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Víctor Hugo Briones, el sindical maestro de la dignidad

Víctor Hugo Briones, el sindical maestro de la dignidad
08 de enero de 2014 - 00:00

Víctor Hugo Briones Urquiza nació en 1910 en la parroquia Colimes del cantón Balzar, provincia del Guayas. Su padre había sido sargento mayor del ejército alfarista y luego se convirtió en propietario de una finca dedicada a la producción de arroz, cacao y frutas tropicales.

Cuando Víctor tenía 12 años, un infarto provocó la muerte de su padre, y su madre, en una situación económica preocupante, decidió irse con su familia a Guayaquil.

Víctor Hugo recibió su primera educación en la escuela particular Francisco Campos y sus estudios secundarios en el colegio nacional Vicente Rocafuerte, en Guayaquil.

En 1928 se graduó de bachiller y fue a una escuela fiscal en Yaguachi, donde llevó a cabo sus primeras experiencias magisteriles.

Un año después se matriculó en la Facultad de Jurisprudencia en Guayaquil, pero las dificultades económicas de su familia le impidieron continuar sus estudios.

En los inicios de la década del 30 encontramos a Víctor Hugo Briones cada vez más preocupado por la cuestión obrera: vinculado al Partido Socialista, recorrió la provincia con afán proselitista y paralelamente daba clases en una escuela nocturna para trabajadores. En 1937 contrajo matrimonio con María Alicia Arévalo Heredia, docente como él y también una militante de la izquierda preocupada por la situación social del país.

En 1938 Briones consiguió una plaza docente en la escuela del campamento minero ubicado en el pueblo costero de Ancón. Sin embargo, terminó rápidamente expulsado cuando al cabo de unos pocos meses conformó un sindicato, la primera organización clasista creada en dicha localidad.

Nuevamente en Guayaquil, vivió dificultades a causa del desempleo, que llegó a estirarse por 5 meses, hasta que consiguió otro puesto docente en la parroquia Cone.

Para el siguiente año consiguió el cambio a una escuela fiscal en Guayaquil, y gracias a su importante desempeño laboral, fue elegido para presidir la delegación del Sindicato de Educadores en la Convención Nacional de Profesores realizada en Quito, que resultaría vetada desde el gobierno con constantes ataques a los profesores agremiados.

Por esa misma época y pese a las crecientes persecuciones, también contribuiría a fundar el Sindicato de Educadores a nivel nacional.

Con un activismo político cada vez más destacado, en 1941 ya era uno de los referentes provinciales del Partido Socialista, en tanto que se convertía en Secretario de Actas y Comunicaciones de la Unión Sindical de Trabajadores del Guayas.

Ese mismo año, a Briones lo eligieron como uno de los 2 representantes para asistir al Primer Congreso de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), en México: un emprendimiento que, apoyándose en las relaciones sindicales, apuntaba a estrechar las relaciones de los países latinoamericanos con los Estados Unidos frente a la amenaza del nazi-fascismo.

Su partida de Ecuador estuvo precedida por distintos agasajos y sus notas de viaje fueron publicadas en el diario El Universo.

Una vez en el Congreso, Briones defendió los intereses territoriales de Ecuador, en aquel momento en guerra con el Perú, y comenzó una larga amistad con el líder sindical mexicano Vicente Lombardo Toledano, líder de la CTAL y coordinador general de aquel encuentro.

Después viajó a Estados Unidos, nombrado por el gobierno como miembro de la delegación ecuatoriana a la Conferencia Internacional del Trabajo, convocada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Asistió a la penúltima sesión, llevada a cabo en la Universidad de Columbia, y a la última, que tuvo lugar en el Capitolio de Washington, donde llegó a conocer personalmente al presidente Roosevelt.

Nelson Rockefeller, director de la Oficina de Asuntos Interamericanos, lo invitó luego a realizar una gira por distintos Estados de la Unión.

En octubre de 1942, ya de vuelta en Ecuador, fue electo secretario de la Conferencia de Unificación Sindical, dedicada a constituir una única central sindical a nivel nacional.

Frente al intento por convocar a un Congreso Nacional de Trabajadores para marzo del siguiente año, el gobierno intentó por todos los medios impedir su realización, contando para ello con la ayuda de la Iglesia, que prohibió a los obreros católicos concurrir al encuentro.

Mientras tanto, y en un contexto político cada vez más alterado, a principios de 1943 Víctor Hugo Briones sufrió un enorme golpe con la muerte de su segundo hijo.

El 18 de marzo de 1943, 200 delegados con predominio socialista y comunista dieron inicio al Congreso Nacional de Trabajadores que por presiones impuestas por el gobierno debió sesionar con un temario limitado.

Ahí se eligió como presidente a Luis Humberto Heredia, de la Sociedad de Carpinteros de Guayaquil, y las fisuras del encuentro se hicieron notorias cuando se quiso designar a Vicente Lombardo Toledano como Miembro de Honor, lo que inmediatamente provocó la retirada de más de una veintena de sindicalistas aliados al gobierno.

Los enfrentamientos entre los obreros fueron además un pretexto ideal para la intervención policial.

Ante la imposibilidad de continuar con el Congreso en Quito, se tomó la decisión de continuar el debate con reuniones provinciales.

En este escenario, Briones fue elegido secretario general de la Unión Sindical de Trabajadores del Guayas. Sin embargo, la intensa persecución policial de la que fue objeto lo mantuvo mayormente recluido en su domicilio, asistiendo a los encuentros sindicales de noche y por muy poco tiempo.

Con todas las dificultades del caso, no era raro verlo entrar disfrazado al local de la Unión, y pudo cumplir con sus cada vez más amplias labores sindicales.

Desde 1943, Briones fue uno de los líderes de la Alianza Democrática Ecuatoriana, frente opositor al presidente Arroyo del Río.

Fue por ello que, en medio de un clima cada vez más represivo, el gobierno intentó trasladarlo a una pequeña escuela en Sucúa, con la intención de aislarlo de los obreros de Guayaquil, quienes en esa circunstancia decidieron pagar una cuota extraordinaria para asegurar la permanencia del líder gremial en dicha ciudad.

Briones fue uno de los más entusiastas partícipes del movimiento revolucionario de mayo de 1944 conocido como ‘La Gloriosa’. Por ello, el nuevo gobierno, encabezado por José María Velasco Ibarra, conociendo su prestigio y sus altos valores políticos, le ofreció la gerencia de la Caja del Seguro Social, pero Briones desechó el ofrecimiento para reintegrarse al magisterio. Tal gesto no hizo sino ganarle la aprobación de los trabajadores del Guayas, que veían en él a uno de sus máximos representantes.

Paralelamente, siguió con su labor sindical, por lo que en julio de 1944 asistió al Congreso Constituyente de la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE) en Quito, en tanto que también resultó electo diputado por los trabajadores para la Asamblea Constituyente.

Ahí formó un bloque con otros líderes obreros como Pedro Saad, Juan Isaac Lovato, Manuel Agustín Aguirre y Ricardo Paredes, cuyo predicamento surtió gran efecto en la Carta Fundamental del Estado. Intervino en la Comisión de Asuntos Sociales y en la Comisión Especial que redactó la ley de Escalafón y Sueldos del Magisterio Nacional.

A fines de año asistió a Cali al Segundo Congreso de la CTAL, donde fue nombrado delegado suplente para el Congreso Mundial de los Trabajadores a reunirse en París, al que no pudo concurrir por razones económicas.

En 1945 Briones fue elegido para integrar el recientemente creado Comité Ejecutivo de Vialidad del Guayas, como delegado de la Federación de Trabajadores, posesionándose poco después del cargo de secretario general, para el que había sido elegido en tiempos del arroyismo.

Su labor se multiplicó en comisiones de estudio del seguro social y del salario mínimo establecidas por el Ministerio de Previsión Social, y también comenzó a colaborar con la candidatura de Antonio Mata Martínez a la alcaldía de Guayaquil.

Y en medio de su febril actividad, incluso se dio tiempo para terminar un manuscrito sobre el socialismo en el Guayas con vistas a su próxima publicación.

En la noche del 27 de septiembre de 1945 se produjo la trágica muerte de Víctor Hugo Briones, cuando en Durán abordó una lancha rápida con dirección a Guayaquil.

El viaje había ya comenzado cuando la embarcación chocó contra la cadena de un vapor anclado en la ría, dando una vuelta de campana y provocando así la caída de todos los pasajeros al agua. Su cuerpo tardó varios días en aparecer y cuando por fin lo hizo, pudo ser velado en distintos puntos de la ciudad.

El 1 de octubre de 1945, un cortejo fúnebre de más de 6 mil personas acompañó el ataúd al Cementerio General, donde recibió el último saludo por parte de políticos, autoridades y trabajadores.

Según lo describió la prensa de la época, “la pérdida de un ciudadano de las cualidades de Víctor Hugo Briones, quien no alimentó por ningún instante la codicia, ni la ambición, constituyó una pérdida irreparable para el socialismo ecuatoriano, para los trabajadores y para la sociedad toda”.

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