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El Telégrafo
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Dominar el karting es solo cuestión de concentración

Dominar el karting es solo cuestión de concentración
27 de marzo de 2012 - 00:00

El sonido de los motores paraliza a los transeúntes. Es imposible no acercarse a  las mallas de metal y  observar cómo los chiquillos, de entre 7 y 12 años, manejan a la perfección los karts en una pista que en línea recta tendría  1.500 metros, pero con las variantes que siempre se hacen al circuito  es de 500 metros.

Cada fin de semana los pequeños acuden a la escuela permanente de karting de Aneta, al  norte de Quito, para aprender las destrezas y habilidades del volante.

Cuatro niveles son los que   deben cumplir los aficionados del “kart”    para iniciarse después de manera profesional. En los dos primeros se combina la teoría con la práctica, una hora para cada una. Solo el tercero es exclusivo de ensayos y el cuarto para competencias.

En el aula, las enseñanzas del instructor Julio Marchán son   didácticas. Con dibujos en la pizarra grafica a sus estudiantes el lugar exacto en el que deben frenar para tomar una curva. Utiliza un go kart profesional para explicar las partes mecánicas de las que está compuesto el automotor.

Todos saben que dominar el karting es el punto de partida para acceder a cualquier otra modalidad del automovilismo.

El aprendizaje incluye  consultas que deben presentarlas en cada clase porque forman parte de la evaluación para acceder al siguiente nivel. Necesitan un mínimo de 70%  de la calificación (17/20) para continuar al siguiente curso.

“Si no completan el mínimo requerido no hay posibilidad de un examen extra, simplemente deben repetir el nivel porque la seguridad es vital en este deporte extremo”, aclara Manuel Carrera, director de la escuela que lleva cinco años de funcionamiento.

Desde el primer día los alumnos cumplen con la práctica en los bólidos que solo cuentan con dos pedales, uno para frenar y otro para acelerar. No hay marchas en los carros cuyos chasis son importados desde Brasil. Los motores, en su mayoría, son italianos.

Para garantizar la seguridad en la práctica, todo el contorno del circuito está protegido  por neumáticos. Solo los instructores pueden encender el motor y los niños subirse una vez que se hayan equipado con  los implementos que el centro  les entrega.

En el cuarto de vestuario están colgadas  en armadores, según la talla, las chaquetas antifricción con rasgos evidentes del duro trajín que han afrontado. 

Están confeccionadas con tela impermeable y resistente que no se rasga ni se quema. Tienen una garantía de 5 años de duración.  

El siguiente paso es colocarse el casco homologado que protege al competidor hasta la velocidad de 90 km/h,  la máxima permitida en la pista. El casco dura  2 años y debe ser desechado después de ese período.

“Toda homologación da una garantía tope de cinco  años, luego de los cuales se debe cambiar  para evitar riesgos”, señala Diego Sánchez, jefe de instructores de karting.

La indumentaria está completa con la colocación de la cuellera que sirve para asegurar esa parte del cuerpo, que   recibe el mayor impacto por los constantes cambios que se dan en la competencia  y las exigencias de acelerar y frenar.

Además, por cualquier eventualidad, todos los alumnos están protegidos con seguro de vida. “El karting es el deporte extremo más seguro que existe. Acá tomamos todas las precauciones y por eso no hemos tenido  ningún accidente que lamentar, salvo pequeños choques normales, golpes entre carros por el afán de rebasarse”.

Toda la implementación de la mejor tecnología, con rodilleras y botines incluidos,   tiene un costo aproximado de 1.500 dólares.

El deporte, que es compartido por chicas y chicos, tienen en las primeras a las mejores representantes. “Las mujeres tienen mayor rendimiento, son más atentas y más prudentes. Saben combinar la destreza con la rapidez”.

Cada nivel tiene una duración de un mes y conforme se avanza, el precio del curso aumenta. En el primero se cancelan 190 dólares, el segundo  240, el tercero 290  y el cuarto 350. A todos se les agrega el 12% de IVA.

La razón   del incremento es por   el mayor desgaste que se exige al intensificar las jornadas prácticas.
Los niños y niñas   en el primer día que ingresan sienten algo de recelo porque no conocen con exactitud el mundo que los espera, pero apenas toman contacto con el automotor los nervios desaparecen.

En la tribuna los padres emocionados alientan a los pequeños que sienten la adrenalina correr al máximo en cada vuelta que dan.

La enseñanza no solo contempla el dominio del volante, sino que sirve como una especie de terapia que ayuda a los estudiantes a controlar sus emociones y mejorar su rendimiento escolar y familiar.

“He notado que mi hijo tiene más concentración, domina sus impulsos, como le gusta lo que hace por eso el esfuerzo económico que se realiza vale la pena”, dijo Fredy Erazo, padre de Eduardo.

Entre los inquietos pilotos destaca Samira Guerra, de 12 años,  la única mujer en la clase  de 09:00 a 10:00. Tiene más prolijidad para asegurar cada implemento antes de subirse  al bólido y confiesa que siempre se vio atraída por este deporte. “Lo disfruto y, además,  me servirá para ser buena conductora en la vida diaria”.

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