Marc Wilmots no tenía el palmarés suficiente para hacerse cargo de la Selección de Bélgica, pero sí el aval de su esplendorosa etapa de jugador: fue un mediocampista que disputó 70 partidos con la Selección belga y jugó 4 mundiales.

Wilmots se retiró del fútbol profesional en el Schalke 04 de Alemania, en 2003, para dirigir a ese mismo club. Parecía que comenzaba una etapa nueva para él, pero se decidió por la política de su país.  

Un año después intentó dirigir al Sint-Truiden (Bélgica), pero nuevamente se alejó de los banquillos. Parecía definitivamente que su lugar no estaba en la zona técnica, hasta que en 2009 le ofrecieron ser asistente de Dick Adbocaat en la Selección de su país. Tres años después -y luego de asistir también a George Leekens- asumió como entrenador principal.        

La conexión con los jugadores y la afición fue inmediata, desde el comienzo dio buena impresión. No cambió el 4-2-3-1 que usaban sus predecesores, sino que lo perfeccionó. Wilmots descubrió las falencias de los procesos anteriores y las eliminó. “Puse mi sello personal, instaurando un bloque defensivo compacto”, aseguró el belga hace unas semanas en una entrevista con el portal de la FIFA.

Su filosofía de juego se resume en la frase ‘Voort verdedigen’, que significa ‘defender avanzando’, donde se denota el amor por el orden que tiene el exjugador. Eso no lo convierte en un técnico defensivo, ya que también cree que un equipo debe generar mínimo 5 o 6 ocasiones de gol por partido.

A Wilmots le gusta la fortaleza defensiva. Aprecia el ataque. Le gustan los jugadores veloces. Usa el contragolpe como táctica.

La efectividad de esa ideología se demuestra en las estadísticas. El seleccionado dirigido por Wilmots fue el segundo en las Eliminatorias a Brasil 2014, junto a Inglaterra, con menos goles recibidos, 4 en total.   

La aparente inexperiencia del ‘Toro’, como lo llamaban en su época de jugador, no se notó en el camino al Mundial. Su rigurosidad llevó a los ‘Diablos rojos’ a ganar su grupo con 26 puntos de 30 posibles. Él mismo se cataloga como un profesional que combina la exigencia con la flexibilidad. Pero que sobre todo ama el orden.

A Wilmots no le gusta la impuntualidad. Le disgusta la falta de seriedad. Ama las normas de convivencia y el orden. Es un perfeccionista. Las reglas que ha impuesto rigen desde la sub-17 hasta la selección mayor. Quien no las cumple, sale del equipo sin treguas.

En Brasil su experiencia de exfutbolista será fundamental. Con 4 mundiales a cuestas sabe la importancia de esta competición y se la traslada al grupo.

Esta Selección belga se enfrenta a su primer gran desafío, con un promedio de edad de 24 años, es por eso que la presencia de Wilmots en el banquillo es determinante.

Cuando se le pregunta hasta dónde quiere llegar en la Copa del Mundo, Wilmots pone una condición: pasar la fase de grupos, ya que de ahí en adelante “se debe apuntar a llegar a la final del torneo”. Bélgica quiere sorprender.