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La cesárea debe humanizarse

La Organización Mundial de la Salud también sugiere evitar el corte prematuro del cordón umbilical durante este procedimiento.
La Organización Mundial de la Salud también sugiere evitar el corte prematuro del cordón umbilical durante este procedimiento.
26 de marzo de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

La cesárea es menos dolorosa que un parto vaginal, pero conlleva riesgos: pérdida de sangre por el corte de distintas capas de tejido, problemas de cicatrización de las heridas, infecciones y lesión de órganos internos.

Como todo procedimiento quirúrgico, la cesárea deja secuelas e interrumpe el vínculo entre la madre y el hijo minutos después del nacimiento, porque, en la mayoría de casos, no se permite el contacto piel con piel con la progenitora.

Este distanciamiento a los pocos minutos del alumbramiento es cuestionado por los movimientos que promueven la cesárea humanizada alrededor del mundo.

A través de este procedimiento se busca asegurar el máximo bienestar para las madres y sus hijos. Mientras más tiempo permanezca el niño con su progenitora más beneficios obtendrán ambos.

Se ha demostrado que el primer contacto entre ambos calma y relaja tanto a la madre como al bebé; regula la frecuencia cardíaca y la respiración del recién nacido y estimula su digestión; permite la colonización de la piel del pequeño con las bacterias beneficiosas de la madre, lo que proporciona protección contra infecciones. Quienes defienden la cesárea humanizada sostienen que además de ser una intervención quirúrgica, continúa siendo un momento irrepetible y, como tal, debería garantizar el máximo bienestar a sus protagonistas.

Lo que ha caracterizado a la cesárea es su frialdad. En cambio, la cesárea humanizada busca otorgar al nacimiento del bebé el tiempo que necesita para ser recibido en un ambiente de calidez y esto implica también el darle la capacidad a la embarazada para que decida si quiere estar acompañada durante la intervención, si quiere escuchar música y cuánto tiempo quiere permanecer con su hijo después del alumbramiento.

La “humanización” del parto es un término que en los últimos años se ha empleado para resaltar la importancia de la atención holística e integral que toda mujer requiere durante este proceso. De alguna manera, cambia el enfoque de prácticas hasta ahora rutinarias.

Graciela Sánchez, madre primeriza, cree que las mujeres que se someten a una cirugía para dar a luz tienen el derecho de conocer al equipo que las asistirá durante el parto e incluso llevar su propia música para que el alumbramiento sea menos estresante. Esta joven tuvo la suerte de dar a luz con música instrumental, porque su ginecólogo es promotor de una cesárea más humanizada. No solo permitió que llevara su música, sino que invitó a su esposo a ingresar al quirófano para que presenciara el nacimiento de su hijo. En países como Suiza, también se ambienta la sala de operaciones con luces que no lastiman la vista de la madre ni del bebé.

La ginecoobstetra ecuatoriana Diana Cañizares está de acuerdo con que tanto la madre como el bebé sean recibidos con calidez, pero advierte que durante la cesárea es necesario ser cuidadosos para no contaminar los campos quirúrgicos.

“Hay una herida en el abdomen de la madre y no podemos dejar que se infecte, estos cuidados, de alguna manera, nos impiden que podamos ser muy permisivos. Durante una cesárea es difícil que la madre le dé el seno al recién nacido, porque las mujeres tienen campos quirúrgicos estériles que llegan hasta el pecho y resultaría incómodo dar el pecho”, explica.

Aunque Cañizares prefiere no asumir riesgos y siempre se acoge a las normas del quirófano, es flexible con el tiempo que la madre permanece con su bebé tras el parto, porque reconoce que el acercamiento es vital.

Esta ginecóloga también accede a ciertos pedidos de sus pacientes: varias veces ha autorizado a que una o más doulas acompañen a las mujeres embarazadas antes de que ingresen a la sala de partos.

Esta apertura tiene una razón: es una ginecóloga joven que se toma ciertas licencias para mejorar la experiencia de dar a luz. “Los médicos de generaciones anteriores no son tan abiertos, lo que no significa que no lo hagan bien; cientos de nosotros nacimos bajo sus normas”.

Para el médico Diego Torres Galárraga, la cesárea debe humanizarse, porque, a final de cuentas, son seres humanos quienes se someten a una intervención que tiene riesgos. “En esta cirugía las mujeres están despiertas y conscientes durante todo el procedimiento”, comenta.

Torres sostiene que desde que ejerce su profesión, siempre ha invitado a las parejas a ingresar a la sala de operaciones para que acompañen al alumbramiento. El acompañante solo puede ingresar cuando los médicos y las enfermeras han preparado la sala y esterilizado el lugar.

Al igual que Cañizares, este especialista indica que es complicado que la madre dé el pecho al bebé después del parto, pero sí le acercan al recién nacido para que pueda tocarlo.

Después de traer al mundo a tantos infantes, Torres ha observado que cada vez que acercan al bebé a su madre, este prácticamente deja de llorar. “Es un hecho curioso, es como si el bebé encontrara paz al entrar en contacto con la piel de la madre”, dice.

La obra Los mil primeros minutos de vida determinan la existencia, del científico Nils Bergman, da a conocer hasta qué punto el contacto piel con piel del recién nacido con su madre o padre modifica la forma en que su cerebro funcionará en el futuro.

Al nacer, el pequeño queda expuesto a una serie de estímulos desconocidos intensos, no amortiguados por el líquido amniótico y que le incomodan.

Al permanecer durante 9 meses en estado de bienestar, pasa a sentir frío, a tener hambre, a oír ruidos no amortiguados por el agua, a defecarse encima de un pañal, a que le agarren, le muevan de un lado a otro y, en particular, lo más difícil, a no sentir a su madre envolviéndole con su voz y su cuerpo. Todo esto produce una nueva emoción: el malestar.

Según la página, www.drlopezheras.com el contacto piel con piel y la lactancia materna son lo único que necesita el recién nacido.

Cada vez es mayor el número de médicos que promueven ese tipo de contacto desde los primeros minutos después del nacimiento. Al mismo tiempo, buscan evitar el corte prematuro del cordón umbilical. Cuando los ginecólogos cortan muy rápido el cordón interrumpen el flujo sanguíneo entre la placenta y el recién nacido, lo cual afecta la dotación de hierro del niño incluso hasta los 6 meses de vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere el pinzamiento y corte tardío del cordón umbilical (aproximadamente entre 1 y 3 minutos después de dar a luz) en todos los nacimientos, al tiempo que se inician simultáneamente los cuidados básicos del recién nacido.

No se recomienda el pinzamiento y corte precoz del cordón umbilical (menos de un minuto después del nacimiento), salvo que el recién nacido sufra hipoxia (deficiencia de oxígeno en la sangre) y deba ser trasladado de inmediato para su reanimación. Son pocos los especialistas en el mundo que están conscientes de este aspecto.

Es evidente que todos los cuidados que recibe el bebé y la madre durante el alumbramiento son vitales para asegurar el bienestar a largo plazo del recién nacido.

Nacimiento

Dejar llorar o impedir el contacto piel con piel en áreas de neonatología solo altera el funcionamiento normal del sistema nervioso del infante.

Los movimientos   defensores de este tipo de contacto llevan al extremo esta necesidad promoviendo la tenencia del bebé en brazos todo el día.

Este contacto también puede darse entre el padre y el recién nacido. Esta experiencia sensorial genera bienestar tanto al papá como al bebé.

Los bebés que tienen un contacto prolongado con sus madres muestran mayores habilidades de aprendizaje cuando crecen, como lo demuestra un estudio realizado por la Universidad Bar Ilán (Israel). Todavía hay muchos científicos dedicados a evaluar los beneficios de este tipo de cesárea.

Testimonio

“Isabella, mi hija, dejó de llorar cuando tocó mi mejilla”

Lamentablemente, la mayoría de veces es un procedimiento muy frío. Por experiencia puedo decir que, aunque después de la cirugía uno siente molestias por la herida, estas pasan a segundo plano cuando estás con tu bebé. Recuerdo cuando estaba recostada en la camilla y de repente mi hija Isabellita empezó a llorar; me incorporé sin siquiera darme cuenta de la herida para tomarla en mis brazos y atenderla. A través del contacto piel a piel se genera una conexión mágica que automáticamente le brinda calor, ternura, seguridad y tranquilidad al bebé. Cuando nació mi hijita estaba llorando y cuando su mejilla hizo contacto con la mía dejó de hacerlo tenía sus ojitos cerrados, pero sabía que era su madre. Ivonne López, ecuatoriana.

Especialista

“El contacto piel con piel es vital para los bebés prematuros”

Hay evidencias de que los recién nacidos, en especial, los bebés prematuros que no tienen la oportunidad de mantener un contacto piel con piel con su madre, durante los meses posteriores de vida, suelen llorar más que los bebés que sí han tenido esta experiencia sensorial. Por otro lado, en este tema del parto humanizado que tanto auge ha alcanzado en el mundo, también se contempla la posibilidad de evitar el corte prematuro del cordón umbilical. Este no debería ser pinzado antes de que deje de latir, porque mientras el cordón lata, la placenta seguirá bombeando sangre en el cuerpo del bebé. Esta sangre es rica en nutrientes y proporciona una reserva de hierro al niño. Este tema es muy importante. Fernanda Pazmiño, psicóloga especialista en masaje infantil.

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