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Familiando
Vivir solo no es lo mismo que vivir en soledad
Andrea Rodríguez, de 34 años, se independizó de sus padres hace 2 años y medio, aunque no vive con alguien dice nunca sentirse sola. “Yo estaba muy cómoda en la casa de mis papás. Pero yo sentía la necesidad de lograr cosas por mí misma sin la mano de ellos”, comenta.
Después del trabajo, sola en casa, siempre encuentra cosas que hacer como leer un libro, arreglar su hogar o conversar por teléfono con su abuela. Asegura que mantener los vínculos con sus mejores amigos y su familia es fundamental para no estar sola. La única vez que sintió soledad fue cuando se enfermó, no sabía qué medicamentos comprar, ni había quién la atienda como lo hacían sus padres.
“En ese momento se siente esa parte débil, se siente ese vacío que te deja el cambio porque al independizarte transformas tu estilo de vida totalmente”, dice Rodríguez, y agrega que quien cae en depresión al vivir solo es porque no tiene una fuerte motivación para conseguir algo propio.
Justamente a la sensación de soledad le tuvo miedo Rocío Villacís cuando su hijo le dijo que quería independizarse. Dice que nunca ha estado de acuerdo con que los jóvenes se independicen de sus padres para vivir solos porque hay la posibilidad de que no sepan llevar adecuadamente su estado. Que caiga en vicios era otro de sus miedos.
“Los creadores, los artistas, los poetas y los escritores dicen bendita soledad, pero para personas que no tienen cierta madurez emocional esta puede convertirse en un peligro, podrían caer en depresión”, dice Villacís.
Para ella la soledad tiene varias aristas, pues conoce a muchas mujeres mayores de 50 años que por diferentes razones se quedaron solas, algunas lo viven con agrado pero otras están en la constante búsqueda de una pareja.
“La soledad puede darse dentro de la familia viviendo con los padres como viviendo solos, todo depende de la comunicación y de cómo lleva la vida esa persona”, dice Villacís, y aclara que respeta a los jóvenes que decidieron vivir solos, a los que incluso les podría ir bien, pero no es algo que haya querido para su hijo. Él no se fue de la casa de su madre sino hasta cuando se casó a los 28 años.
Especialistas coinciden en que vivir solos trae beneficios, siempre y cuando sepan llevar la soledad.
Según la psicóloga Sally Aguirre, hay una diferencia entre una persona que vive en soledad con una persona que ha decidido vivir sola.
“Uno puede vivir rodeado de gente y sentirse solo. Es ese sentimiento de que no tienes quién te ampare ni te ayude, no tienes a quién hablarle, etc. Eso es soledad, estar totalmente desamparado tanto física como emocionalmente”, explica la especialista.
Asegura que es saludable que jóvenes que ya obtuvieron su título universitario y que tienen un buen trabajo quieran vivir solos. Pero hay otro grupo que, según Aguirre, busca irse de casa porque no está de acuerdo con las reglas de los papás, “ellos con vergüenza deben volver, el desmadre les dura pocos días. Se dan cuenta de que vivir con los papás era mucho más fácil”.
Aguirre explica que las personas, jóvenes o no, que viven solas sentirán soledad si dejan de frecuentar a sus amistades, si no se comunican con nadie, si su rutina diaria es de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, ellas llegan a un momento en el que no saben cómo entablar una conversación o cómo relacionarse con otros.
“El ser humano necesita a la comunidad, necesita en primera instancia su grupo familiar, después a las personas que estén más cercanas. Si la persona que vive sola no ha sido capaz de entablar una relación afectiva con compañeros, amigos, vecinos, sí le será difícil la sobrevivencia”, explica la especialista. Para no llegar a un estado de soledad, Aguirre dice que es importante que las personas se mantengan constantemente comunicadas con sus familiares y conserven un nutrido grupo de amigos.
“Nosotros somos seres sociales, necesitamos tener contacto con otras personas, tenemos que vincularnos con los demás. Cuando las personas son muy aisladas y no tienen vínculos sociales son indicadores de patología”, dice Dubrazka López, psicóloga clínica del Centro Psicoterapéutico Ansuz.
Ella marca una distinción entre la soledad patológica y la soledad por decisión. En la primera hay una dificultad para crear vínculos, mientras que la segunda es una opción para reflexionar, un espacio que la persona dedica para sí misma.
Para López la soledad es un tema que depende mucho de la percepción de quién lo vive, no necesariamente es negativo. Si la soledad nace de un deseo es algo positivo, pero si es impuesta generará malestar.
En términos de crecimiento siempre es positivo que la persona experimente la independencia porque le da experiencias únicas. Sin embargo, aclara López, sí hay una posibilidad de que las personas caigan en depresión por la soledad, pese a que decidieron vivir solas. La razón sería que todo cambio implica una adaptación y causa múltiples reacciones emocionales, y no a todos les va bien en ese camino. Si esta soledad causa malestar se debe tratar para que no llegue a ser patológica.