Una de las características de la hidroponía es que sustituye el suelo agrícola por una solución mineral.

Las raíces quedan suspendidas y reciben una solución nutritiva equilibrada disuelta en agua con todos los elementos químicos esenciales para el desarrollo de las plantas; esta puede ser una solución mineral únicamente o bien en un medio inerte, como arena lavada o grava.

La perlita agrícola, la fibra de coco, la turba o la lana de roca son algunos de los principales sustratos utilizados en esta técnica.

Los cultivos sin suelo presentan características diferentes a los cultivos en suelo natural, entre ellas el control riguroso de los aspectos relacionados con el suministro de agua y nutrientes, especialmente cuando se trabaja en sistemas cerrados, o la capacidad de acogida de residuos y subproductos para ser utilizados como sustratos de cultivo.

En Francia son muchos los pequeños agricultores que han incursionado en este campo por la facilidad de instalar las huertas hidropónicas. Además, los alimentos cultivados se pueden consumir inmediatamente y son altamente ricos en vitaminas y minerales. Otra ventaja es que se acortan los tiempos de cultivo.

La tierra es reemplazada en este tipo de huertas por un sustrato inorgánico (turba, por ejemplo), por lo que se protege a las plantas de todas las enfermedades y plagas provenientes de la vida orgánica tales como hongos, bacterias o insectos.

La hidroponía es una forma de cultivo que puede aplicarse a cualquier tipo de plantas, ya sea para consumo o decoración, y puede practicarse tanto en espacios abiertos como cerrados.

Los orígenes de la hidroponía se remontan a cientos de años atrás. Los Jardines Colgantes de Babilonia, los jardines flotantes de los aztecas o los de la China imperial son ejemplos de este tipo de cultivo.