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“Los misioneros no hacen proselitismo religioso”

Fernando Díaz indica que cuando los misioneros  emprenden su labor, tienen que despojarse de muchos criterios ideológicos y aprender de otras culturas.
Fernando Díaz indica que cuando los misioneros emprenden su labor, tienen que despojarse de muchos criterios ideológicos y aprender de otras culturas.
27 de febrero de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez B.

Es un compromiso de por vida y, en la mayoría de casos, una labor que se desarrolla en las regiones más pobres, peligrosas, aisladas y silenciadas del mundo.

Vivir en estos lugares como misioneros podría ser considerado un castigo para muchos, pero para quienes dedican su tiempo a servir a otros, la misión es lo único que da sentido a la vida. El español Fernando Díaz Malandra, nacido en Oviedo, considerada una de las ciudades más limpias de España, vino a Ecuador como misionero y su labor se ha enfocado, sobre todo, en la provincia de Esmeraldas.

¿Las misiones pueden considerarse una muestra de proselitismo religioso?

Creo que no, porque la evangelización tiene que darse con el respeto a la cultura y también supone un diálogo con otras confesiones no católicas. No existe ningún proselitismo religioso. Lo que creo es que hay una invitación, en libertad, a acercarse a Dios. No veo proselitismo por ningún lado.

¿De qué viven los misioneros?

Pues, a veces de las diócesis de origen, de seglares que apoyan económicamente la misión. También están los vicariatos apostólicos que reciben dinero de obras misionales pontificias y de la colecta mundial del Domund. Los recursos también provienen de esta gran colecta.

¿Cómo fue su labor en la provincia de Esmeraldas?

Yo estaba con la comunidad Adsis, un movimiento laico, en una en las afueras de la ciudad de Esmeraldas. El trabajo era con la gente del barrio, muy sencilla que vive en situación de marginación y de exclusión. Ahora, con el tema del invierno, las casas se cayeron y una de las capillas se ha venido abajo. El objetivo es precisamente ir hacia zonas donde la necesidad humana y la situación de pobreza y de marginación social es fuerte.

¿Las condiciones de pobreza y violencia de los lugares donde los misioneros cumplen su labor, los podría obligar a dejar a un lado la evangelización para dedicarse por completo a ayudar a quienes lo necesitan?

No se puede separar la evangelización que es considerada la buena noticia a los pobres de la acción de desarrollo y de promoción social. La acción evangelizadora es una acción humanizadora.

¿Hay más misioneros que sacerdotes o son los mismos sacerdotes los que realizan las misiones?

El sujeto de la misión no son los curas, porque eso corresponde a un esquema, muchas veces, clerical. Son más bien las comunidades, por lo tanto, hay misioneros laicos, casados, religiosos, religiosas y sacerdotes. Diríamos que la misión no es exclusiva de los sacerdotes, sino que es un llamado a todo el pueblo de Dios y me parece que eso es muy importante, porque no solo somos los sacerdotes.

¿Pero para participar en las misiones hay que integrar alguna comunidad?

Claro, es necesario estar vinculado a alguna institución de la Iglesia. Bueno ese es el caso de los sacerdotes diocesanos que piden permiso a su obispo para ir a otras diócesis para prestar sus servicios como sacerdote. En el caso de los laicos, suele ser, a través de organizaciones.

¿Los misioneros pueden profesar diferentes credos?

Es una cuestión de cada organización. Recuerdo que en mi barrio en la provincia de Esmeraldas, yo solía charlar con un pastor evangélico que frecuentaba este lugar. Conversábamos y nos reíamos.

¿La vocación del misionero es tan fuerte como la del sacerdocio?

Ciertamente, yo creo que supone un acento especial dentro de lo que es la vocación cristiana que tiene que ser misionera. La Iglesia es misionera, porque ha recibido de Jesucristo el encargo (misión) de evangelizar.

Muchos misioneros ponen en riesgo su vida, como el caso de su compatriota Monseñor Labaka y la hermana Inés Arango que murieron lanceados en la Amazonía ecuatoriana.

Claro, supone un querer arriesgar de alguna manera la vida, dejando tierra, casa, yéndote a otra tierra a compartir la vida con gente que no conoces. Ya como seglares, religiosos o sacerdotes, yo creo que uno apuesta por jugarse la vida, como monseñor Labaka y la hermana Inés y no porque directamente lo pretendan, sino porque la historia y la realidad te llevan a esa situación.

Muchas veces se cree que los misioneros llegan a una región para colonizarla. ¿Es así?

Pues no. Aquí se vino a colonizar y a evangelizar, pero hubo gente como fray Bartolomé de Las Casas, religioso español, que empezó siendo un encomendero de indígenas y acabó siendo dominico y defendiendo a los indígenas, frente al mismo emperador Carlos V. En los misioneros hay una voluntad por querer aprender de la gente, de sus propios valores y cultura y no solamente enseñar.  

¿Al aproximarse a otras culturas, los misioneros podrían cuestionar su propio modo de concebir el mundo?

Sí, porque vienes de un mundo cultural diferente. Hay que despojarse de muchos criterios que no son evangélicos, sino ideológicos que son parte de tu cultura, de tu forma de vivir, pensar y hacer. En ese caso, hay que aprender de los otros y no solo a anunciar la buena noticia del Señor.

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