Buen Sentir
Dos mujeres crean joyas a partir de la plata y el vidrio
Al ingresar a su departamento, situado en el norte de Quito, queda claro que María Fernanda Palacios García tiene una pasión por la joyería, una de las expresiones artísticas más refinadas.
En la mesa del comedor no hay espacio para una joya más. Su trayectoria en el campo de la joyería es fecunda y empezó hace casi 6 años. “Siempre me gustó el arte; ha sido parte de mi vida, a través del canto, la danza y la pintura; todo como un pasatiempo. La joyería fue un arte pendiente. Cuando sentí que era el momento, empecé a tomar clases de joyería artesanal en Quito”.
Para María Fernanda, quiteña, la plata es el medio de expresión de sus creaciones, porque es un material que ofrece diversidad de posibilidades de trabajo. Es un oficio que exige tiempo y precisión. “En mi caso, depende cada pieza ya que existe un proceso creativo de por medio. El proceso se inicia con una idea, con una sensación, con un sentimiento que luego se verá plasmado en una joya. El trabajo que toma la elaboración de la joya misma, es solo una parte del proceso”, explica la artista mientras toma con sus manos cada una de las piezas.
Está convencida de que su trabajo artístico va más allá del oficio, porque también hay un componente de investigación, al que le sigue la creación, la elaboración, el mercadeo y, finalmente, lo que más interesa: la satisfacción del cliente.
Sus estudios en administracion, arte y diseño le permitieron desarrollar el oficio desde su propia óptica. La orfebrería —puntualiza— es un oficio cuyo entrenamiento depende del aprendiz, de sus habilidades innatas y, por supuesto, de su dedicación. Las horas de entrenamiento difieren en cada país. Sin duda “la práctica hace al maestro”, recuerda.
Tan en serio se tomó este oficio que ha seguido varios cursos de diseño y joyería en Argentina, Colombia e Italia. Cuando se inició en este oficio investigó sobre el tema artesanal en el país. Reconoce la labor de la Junta de Defensa del Artesano, organismo, responsable de la capacitación y certificación de artesanos a escala nacional, a través de las juntas provinciales.
Por otro lado, señala que existe también un reconocimiento por parte del Ministerio de Industrias y Comercio para los artesanos, a través de un acuerdo ministerial.
Desde la perspectiva de la orfebrería —asegura— hay piezas que son técnicamente más complejas como diversos tipos de engastes o mecanismos de cierre. La complejidad también tiene que ver con el tamaño de la pieza, mientras más pequeña, es más compleja. Desde la perspectiva de la creación, “una idea puede tomar años en transformarse en una joya”. La creatividad que se revela en cada pieza es un don, como lo señala María Belén Rodríguez, integrante del equipo de Arte sin Fin, una microempresa donde se elaboran joyas ecológicas y objetos decorativos en vidrio.
Quienes se encargan de preparar el material, darle forma y color son madres solteras que se han entrenado en el trabajo.
El proceso se inicia con el tratamiento del vidrio: se lo lava y limpia. Después se lo purifica para que los colores queden plasmados. “En una sola malla se pinta el diseño deseado. La siguiente etapa es introducirlo en el horno para que tome forma”, explica María Belén. Una vez cumplida esta etapa se corta el vidrio, se pule y se coloca una capa más para que se fije el color. Dice que trabajar en vidrio es bastante complicado porque hay joyas cuya elaboración tarda más de 3 semanas.
La ibarreña Paola Subía, diseñadora de joyas, quien dirige esta microempresa, indica que todo el trabajo es realizado con vidrio reciclado y elaborado 100% a mano. “Trabajamos con plata, material hipoalergénico, tagua y cordones”. En su local, ubicado en la avenida Amazonas destacan joyas, cuadros, espejos, platones, bandejas, entre otros artículos. Son 8 personas las que están involucradas en algún proceso para la elaboración de estas piezas que son demandadas, sobre todo, por extranjeros.
Alrededor de 2 días les toma la elaboración de 3 modelos de joyas.Si el modelo es muy complejo puede tomarles una semana o más. Paola cuenta que prefiere no promocionar sus joyas en Facebook, poque aunque esta plataforma es útil, también facilia la copia, porque otras personas están pendientes de los modelos que allí se presentan. Al momento, exportan las joyas en vidrio, en cantidades todavía pequeñas, a destinos como Hungría y Estados Unidos.
“No es una gran exportación, pero intentamos que clientes de fuera se interesen por nuestro trabajo”. Arte sin Fin se creó hace 9 años por iniciativa de Paola que al convertirse en madre soltera decidió emprender un negocio propio.
ESPECIALISTAS
“Participé en un concurso en Quito”
María Fernanda Palacios realizó una instalación para el Concurso de Pesebres de Quito. Su creación estuvo entre los trabajos finalistas. El tema del año era Patrimomio. También ha realizado estudios en Turismo y Cultura.
“Trabajar en vidrio es complicado”
María Belén Rodríguez, una de las artistas que integran la microempresa Arte sin Fin explica que el trabajo en vidrio tiene sus complicaciones y riesgos, como el lastimarse las manos si no se toman las debidas precauciones.Cada pieza es única.