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El Telégrafo
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La obra es dirigida por Julián Coraggio, fundador del grupo

El secreto libre desata todos los miedos posibles

Diego Luna y Laura Oviedo interpretan a Roberto y Marta, 2 prisioneros que viven en celdas distintas.
Diego Luna y Laura Oviedo interpretan a Roberto y Marta, 2 prisioneros que viven en celdas distintas.
Fernando Sandoval / El Telégrafo
16 de julio de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Descender al abismo para no salir. Catábasis. Son las 21:00 de una fría noche quiteña y estás en el borde de unas gradas que conducen a lo que parece un sótano sin luces, amortajado únicamente por el silencio y la oscuridad. Te cubren los ojos con una venda y, en fila india, te conducen hacia ese vacío del cual no podrás escapar. Adentro, no corre el aire. Adentro, el ambiente es helado. Adentro, no hay posibilidad de luz. Adentro, todo es extraño, hasta que el eco de una voz femenina atraviesa esa masa negra y espesa que envuelve al espectador.

“Gracias a la vida, que me ha dado tanto”. “Dos gardenias para ti. Con ellas quiero decir: te quiero, te adoro, mi vida”, tararea una mujer, con calma, como si cantara un arrullo que inmediatamente es silenciado por el ruido metálico de un tolete golpeado contra las rejas de lo que es —ya no intuyes, ya lo sabes, ya lo somatizas, ya estás ahí— la celda de una prisión.

De pronto se escuchan susurros que quieren tomar la forma de una conversación. Son dos prisioneros, Marta y Roberto, que no se conocen físicamente, pero que no dejan de hablarse con insistencia a través de un canal. Sus palabras los mantienen vivos. Sus palabras recrean la realidad, el color, los aromas, las formas, los sentidos que les han sido arrebatados.

Marta le pide a Roberto que le narre cuentos, como Sherezade, para no desfallecer. Y lo hace, ambos resisten por el diáfano sonido de sus voces. De pronto, el silencio. De pronto, los gritos. De pronto, el “cállate maricón”, “ven acá, mi putita”. De pronto, las pisadas de las botas de dos celadores. De pronto, las braguetas abiertas. De pronto, las interminables llaves de las celdas. De pronto, la sirena. De pronto, el electroshock. De pronto, y nuevamente, el silencio perpetuo.

El secreto libre, de Charlie Gerbaldo, es una obra de teatro a ciegas adaptada por Julián Coraggio presentada el pasado jueves en el Museo Interactivo de Ciencia (MIC), que cuenta la historia de dos prisioneros en medio de lo que fue la dictadura militar argentina. Esta propuesta ubica al espectador en los bordes de la representación escénica: no le permite ver nada de lo que sucede a su alrededor y lo obliga a recrear las imágenes a través de los otros sentidos.

Este trabajo, que se presenta hoy y mañana en el MIC, a partir de las 19:00, es del colectivo Confundamiento (confundir con entendimiento), creado en 2013 con el objetivo de provocar nuevas experiencias mediante “diferentes métodos de estimulación sensorial”. “Trabajé haciendo cosas para los demás, en arte comercial, en publicidad, por dinero. Pero siempre he buscado hacer algo por mí mismo, así que renuncié a todo eso y ahora me dedicó a experimentar”, comenta al finalizar la obra, a las 23:20, Julián Coraggio, fundador de la agrupación.

La primera pieza que montó, Sensasorial, fue junto a Greta Salgado y consistía en una caminata de 15 minutos a ciegas por un corredor lleno de variadas texturas y sonoridades. Luego, con el mismo formato, adaptó El corazón delator, de Edgar Allan Poe, y tuvo una gran acogida en el público de la capital, por lo que la obra fue repuesta luego de su estreno en el Centro de Arte Contemporáneo. Y mañana finalizará la primera temporada de El secreto libre, en la que actúan Laura Oviedo (Marta), Diego Luna (Roberto), Orlando Erazo (Animal) y Francisco Castillo (Bestia).

“Hay un trabajo vocal importante para que la obra transmita la ternura, la ansiedad, la angustia de los actores. Estamos acostumbrados a que la vista nos diga todo, así que activamos el resto de sentidos para orientarnos y reconocer el mundo. Quizás, en esta obra, mi cuerpo no tiene nada de vergüenza, me siento más libre de jugar”, cuenta Laura.

“Esto se trata de escuchar al otro, de entender el espacio con el cuerpo. No es, por ejemplo, que una cuerda está más afinada que la otra, sino que el instrumento está afinado. De eso se trata, de confiar en todos los sentidos, de armonizarlos, de afinarlos”, apunta Diego.

“No hay ningún gesto que mostrar a nadie, no tienes nada que mentir con gritos excesivos, con tocaditas innecesarias, con ninguna cosa que sea posible de falsear. Se trata de sentir el momento íntegramente”, dice Orlando. “Me voy robando la energía de la gente, me van alimentando de su miedo, mientras más se encogen, más se mueven, más tratan de evitarme, más fuerte me hago”, puntualiza Francisco. (I)

Datos

El colectivo Confundamiento se fundó en 2013 como resultado de su primer proyecto, Sensasorial. Desde entonces se dedican a investigar, experimentar y transmitir su arte enfocado en lo sensorial, multiartístico y experimental.

Fue fundado en 2013 por Julián Coraggio, quien empezó siendo un artista audiovisual y ahora trabaja con todas las disciplinas que le permitan, luego de cada función, “afectar a la gente, generar una pequeña revolución”.

En el Centro de Arte Contemporáneo montó su segunda obra: una adaptación de El corazón delator, de Edgar Allan Poe. Luego tuvo varias reposiciones en el VAG y en el invernadero cultural Casa Mitómana. En El secreto libre, de Charlie Gerbaldo, actúan Laura Oviedo, Diego Luna, Orlando Erazo y Francisco Estrella.

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