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No-body: el cuerpo como territorio de lo efímero

No-body: el cuerpo como territorio de lo efímero
10 de noviembre de 2013 - 00:00

UNO

Podría decirse que este hombre —parado frente a mí— sostiene un plato en cuyo centro está dibujado un órgano: un corazón; y que ese corazón es el suyo. Ha dibujado cientos, miles de ellos, pero a pesar de ser iguales en apariencia, el corazón que ahora sostiene no es el mismo. Vinicio Bastidas (Quito, 1971) no tiene miedo de verse por dentro; de examinarse, de explorarse, de retratarse, una y otra vez, para luego desaparecer. Esa, al fin y al cabo, es su búsqueda.

¿Qué somos sino un cuerpo en tránsito? parecería decirnos en cada uno de sus cuadros. Memoria-Olvido-Movilidad. No hay territorio fijo, nada es exacto. Vinicio alude a lo efímero; a la carne, a la evidencia, a la putrefacción.

A ratos parecería no bastarle los carboncillos ni los óleos para exorcizar sus preguntas, por eso recurre a otros lenguajes, a la deformación de una fotografía, al soporte de un electrocardiograma, al fragmento de un libro, al pasaporte de un exiliado, al nombre de su madre.

Vinicio es un artista cuyo lenguaje principal es el trazo, sí, pero a medida que va dibujando, también va recobrando, paradójicamente, su identidad; balbuceando otros lenguajes. Se puede olvidar en una lengua y recordar en otra, decía el escritor italiano Antonio Tabucchi; y es eso, precisamente, lo que Vinicio logra con su obra.

DOS

Hace tiempo que Vinicio Bastidas  decidió alimentarse del exilio. Estudió arte en Ecuador, cursó estudios en México y Francia, y desde hace trece años vive en Munich, Alemania. Fue ahí donde encontró su centro de creación, instalando su taller (inicialmente en una especie de casa okupa) y conociendo más tarde a su esposa, Gabriella, con quien tiene dos hijas: Beatrice y Teresa; tres nombres que aparecen en varias  de sus piezas. Pero Vinicio siempre vuelve.

Esta exposición, por ejemplo, en el Centro de Arte Contemporáneo, fue programada hace dos años, tiempo en el cual inició esta  apología al tránsito, a la vulnerabilidad, a lo efímero. Se llama No-body (ningún cuerpo), y en ella se incluyen fragmentos de  series que  ya fueron expuestas, entre ellas ‘El Ser Anónimo’, ‘Memento Mori’ y ‘El Banquete’, el cual incluía  49 platos desechables colgados en la pared y distribuidos en el suelo, cada uno de ellos con dibujos de órganos, huesos y pedazos de carne del cuerpo humano de una manera vívida. Muchos de esos platos ahora cuelgan aquí.

“Mi obra versa sobre el ser humano —dice Vinicio— y su problema en este mundo contemporáneo, la identidad y su fragilidad en la existencia. Utilizo elementos como  tapetes   o platos desechables, manejando ese concepto de lo perecedero, pues todo tiene su tiempo”.

TRES

Su exposición ocupa dos pabellones, estoy en el primero. Faltan dos días para su inauguración, pero cuando este artículo aparezca en el diario No-body ya estará abierta al público.

¿Habré hecho bien en venir antes? Dudo por un momento. Sin embargo, observo a Vinicio moviendo algunas  piezas, cuadrándolas, determinando el ‘orden final’ y encuentro en ello cierta magia.  

Hay piezas todavía dispersas en esta mesa de centro. Pienso que estos libros, estos fragmentos en máquina de escribir, estos guantes,  estos mapas, estos  recuerdos, también son una especie de órganos.

Las paredes son completamente negras y el efecto de las luces y las sombras juegan con el concepto de la obra. “Me gusta , dice Vinicio, genera un ambiente de angustia y de tensión, mucho de ello tiene que ver con lo que pinto”.

CUATRO

Hay un tríptico totalmente  caótico en esta misma sala. No lleva nombre. Vinicio me cuenta que lo dibujó sobre el suelo. “Es como una explosión de cosas”, explica.  

Nuevamente órganos flotando sobre el lienzo, palabras que aparecen sin ningún orden (pero que refuerzan la imagen), flechas, tachones y una foto intervenida en la cual no se logra reconocer los rostros, pero se sabe que son un hombre y una mujer. Vinicio ha pintado sobre ellos una burka (velo que las mujeres deben usar en algunos países de la religión islámica).

“La burka también es una constante en esta obra, es un tema que actualmente  genera mucha controversia. Es denunciado por muchos como un símbolo de la opresión de la mujer, y en algunos países como Francia su uso en lugares públicos está prohibido”.

La provocación salta a la vista. En varias de sus fotografías, es el hombre quien lleva la burka.

CINCO

“A mí me dicen que soy un artista contemporáneo, pero yo les digo que a mí me persigue el recuerdo, el pasado. No podría ser contemporáneo totalmente. Contemporáneo podría ser en el hecho de que yo planteo mi obra desde este punto de vista más actual, situándome el presente, pero todo lo mío está en el recuerdo. Por ejemplo, los dientes con los que construyo la palabra AMNESIA me remiten a muchas tradiciones, me llevan a mi infancia. Yo recuerdo que le decía a mi mamá: mamá soñé con dientes. Entonces ella me preguntaba cómo eran los dientes; y dependiendo de cómo aparecían en mis sueños era buena o mala suerte, incluso podía decir si alguien iba a morir. Eso siempre lo tengo presente”.

SEIS

Las instalaciones las componen cuatro libros de artista,  diarios de trabajo que Vinicio fue elaborando como  testimonio. “En Alemania, a las personas que piden exilio se les da un pasaporte, convirtiéndose en  ciudadanos de segunda categoría. Yo coloco esas visas aquí —a manera de  álbum— y  luego juego  con las imágenes y las palabras”.

Veo el Retrato del Papa Inocencio X de Diego Velázquez, distorsionado (también a él le colocó una burka). Frases en español y en alemán, y referencias a la Segunda Guerra Mundial y al campo de concentración  de Dachau. En otro  libro aparecen fotografías de su familia, mapas, textos, citas. Saco un par al azar: ‘El poder de lo efímero como elemento artístico’. ‘Mirar para dudar’.  Casi al final, una sola palabra por página, escrita a mano y en el centro:  ‘efimero’, ‘Gabriella’, ‘ inmortalidad’, este último en referencia al libro homónimo de Milan Kundera, quien parecería complementar su   propuesta, tal como las paredes negras y el juego de luces.

Dice Kundera: “Es una ilusión ingenua creer que nuestra imagen no es más que una apariencia tras la cual está escondido nuestro yo como la única esencia verdadera, independiente de los ojos del mundo”.

Me dirijo al segundo pabellón.

El caos va tomando  forma.

SIETE

Al entrar hay una serie de imágenes proyectadas sobre la pared a manera de radiografía, oficiales y niños de las juventudes nazis se funden y se pierden en una calavera que los enmarca. Mientras avanzamos hablamos sobre el pintor Francis Bacon, uno de sus grandes referentes, explorador del ser humano, maestro de la desfiguración.

Ya sobre las paredes laterales, la obra central: dos muestras que dan un total de 22  dibujos. La primera, a la derecha, se llama El lenguaje del silencio. Son 6 piezas de dimensiones más grandes, enfocadas en el punto de atención. Óvalos blancos, cadenas, palabras, rastros y flechas.

Del otro lado, 16 dibujos más pequeños y aun más delimitados. Un órgano, una mandíbula, incluso una mancha de semen, y debajo una sola  palabra o un número de cédula.    

“Yo sí creo que la obra no está solo para contemplar —dice Vinicio con su mirada profunda, con su voz serena— sino que es un elemento político. Quiero transmitir algo más que una imagen que diga: ‘esto es una pierna o una cabeza o un corazón’. Quiero que el espectador tenga una conexión con algo más. Mi obra está  abierta a la interpretación. No impongo nada. Solo  doy los elementos para que ellos jueguen”.

OCHO

“Toda verdad, dice Hegel, es un proceso de llegar a ser. Se olvida demasiado a menudo. Se ve el final, no el itinerario. Se toma la idea como un producto acabado sin percibir que no es sino su lenta maduración, una sucesión de necesarios errores que se corrigen, de visiones parciales que se completan y se ensanchan”.

El párrafo lo escribió  Jean Paul  Sartre y bien podría identificar el proceso creativo de Vinicio Bastidas, pues  el itinerario, la búsqueda, la exploración, es  lo que más importa, el resultado vendrá por añadidura.

Hay un hilo que atraviesa su obra y se llama memoria-exilio-fragilidad, una obsesión que dicta el pulso de sus trazos, convirtiendo cada pieza en parte de un mantra. El suyo, el mío, el de todos, el de ese basto territorio de lo efímero.

DATOS

‘No Body’ se presentó a inicios de 2012 en el Monasterio de Furstenfeld y el espacio cultural Kunstarkaden München (Munich, Alemania).

La muestra dialogacon exposiciones anteriores como ‘El Ser Anónimo’ (2010), ‘Diálogos Urbanos’ ( 2009 ), ‘Memento Mori’ (2008 ) y ‘El Banquete’ (2012).

La obra se exhibe en el Centro de Arte Contemporáneo (Montevideo y Luis Dávila. Antiguo Hospital Militar).

De lunes a sábado, de 09:00 a 17:00. Entrada libre.

La curaduría está a cargo de la artista ecuatoriana Susan Rocha.

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