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Felipe Scolari: El hexacampeonato de Brasil es su obsesión.

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En el fútbol hay jugadores que durante su carrera no obtienen títulos, pero cuando se retiran y se convierten en entrenadores no dejan de cosechar triunfos. También existen contrastes: jugadores exitosos que fracasan cuando empiezan a dirigir.

El brasileño Luiz Felipe Scolari calza perfectamente con la primera descripción. Pocos lo recuerdan como jugador, pero como entrenador es una leyenda en su país.

‘Felipao’, como se lo conoce, fue el último técnico que logró que la selección brasileña de fútbol obtuviera el campeonato mundial en Japón-Corea 2002.

Para llegar allí tuvo que mostrar su temperamento en el banquillo en clubes pequeños, como el Centro Sportivo Alagoano, que militaba en la segunda categoría de Brasil. Dirigió también al Juventude y en 1991 al Criciuma, con el que logró la Copa de Brasil, la única de ese equipo hasta la actualidad.

Es un entrenador tranquilo, sin muchos aspavientos, pero con bastante táctica y una idea futbolística bien definida. El 4-4-2 ha sido su esquema inamovible, siempre con laterales de ida y vuelta y un medio campo más ofensivo que defensivo, con solo un volante de corte, ya que su acompañante en esa zona del campo debe cumplir una labor mixta (recuperación y ataque).

Los jugadores lo han definido como un amigo, un padre, alguien que se preocupa por su bienestar y que ayuda a sacar las mejores cualidades de cada uno. Incluso fuentes cercanas a la selección brasileña que disputó el Mundial 2002 revelaron que él dejaba mensajes de aliento a cada uno de sus jugadores en la concentración. Eso muestra a ‘Felipao’ como un adiestrador que enfoca sus ideas más en lo colectivo que en lo individual. Él trata de que el grupo funcione como equipo para que no dependa de un número 10 estrella.

Luego de su tan sonado éxito con Brasil en 2002, Scolari tomó las riendas de la selección portuguesa, que en ese momento contaba con jugadores como Figo, Rui Costa, Paulo Bento, Costinha y la estrella naciente de ese país, Cristiano Ronaldo.

Su primera decisión polémica fue incluir a Deco, brasileño de nacimiento, en la nómina de la selección ‘lusa’, decisión que el capitán de ese combinado, Figo, criticó abiertamente.

Sin embargo, Scolari demostró su liderazgo y pronto pudo ganarse el afecto de los jugadores para llevar a Portugal a la final de la Eurocopa 2004 (disputada en Portugal) por primera vez en su historia y, dos años después, llegar a las semifinales de un mundial por segunda ocasión en la historia del fútbol ‘luso’.

“Portugal ha hecho cosas brillantes en los últimos años. Eso dice algo del trabajo de Scolari”, expresó el seleccionado portugués Hélder Postiga sobre quien era su entrenador en ese momento.

El 29 de noviembre de 2012 asumió un nuevo reto: dirigir a Brasil por segunda vez en su historia y en lo que será el tercer mundial en su carrera.

Scolari comenzó a rearmar una selección que perdió la final de los Juegos Olímpicos 2012 y que no ha logrado un título desde la Copa América de 2007 en Venezuela. Ganó la Copa Confederaciones del año pasado en Brasil y, al mismo tiempo, ilusionó a toda la afición brasileña con la consecución del Mundial 2014, algo que antes de su llegada parecía muy difícil.

“En Brasil, ante nuestro público, ­haremos valer nuestra calidad para ganar la Copa. Si finalmente no la alcanzamos, será porque ha habido otros equipos mejores que nosotros”, dijo Scolari sobre su misión en la cita ecuménica en una entrevista a la página FIFA.com, cuando faltaban 100 días para el Mundial.

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