Azucena Álvarez y Pedro Suárez, esposos que conocieron a Paulo Bento en su etapa en el Real Oviedo (1996-2000), lo recuerdan alegre cuando hablaba de fútbol y llorando con rabia después de alguna derrota. “Sufría mucho cuando perdía. Vivía y amaba el balompié”, dice Pedro, dueño del restaurante Casa Pedro, el lugar preferido del ahora entrenador de la Selección de Portugal, quien pasó su mejor etapa como futbolista profesional con la camiseta del club ‘carbayón’.  

En aquel sitio solía encontrarse con su compatriota Abel Xavier, el español Roberto ‘El Chino’ Losada, el eslovaco Peter Dubovský (+) y el danés Thomas Christiansen. Le gustaba mucho la ensalada mixta y el cachopo (filetes de ternera) y, según Pedro, tenía el carácter de los asturianos: hablaba serio, pero con algo de ironía. “Sentía a Oviedo como su segunda casa. No se me olvida el día en que se fue de la ciudad, el llanto le llegaba al pecho”, relata Pedro Suárez.

Azucena confía en su inteligencia, sabe que es un hombre de perfil bajo, pero con una enorme capacidad de responder con resultados.

Esas cualidades sirvieron para que la Federación Portuguesa de Fútbol (FPF) lo contrate en septiembre de 2010 y en abril pasado lo ratifique en el cargo hasta julio de 2016, luego de la decimoquinta edición de la Eurocopa. Ese es el premio al carácter, a saber manejar el camerino en tiempos difíciles y a no darse por vencido hasta escuchar el último pitazo.

El exmediocampista llegó a la ‘Selecao’ a reemplazar al destituido Carlos Queiroz, lo hizo a la sombra de quienes querían en el puesto a José Mourinho, pues no veían en él la experticia que se requiere para la banca del ‘equipo de los escudos’. Bruno Prata, uno de los periodistas más influyentes de Portugal, asevera: “Bento aprende rápido. No cede a la presión. Nadie que le conozca bien habla mal de su trabajo”.

Bento sabe cómo superar los momentos difíciles en el fútbol. Lo demostró cuando clasificó a Portugal a la Eurocopa de 2012 y al Mundial de 2014 en  la fase de repechaje. Otra de sus virtudes es procesar los deseos de los jugadores sin perder autoridad. Figuras de la talla de Cristiano Ronaldo, João Moutinho y Pepe encontraron en el timonel un hombre receptivo, alguien que les ayuda a mantener su potencial.  

Nacido hace 44 años en un barrio humilde de Lisboa, Bento aprendió a equilibrar su carácter. Alguna vez participó en una comedia de TV donde se ironizaba con su forma de hablar y su peinado. “Paulo es noble, un hombre con carácter fuerte, pero que al final se amansa como un cordero”, afirma Pedro Suárez, tras recordar que su amigo se ganó el apodo de ‘Come copas’ al abarrotar de trofeos la vitrina del Sporting de Lisboa luego de 5 años de sequía.

Con Bento los ‘leones’ se adjudicaron las copas de Portugal 2006-2007 y 2007-2008 y las supercopas de 2007 y 2008. Esa alma competitiva y su convicción son las que deben temer la apergaminada Alemania, Ghana y Estados Unidos, adversarios de Portugal en el grupo G del Mundial Brasil 2014.