sus servicios  al Club Universidad San Francisco de Quito (USFQ), protagonista de la Copa San Francisco, que cuenta con el aval de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF).

Hogareña y sensible

Fernanda ama tener visitas en casa, sobre todo cuando se organiza una parrillada. Sus padres, hermanas y amigos le hacen bromas porque  habla con el televisor, suele regañar a los protagonistas de alguna película cuando pecan de ingenuos.

Verla llorar ante la pantalla en largometrajes como Titanic o The Notebook se contrapone a la serenidad y carácter que muestra en el campo de juego. También se pone sensible cuando lee su novela  favorita “Todo lo que quise tuve que dejarlo lejos”, escrita por su abuelita, Carmen Espinosa Ochoa.

Bailar, patinar, ir a misa, al cine o al estadio cuando se presenta la Selección Ecuatoriana, son aficiones que también ocupan lugar dentro de sus preferencias. Todo lo hace posible sin descuidar sus estudios en la USFQ, donde se especializa en ingeniería industrial.

Al hablar de referentes, menciona al argentino Norberto Araujo, con quien se identifica mucho, no solo por su calidad técnica, sino por estar en el equipo de sus amores: Liga de Quito. Sin embargo, no falta quien la compare con Frickson Erazo o hasta con Carles Puyol, ese es el criterio de Ana Carolina Lara, amiga y excompañera en la selección del Colegio Menor.

En su opinión, Fernanda es una líder, cuando en algún cotejo los ánimos se calientan, la zaguera imparte calma; cuando hace falta ánimo, alienta a sus compañeras. Mantiene unido al equipo. Técnicamente la zaguera es muy completa, pero a criterio de Ana Carolina, a Fernanda le falta entregar bien la bola cuando se siente presionada por las adversarias. Nada que no se pueda mejorar.

Algo que odia, según su padre, es que directivos y periodistas comparen al fútbol femenino con el masculino. El balompié de mujeres es distinto, las jugadoras no tienen que lucir como hombres, pueden brindar espectáculo sin perder su femenidad, por eso detesta las dificultades para encontrar ropa y zapatos confeccionados para chicas futbolistas.