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La parroquia Pasa es ideal para el cultivo de tubérculos

La parroquia Pasa es ideal para el cultivo de tubérculos
21 de mayo de 2016 - 00:00 - Carlos Novoa

Entre los asentamientos más antiguos y productivos que posee la provincia de Tungurahua, se encuentran la parroquia Quisapincha, los barrios Pinllo y Atocha, y un pueblito llamado Pasa.

Iglesias, monasterios, acueductos, tapiales, telares y hasta vestigios de castillos antiguos, son algunas de las joyas arquitectónicas que se conservan en estos lugares.

En el caso de la parroquia Pasa, ubicada en la zona alta de Ambato y fundada el 21 de mayo de 1837, a unos 20 minutos del casco urbano, su historia ha sido fundamental para el desarrollo no solo de Tungurahua sino del resto de provincias de la región centro.

Pese a esto, en Cotopaxi, Chimborazo, Bolívar y los 9 cantones de Tungurahua, poco se conoce sobre la importancia que esta localidad tuvo en siglos pasados para la economía, la cultura y la actividad agropecuaria.

La ‘puerta a la Costa’

Pese a que hay varias hipótesis sobre el origen del nombre del pueblo, hay una que se repite de generación en generación. Pedro Reino, historiador ambateño, explica que el sector era conocido hasta hace 50 años como la ‘puerta a la Costa’.

“Las actuales carreteras que conducen desde Tungurahua hacia el Litoral fueron habilitadas hace menos de 60 años y el único acceso a la provincia de Los Ríos, en aquel entonces era la vía Pasa-El Corazón. Esta última población pertenece al cantón Pangua, en Cotopaxi, se encuentra cerca de Quevedo, desde donde venían en épocas pasadas mercaderes con textiles, calzado y otros productos, para venderlos en la Sierra”, dijo.

La primera parada que los viajeros encontraban en su trayecto hacia Tungurahua era justamente este pueblito. “Por ser el paso obligado de las caravanas este punto fue llamado Pasa. Pero otra teoría sostiene que mucho antes, en la colonia, los conquistadores ibéricos en su afán por expandir los territorios de la corona española, abrieron esta vía hace más de 3 siglos”, agregó.

Por cualquiera de estas razones, la localidad nació con este nombre y se convirtió en punto de descanso de los comerciantes del Litoral y de agricultores locales que iban a trabajar en provincias de esa región.

A fin de satisfacer las necesidades de los miles de viajeros que cada semana allí hacían parada, se abrieron tiendas de abarrotes, hostales, restaurantes, zapaterías y almacenes agrícolas y de alcohol puro.

Esta bebida provenía de varios sectores del cantón Pangua, donde hasta hoy existen extensas plantaciones de caña y trapiches.

“El suelo de esa ciudad beneficia la cañicultura y los molinos que extraen el jugo de la caña de azúcar son abundantes. Grandes barriles con esta bebida eran traídos por los comerciantes panguenses, quienes llegaban a Pasa, descansaban un par de horas y vendían el producto en el mercado”, señaló Carlos Bejarano, anciano habitante de Pasa.

Descripción del lugar

La vivienda de este agricultor de 90 años, se encuentra en pleno centro de la parroquia, donde además está ubicada la iglesia, la plaza donde agricultores de diferentes comunidades expenden papas, habas, arvejas y cebollas cada fin de semana, y un teatro que hasta la actualidad se mantiene en pie como muestra del esplendor cultural que esta población representó para Tungurahua hasta mediados de los años 1940.

El templo está dedicado a la Virgen del Cisne, patrona de Pasa, su construcción fue concluida en 1949 y tiene un estilo romano que encanta a los visitantes y aficionados de la fotografía.

La fachada y los muros de la basílica y de otras edificaciones antiguas son de piedra lisa y están adornadas con bloques cuadrados de cascajo, constituyen un claro ejemplo de la durabilidad de estos materiales, pues, pese al transcurso de los siglos y condiciones climáticas adversas, siguen en pie.

Pasa está situada a 17 kilómetros al occidente de Ambato, a 3.100 metros de altura, lo que la hace ideal para el cultivo de tubérculos andinos. Cuenta con 6.499 habitantes, ubicados en 10 caseríos repartidos en los 47,6 kilómetros de extensión del lugar.

La mayor parte del año la temperatura en Pasa no supera los 13 grados, por lo que el visitante debe llevar ropa abrigada, crema para hidratar la piel y un chubasquero, por si llueve.

Actualmente están celebrando los 179 años de su fundación como parroquia rural, por lo que las autoridades cada año preparan varios eventos, como ferias gastronómicas, en las que el melloco, las habas y el queso, son los protagonistas, y recorridos por los atractivos naturales de la zona.

Otra de las fiestas importantes de Pasa se celebra en noviembre, mes en el que se honra a la Virgen del Cisne. En esta fecha llegan turistas de todas partes del país.

La parroquia tiene además fascinantes miradores. Desde allí se puede apreciar el crecimiento de la capital tungurahuense, los páramos que rodean la ciudad y las obras viales que permiten la conectividad con otras provincias.

Las termas de Kunuyacu son el principal balneario del lugar. Está cerca del centro poblado, en una hondonada, y a sus aguas termales, ricas en minerales, la gente les atribuye cualidades curativas.

Allí además hay criaderos de truchas y se puede practicar la pesca deportiva en el río Colorado. Además del cultivo de tubérculos, hortalizas, frutas, verduras y la crianza de animales de corral, como vacas, cerdos, ovejas y gallinas, en Pasa existe una latente tradición de elaboración de camisas y otras prendas de vestir.

Esta actividad se realiza en más de 50 talleres de la localidad. Viviana Olobacha, presidenta de la Junta Parroquial, explicó que regularmente se realizan ferias artesanales con el objetivo de exponer el potencial textil de las familias.

“Cada año, en mayo, se organizan exhibiciones en cada taller a fin de que los visitantes aprecien los pormenores de la manufactura y el proceso de cocido a mano. Aquí se confeccionan alrededor de 5 mil prendas que son comercializadas en todo el país. Además se exportan a países como Estados Unidos, Canadá, China y hasta Australia”, dijo.

Los puños, cuellos y bordes de las camisas son adornados con figuras representativas del pueblo Tomabela, presente en gran parte de los páramos tungurahuenses.

Estos textiles se elaboran en un tiempo estimado de 7 días, cuestan entre $ 30 y $ 200, dependiendo de los acabados, color y fibras.

Felicidad Martínez, propietaria de uno de los talleres textiles más antiguos de Pasa, explicó que la actividad es una tradición y parte de la cultura local.

“Según contaba mi abuelo, la elaboración de camisas, pañuelos, pantalones y otras prendas de vestir, es una costumbre que data del siglo XVII y que se transmite de generación en generación. Si bien los colonos andaluces que llegaron a la región abrieron zapaterías, panaderías y almacenes agrícolas, la confección de textiles fue el oficio que todos los padres procuraban que sus hijos y nietos aprendan”, dijo.

En el lugar hay abundancia de ganado vacuno y camélidos andinos, como llamingos, alpacas y guarizos, de los cuales se obtiene la lana con la que se elabora gran parte de las camisas. Además, debido a su ubicación, en un tramo de la vía Pasa-El Corazón, la llegada de fibras como algodón y poliéster desde la Costa es rápida.

Se estima que 300 jóvenes se dedican a confeccionar camisas, esta actividad es la segunda más importante después de la agricultura.

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