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Buen Sentir
¿Qué tipo de comedor nocturno es usted?
Cuando la ración de comida es abundante el cuerpo necesita moverse porque es la única manera de facilitar el proceso digestivo y la circulación sanguínea. Si la comida se ingiere solo unas pocas horas antes de dormir, es más probable aumentar de peso.
Un estudio desarrollado por la Universidad de Osaka, en Japón, revela que cenar 3 horas antes de ir a dormir incrementa las posibilidades de desarrollar síntomas de reflujo ácido, lo que a su vez provoca acidez estomacal, indigestión y ronquidos durante el sueño.
Una persona que no realiza ejercicios y cena tarde está obligada a cambiar sus hábitos si quiere adelgazar y mantenerse saludable, porque se ha comprobado que al dormir no se queman las calorías de la cena, y, durante el sueño, el metabolismo se torna más lento y trabaja al mínimo.
Según un artículo publicado en The New York Times, comer alimentos altos en grasa o cenar de forma abundante antes de ir a dormir se vincula con la producción de lípidos, pues la mayor cantidad de calorías deben consumirse en la primera mitad del día. Hay productos que se debe evitar consumir a esas horas por ser contener demasiadas calorías y ser muy pesados, lo que no solo provocaría que las personas aumenten más de peso, sino que duerman mal. Es evidente que para dormir hay que evitar las comidas pesadas con demasiadas grasas, las bebidas carbonatadas o con cafeína.
Pero aunque hay nutricionistas que aconsejan comidas livianas antes de dormir, hay estudios que recomiendan consumir 150 calorías de proteína 30 minutos antes de acostarse, porque ayudan al desarrollo muscular, a controlar el apetito por la mañana, a estimular el metabolismo y a recuperarse de los entrenamientos duros.
En una entrevista realizada por el diario español El País a Michael Ormsbee, director del Instituto de Ciencias del Deporte y Medicina de la Universidad Estatal de la Florida, el especialista señala que una pequeña porción de proteínas antes de acostarse ayuda a mantener un flujo constante de proteína en la sangre que puede contribuir a construir y reparar el tejido muscular.
Según explica el experto, el sueño es el único momento en que las personas no tienen que hacer cosas que requieran energía. Precisamente, en ese período el cuerpo está preparado para trabajar en la recuperación, la renovación celular, mejorar la función inmune y regeneradora y reparar el tejido muscular dañado. Hay varios tipos de comedores nocturnos, todos con conductas individualizadas en términos de apetito. El primero es el típico comedor nocturno acostumbrado a picar después de cenar. El problema de estas personas es que pueden comer desde snacks altos en grasa y sal hasta chocolates.
El segundo tipo es aquel que se despierta en la madrugada, porque se acostó casi sin comer y el tercer tipo de comedor que está acostumbrado a las cenas contundentes: sopa, segundo y postre. Aunque no está mal merendar de esta manera, sí lo es si las personas lo hacen solo una o dos horas antes de ir a la cama. Si siente la necesidad imperiosa de comer, puede optar por algunas frutas, cereales sin azúcar o papas cocinadas. Se ha comprobado que el consumo de carbohidratos induce al sueño y esto podría ser favorable para quienes padecen insomnio.
Según un artículo publicado en la revista digital Musculación.net, las horas inmediatamente posteriores a la cena son peligrosas para todos los tipos de comedores nocturnos, porque todavía no se sienten llenos y no están dispuestos a irse a la cama. “No es accidental que se decidan por los dulces. Los carbohidratos de cualquier clase estimulan la producción de serotonina, un producto químico cerebral, que induce al sueño, especialmente a la hora de dormir”, se advierte en el artículo.
Si las personas tienen el hábito de comer mientras ven la televisión o leen en la cama, lo más adecuado es optar por alimentos con pocas calorías. Así, por ejemplo, el acto de masticar chicles ayuda a mantener la atención en la página o en la pantalla. Pero lo mejor es mantenernos ocupados con alguna actividad como tejer o pintarse las uñas, lo que puede evitar que ingieran alimentos.
Las personas que se ven tentadas a comer en la noche podrían sufrir el síndrome del comedor nocturno que es una de las causas de la obesidad en nuestra época. Se trata de un desorden que supone problemas alimenticios, del sueño y psicológicos. Las señales para reconocer si tiene o no este síndrome son la ingesta descontrolada de calorías después de la hora de la cena y el hecho de despertarse en medio de la noche para comer y después volver a dormirse.
Según la publicación de salud Vitónica, los comedores nocturnos también sufren alteraciones del ciclo del sueño y de su reloj biológico, porque al despertarse por la noche para comer no consiguen un descanso completo y satisfactorio. Quienes padecen del síndrome de comedor nocturno suelen ingerir más de un 60% de las calorías diarias durante la noche.
Estas personas presentan una alteración hormonal y una disminución de los niveles de leptina y melatonina durante el sueño. Estas hormonas son las que regulan el peso corporal, el hambre y el insomnio. En estos comedores existe un aumento de los niveles de cortisol, implicado en el metabolismo de la glucosa, a través de la secreción de la insulina. Esta alteración es la responsable de no sentir hambre durante el día.