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Los diablos se toman una vez al año Píllaro

En los desfiles participan agrupaciones de diferentes comunidades, barrios y caseríos. Miles de turistas acuden a esta fiesta.
En los desfiles participan agrupaciones de diferentes comunidades, barrios y caseríos. Miles de turistas acuden a esta fiesta.
17 de enero de 2016 - 00:00 - Carlos Novoa

Las apacibles y silenciosas calles de Píllaro, cantón tungurahuense ubicado a media hora de Ambato, se llenan de algarabía, irreverencia, bulla y color, una vez al año.

Mientras en el resto del Ecuador la gente descansa de los festejos de Año Viejo, en esta localidad, caracterizada por su gran potencial agrícola, pecuario y gastronómico, celebran del 1 al 6 de enero una de las fiestas sincréticas más conocidas del país.

Se trata de la temida y a la vez aclamada Diablada Pillareña, celebración que fusiona costumbres locales, historia y ciertas tradiciones cristianas.

Desde hace décadas, las alegres y enérgicas danzas, los atuendos y caretas de personajes infernales, los platos típicos, las artesanías y la música son los principales atractivos para cerca de 50 mil personas de diferentes ciudades del país y naciones vecinas.

En los 6 días de la diablada también se exponen y venden figuras de madera y hojalata, máscaras de diablos, platos típicos y literatura histórica en la que se explica los orígenes de esta fiesta.

En los alrededores de la iglesia, del parque central y del edificio municipal, coloridas, bulliciosas y juveniles comparsas deleitan al público con danzas ancestrales, bailes populares y representaciones de la vida cotidiana.

Édison Guachamín, representante de la unidad cultural del Cabildo, destacó que en 2016 recibieron a miles de personas de diferentes ciudades. “Un aproximado de 50 mil turistas visitan el cantón desde el 2000. En esta ocasión hubo una importante concurrencia de turistas colombianos, norteamericanos y europeos, quienes se divierten con las ocurrencias de los diablos, guarichas, caporales, capitanes y otros integrantes de las partidas que participan en el desfile’’, dijo.

El funcionario explicó además que el fin de semana pasado se registró una concurrencia masiva de visitantes de Guayaquil, Quito, Cuenca, Ibarra y Manta. Cada parroquia del cantón, como Rocafuerte, Santa Marianita y Tunguipamba, tiene su propia partida, delegación de danzantes cuyos principales protagonistas son los diablos.

Con varios meses de antelación hábiles artesanos elaboran la vestimenta, calzado, adornos y caretas de Belcebú, Luzbel, Behemot y otros personajes infernales que participan en el desfile.

“Lo más impresionante del evento son las máscaras. Estas se elaboran con cuernos de toro y cabra, pelaje de oveja, picos de aves y ojos de varios animales. Esta tradición data del siglo XVII, cuando jóvenes de barrios altos enamoraban a sus vecinas, cuyos padres ahuyentaban a los pretendientes con horripilantes antifaces de calaveras, criaturas míticas y fantasmas”, indicó Luis Lara, historiador pillareño.

El cronista explicó además que de allí nacieron Las Legiones, grupos de enmascarados, cuya indumentaria emula a la muerte, y de calaveras gigantes, caracterizadas por llevar cabezas gigantes de estos personajes e indumentaria de color blanco.

Con el pasar del tiempo los grupos de danzantes evolucionaron a lo que ahora se conoce como las partidas, con un repertorio dancístico en el que predominan los bailes tradicionales y comparsas al ritmo de bandas populares.

Francisco Ledesma es uno de los artesanos que elaboran las horripilantes máscaras. Él tiene pedidos de este producto desde julio. “Las caretas infernales son una muestra de la habilidad de los pillareños. Las partidas nos solicitan su elaboración con 6 meses de anterioridad, por lo que los materiales son entregados en nuestros talleres desde noviembre por parte de agricultores y ganaderos de la localidad”, dijo.

Ledesma explicó además que el tiempo invertido en cada antifaz varía según el diseño, el tamaño y el color, entre 3 y 5 días; y que los precios van desde los $ 50 y $ 1.000.

Últimos días de fiesta

Cada partida inicia su recorrido en su propio barrio, desde donde inician su periplo dancístico hasta el centro del cantón. Pese a que el fervor y la pasión por los jocosos, bulliciosos y enérgicos bailes se demuestran en las calles desde el 1 de enero, la concurrencia más grande de turistas se observa el último día de la diablada.

A las 09:00 del pasado 6 de enero, alumnos de los planteles educativos Los Andes, La Unión, La Inmaculada, Jorge Álvarez y otros recorrieron las céntricas avenidas de la ciudad con jocosas comparsas como evento previo al desfile mayor de ‘diablos’, que se realizó a partir de las 13:30.

“Este acto tiene una particularidad, pese a tener danzantes diablos, los principales protagonistas son los personajes de La Legión, con el fin de demostrar a los turistas los orígenes de la fiesta. En él participan estudiantes primarios y secundarios y preparan el ambiente para el último desfile de la diablada’’, señaló Guachamín.

En cada parroquia las partidas se preparaban para el último recorrido de la festividad con comida, brebajes especiales y mucha fe.

Orígenes

“Pese a que criaturas infernales son las protagonistas de la fiesta, no hay que olvidar que esta fecha coincide con la festividad católica de Reyes Magos y la finalización del recuerdo de los Santos Inocentes, por lo que la diablada, además de ser una tradición sincrética entre animismo indígena, tradición pillareña y cristianismo, es una ocasión para empezar el año espantando a los malos espíritus, diablos y energías negativas, por ello en cada comparsa la gente baila con mucha energía y alegría”, explicó Francisco Ibáñez, anciano pillareño.

A las 13:00 un intenso sol marcó el inicio de las comparsas frente al parque central, donde estaba colocada la tribuna principal, y donde la gente aplaudió y vitoreó a los danzantes en su último recorrido.

“Lo más impresionante de la fiesta son las espantosas y a la vez artísticas máscaras, por lo cual cada año vengo con mis hijos y nietos a disfrutar de la fiesta y a admirar la imaginación y destreza de los artesanos que las elaboran”, dijo Gabriel Salinas, oriundo de Guayaquil.

Al igual que él, cientos de turistas nacionales se ubicaron cerca del Municipio para observar los bailes y jocosas ocurrencias de cada comparsa. Después de 2 horas de música y alegría, los espectadores llenaron los comedores de la ciudad, como el del mercado San Juan y el   San Miguelito, donde se ofertan platos típicos como fritada, carne de pato al horno, cuy asado y yahuarlocro. (I)

Otros orígenes

El portal web www.pillaro-turistico.com da cuenta de otros posibles orígenes de la diablada, pues no existen datos exactos de la misma. Uno señala que “al inicio del nuevo año, que coincide con la fiesta de los inocentes, la gente de Píllaro cree que el cielo se abre y por eso realiza un rito que llega al límite de su comprensión, de su poder de resistencia y mentalidad. Piensan que esta práctica les da fuerza y poderes sobrenaturales; se disfrazan y llevan una máscara imitando al ser que más temen; danzan para mofarse, pensando con esto tener el control sobre el maligno”. Otra dice que a inicios de la Fiesta de las Flores y las Frutas, por la década de los cincuenta, vino el Ballet Nacional de Bolivia, representando a la diablada del Carnaval de Oruro, e imitaron algunos de esos elementos.

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