Ecuador, 26 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Vicente Leñero enriqueció los lenguajes

Nació en Guadalajara, según él, por accidente. Estuvo tras la subdirección de la revista Proceso desde su creación, en 1976, hasta sus últimos años. FOTO: TOMADA  DE FCE
Nació en Guadalajara, según él, por accidente. Estuvo tras la subdirección de la revista Proceso desde su creación, en 1976, hasta sus últimos años. FOTO: TOMADA DE FCE
13 de diciembre de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Vicente Leñero estuvo tras el escritorio de la subdirección de la revista mexicana Proceso desde su creación, en 1976.  Dejó la ingeniería luego de un taller con Juan José Arreola para dedicarse a la escritura.De niño armó junto a su hermano un escenario de cajones al que llamaron ‘Teatro La Mariposa’ para montar obras en las que los personajes interactuaban con sus primeros guiones a través de títeres de alambres.

Fue periodista, escritor y dramaturgo. Todo al mismo tiempo, pero siempre desde la trinchera: desde la defensa de las causas justas. Estaba convencido de que “el periodismo no está llamado a resolver las crisis, está llamado a decirlas”. En su obra literaria hay una denuncia a procesos políticos que se constituyen como parte de la historia de México. Como tal, queda su obra ‘Los Periodistas’, un ícono del absurdo ‘Golpe Excélsior’, cuando como parte de la redacción de dicho medio impreso integró la imagen de los periodistas humillados, obligados a dejar su puesto por un régimen que no era muy afecto a las críticas. Leñero se encargó de dejar grabada la historia para las siguientes generaciones de periodistas.

Vicente Leñero nació en Guadalajara, según él, ‘por accidente’, en 1933 en una familia que le dio pie a sus variantes profesionales. Murió en México, Distrito Federal, el pasado 3 de diciembre, y fue despedido en una ceremonia en el Palacio de Bellas Artes. “Pasó sus últimos días tranquilo. Ya había escrito lo que tenía que escribir, ya había dicho lo que tenía que decir. No quería ya hacer nada, escribía sus artículos y eso le gustaba”, dijo Mariana Leñero, una de sus cuatro hijas.

Leñero es autor de 10 novelas, 3 colecciones de cuentos, 55 libros, 11 piezas de teatro y una serie de reportajes icónicos con los que se ganó el respeto de una generación de periodistas, entre quienes figuran Juan Volpi,  Juan Villoro y el director de este diario, Orlando Pérez.

A pesar de eso, Leñero lidió siempre con el sentimiento de ser un escritor de ligas menores, desdeñado por el gremio. Hizo de la autocrítica una constancia que lo mantuvo en pie y varias veces al borde de dejarlo todo.

En una entrevista con Silvia Cherem, Leñero pone en público su reflexión: “Mis libros pasaban inadvertidos, quizá porque el medio cultural y literario veía como un contrasentido que fuera escritor y abiertamente católico”. En más de una ocasión estuvo por dejar en el olvido el periodismo bajo la idea de que ya lo había dicho todo.

Lo cierto es que Leñero era un hombre con la capacidad de denunciar pero absolutamente tímido y esquivo a la vida pública. Lo que le importaba era el valor de la palabra, pero no que lo festejaran por ello.

No en vano rechazó cualquier propuesta de celebrar sus 80 años, en 2012.  El día en que murió por el cáncer de pulmón, que se le diagnosticó en mayo pasado, la casa se mantuvo con el silencio único de sus familiares.

Sus preferencias para el periodismo era el trabajo en equipo, el de la fuerza para escarbar hondo. Sus preferencias solitarias se aclaran en el discurso que dio en 1994, al recibir el premio ‘ManuelBuendía’ a la trayectoria periodística:

“El periodismo no es tarea para sueños de permanencia histórica, ni vocación de quienes buscan celebridad eterna. Es oficio de hombres actualísimos que a dentelladas muerden el presente y se mueren con él. Como el teatro, que vive y se consume en el lapso que dura cada función, el quehacer periodístico es por definición efímero. Y grandioso, si vale la palabra, tal vez por eso mismo: por su fugacidad”.

Bajo su ley de la ironía se encarga de inscribirse solo en la literatura, de pasar la raya entre la realidad y la ficción. Durante la presentación del libro ‘Más  gente así’, Juan Villoro le confiesa que se engaña cada vez que lo lee y se pregunta “hacia dónde se dirigirá, será una crónica o una ficción”. Leñero replica: “en la literatura uno puede inventar o imaginar qué es lo que hubiera pasado”. Añade entonces, que como periodista debía concentrarse en el reportaje, en la entrevista, en la nota, pero “se me olvidaban los detalles”, mencionó Leñero arrepentido. “Los detalles hacen la verosimilitud”, reitera.

En ellos radica entonces la diferencia entre la crónica y la ficción. De seguro en los detalles es que la obra de Leñero trasciende.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media