Ciudad de México, Pekín, Los Ángeles, El Cairo y Yakarta son algunas de las ciudades del mundo con el índice más alto de contaminación ambiental. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mayor parte de la contaminación del aire es obra del ser humano y se produce por la combustión ineficiente de combustibles fósiles o de biomasa; por ejemplo, los gases de escape de los automóviles, los hornos o las estufas de leña.

Los gases y partículas tóxicas emitidos a la atmósfera tienen efectos muy nocivos en la salud humana a corto y a largo plazo: aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias agudas, como la neumonía, y crónicas, como el cáncer de pulmón y las enfermedades cardiovasculares.

“Según la ONU la contaminación en las ciudades contribuye a casi 3,4 millones de muertes prematuras en todo el mundo y es un factor decisivo en las enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Y se prevé que el número de afectados directa o indirectamente por el aire contaminado pueda duplicarse de aquí al 2050 debido al continuo incremento de la población urbana, al uso de carbón para producir calor y energía, y de petróleo para desplazarnos y transportar nuestros productos de consumo”, se afirma en el portal blogs.elpais.com. Además, se explica que dentro de 2 décadas el ozono troposférico (un contaminante) causará en zonas urbanas casi 30 muertes prematuras por cada millón de habitantes (hoy en día provoca 9).

En diciembre pasado, las autoridades de Pekín, China, declararon alerta roja por la contaminación, pues una niebla de polución cubrió a la ciudad. Hubo restricciones en el tránsito vehicular y algunas fábricas tuvieron que dejar de funcionar. Es común observar a los lugareños caminar por las calles con mascarillas.

En la plaza de Tiananmen en Pekín, se proyectaron en una pantalla gigante coloridos amaneceres como parte de una campaña de concienciación. La frase “La protección del medioambiente es responsabilidad de todos” aparecía en las imágenes que se veían con dificultad por la contaminación.