Publicidad
Sentires
Comer sin compañía tiene sus riesgos
Dicen los nutriólogos que comer es mucho más que alimentarse, porque es uno de los pocos momentos que tienen los seres humanos para comunicarse y para fortalecer los vínculos, esos que se debilitan por la vida frenética que se impone en las grandes urbes. Siempre se ha concebido a la comida como un acto social, tanto es así que comer sin compañía es percibida como una práctica incómoda.
Si el acto de comer en compañía reviste significados, también significa que está asociado a vivencias distintas de lo que se considera estrictamente nutricional. El hecho de compartir los alimentos con otras personas, sentados en la misma mesa, también trae consigo beneficios para la salud que los especialistas destacan en detrimento del hábito, cada vez más extendido, de comer solos.
Alimentarse en solitario supone incluso riesgos para la salud, porque según un estudio realizado en España, se suelen incluir menos verduras, hortalizas y legumbres en el menú, mientras que se agregan carnes, pasteles o dulces y snacks. Por motivos laborales y sociales, la tendencia a comer solos se ha extendido también a niños y adolescentes.
La soledad, creámoslo o no, pone en riesgo los buenos hábitos alimenticios, porque al no comer en familia o con amigos de manera habitual se consume, con mayor regularidad, comida rápida y productos poco nutritivos. A esto se suma, el tiempo destinado a alimentarse, porque al estar solos, en lugares públicos, (patios de comidas), las personas suelen comer más rápido, lo que, a largo plazo, también provoca trastornos alimenticios.