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Obra que retrata las correrías noctámbulas del poeta

Villalba y el oficio de poner las palabras al revés y de costado

Fernando Escobar Páez, Andrés Villalba Becdach y Adolfo Macías, en una presentación a media luz, con vino en lugar de agua. Foto: Fernando Sandoval
Fernando Escobar Páez, Andrés Villalba Becdach y Adolfo Macías, en una presentación a media luz, con vino en lugar de agua. Foto: Fernando Sandoval
03 de mayo de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

El escritor Fernando Escobar Páez empezó su presentación citando líneas del libro:

Somos ciervos tristes cuando volvemos a Quito. La intemperie como patria no el sosiego. ¿Cuándo me llamaste? ¿En serio? Llama si puedes por favor. No nacimos para ser arrastrados, aprendemos a escribir boludeces para estar más solos. Sobre esta cresta de alacranes en llamas está tu territorio, tu corona: mi catástrofe, mi muñeco erguido: en las palabras y cosas más simples la carga de belleza se duplica.

Escobar, amigo cercano de Villalba que consta en los poemas como personaje, dijo que no era el momento para hablar mal del autor como persona, sino de soterrar  pudores y enfrentarse a una poesía salvaje y anómala como ninguna otra dentro del mapa lírico ecuatoriano.

Manifestó a continuación que el título del libro remite a la contaminación visual de los cables eléctricos que “envilecen” el cielo de Quito, y que resulta engañoso, pues Villalba no esconde bajo tierra el lado grotesco de la urbe, sino que, por el contrario, lo exalta.

Señaló, además, que en las secciones primera y tercera, el libro “resulta ser como la pesadilla de un Haroldo de Campos trash metal y que harto de las galaxias se deja sodomizar por un Néstor Perlongher andino a cambio de unos versos empericados con los cuales matar la resaca”.

Fernando Escobar se enfocó finalmente en la segunda sección, y dijo que en esta ‘Tush’, que es como se conoce a Villalba, “vuelve a ser el niño que no quiere salir en la foto y rememora la historia de persecución política, traiciones y felonías que hizo que el destino de sus 2 bisabuelos, a quienes nadie les dijo que no hay por qué imponerle a otro la carga de la vida perturbando la paz de la materia, se cruzara”.

Por su parte, el escritor Adolfo Macías Huerta manifestó: “Lo primero que llama la atención en este libro es la bronca, la resignación mal resignada, el soterramiento, ese llevar la locura por dentro mientras se vive la infame cotidianidad”.

Aseguró a continuación que hace tiempo que no se sumergía en un libro poético y que, por lo tanto, tuvo que desoxidarse un poco, aflojar la “cabezota” y dejarse llevar por las palabras, “por eso que ‘Tush’ tiene a raudales y que es el ritmo del lenguaje, el sonsonete rabioso del fraseo, que no para, como un loco que se menea y se menea sin descanso, espumándose la boca”.

Macías aseguró que el humor contenido en la obra de Villalba tiene profundas raíces teológicas,  cuando se trata de ir contra natura y practicar la sodomía en la persona literaria de un amigo. “Cosa gravísima, tomando en cuenta la revitalización que vive la Iglesia católica en nuestros días”, bromeó.

Otro de los aspectos que Macías destacó al referirse a las características de la obra de Villalba fue la ironía. “Una ironía amarga lo acaricia todo como a un animal contrahecho, con el que no podemos más que jugar después de habernos dado tanta dentellada, y reír un poco”, dijo.

A continuación, Macías calificó a los textos eróticos del libro como “clitóricos”, en la medida, aclaró, en que “no buscan la profundidad, sino el placer del puro contacto, esa fricción de las palabras que produce la chispa de un placer exactamente poético”.

Sobre la presencia de la ciudad en el trabajo de Villalba, Macías señaló que esta aparece como el espacio demasiado urbano del poeta. “Esta ciudad que ‘Tush’ recorre entre abrazos y despedidas, sumergiéndose en sus recodos, oficinas y alcantarillas, mirándolo todo con tierna desesperación, casi asustado de la tontería humana y enamorado de ella, por lo que tiene de trágica; coleccionando imágenes para el poema que escribirá mañana, escribiendo sus poemas en un celular”, matizó.  

Macías se refirió posteriormente a las entrevistas que Villalba realizó a Luigi Stornaiolo, para subrayar que su poesía hace guiños al lenguaje del pintor, y concluyó con una apreciación personal: “Andrés es un poeta de cabo a rabo. Poeta enamorado de su oficio y de las palabras, con las que juega y a las que da vueltas en su boca, poniéndolas al revés y de costado, hasta extraerlas entre sus dedos como un caramelo sucio y pringado”.

Para finalizar, Villalba leyó una selección de estos textos que expresan sus eternas obsesiones.  

DATOS:

‘Soterramiento’ forma parte de la colección Jinetes del Habla, de Editorial Ruido Blanco.

El poemario está dividido en tres momentos: ‘Tozudez del fracasado’, ‘Gasolina errónea de la sangre’ y

‘Estertores de la verbena’, y conformado por 43 poemas en verso y prosa.

Los dibujos de portada y páginas interiores pertenecen a Tomás Villalba Stornaiolo, hijo del poeta.

Cuarto libro de la editorial dirigida por el poeta Juan José Rodríguez y el editor Raúl Pacheco.

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