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El Telégrafo
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Entrevista / Carla Guelfenbein / Ganadora del Premio Alfaguara 2015

“Un producto literario es igual que una mutación”

Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo.
Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo.
20 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

Durante una visita a Bogotá, Carla Guelfenbein quiso saber, en público, si a Jorge Franco (quien ganó el premio Alfaguara 2014 por la novela El mundo de afuera) alguna vez le preguntaron si hacía literatura masculina o si escribía para hombres.

Nadie le había insinuado eso a Franco pero “hasta ahora —asegura la también bióloga—, todos los periodistas me han preguntado si hago literatura para mujeres”. Este diálogo inicia con una referente femenina.

Contigo en la distancia (Alfaguara, 2015) incorpora algunos detalles de la biografía de la escritora brasileña Clarice Lispector (1920-1977), ¿por qué razones?

El origen de los padres de Clarice es el mismo que el de mis abuelos, que provienen de la misma región de Ucrania (Odessa), ellos huyeron de ahí, de los pogromos, de la persecución de los judíos más o menos en los misma época. El haber seguido su obra durante tantos años y el haberme maravillado ante ella —además de descubrir que su biografía estaba intrínsecamente ligada a mi propia vida— me llamó muchísimo la atención y ahí fue cuando se me ocurrió la idea de crear un personaje que, por un lado, fuera un homenaje a Clarice Lispector y que, por otro, también reconstruyera, un poco, la historia de mi familia.

Las historias que contiene esa novela se pueden comprender en cualquier lengua. ¿En qué momento usted se propuso ser una escritora universal?

Viví mucho tiempo fuera de Chile, salí a los 17 años. Mis padres fueron perseguidos por (Augusto) Pinochet y se exiliaron. Eso me dio una visión del mundo que si me hubiera quedado no hubiera tenido. Mis intereses cambiaron, tuve acceso a literatura que en mi país no me había interesado. Conocí otros mundos, otras maneras de pensar, otras formas de concebir las relaciones humanas. Todo me cambió. No es que un día haya decidido convertirme en una escritora que hable de autores que no son chilenos, no fue una decisión formal: tuvo que ver con mi existencia, con mi formación, con lo que me tocó vivir siempre.

Ya ha escrito sobre el exilio...

Creé un triángulo amoroso, el de La mujer de mi vida (Alfaguara, 2006), que ocurre en Inglaterra, el país adonde yo fui a parar. Son unos chicos, estudiantes, dos de ellos exiliados, los protagonistas de una historia de amor que da cuenta de esa experiencia. Después viene otra novela, Nadar desnudas (Alfaguara, 2013), que habla de la época de (Salvador) Allende y de la dictadura (posterior a su muerte).

¿De qué manera se da la construcción de una protagonista escritora como Vera Sigall?

El proceso de creación literaria es algo que no quiero entender. Hago algunas pinceladas con respecto a lo que pudiera llegar a ser pero no tengo ningún interés de entenderlo.

Ahora recuerdo algo muy lindo que dijo una de las pocas mujeres que aceptaron en la Real Academia Española (la historiadora Carmen Iglesias, quien llegó al sillón E de esa institución en 2002). En su discurso sobre la creación contó la historia de un ciempiés que se encuentra con una cucaracha, ella lo sigue y, como pretendiéndolo, le pide que le explique cómo puede moverse con tanta gracia. El ciempiés le responde: ‘Es muy fácil, mueves la patita de adelante, después la otra...’, y la cucaracha le exige que le muestre la manera de hacerlo. El ciempiés no se pudo mover nunca más. Más vale no meterse muy profundamente en el proceso de la creación porque uno puede quedarse inmovilizado.

Hay un personaje, en La mujer de mi vida, que es biólogo. Y, en Contigo en la distancia, Vera es escritora... ¿En qué sentido su literatura es autobiográfica?

El principio por el cual escribo es biológico. Una mutación se produce por dos razones, por azar y por necesidad. Cuando un cambio de lugar en la proteína del ADN produce una mutación que la especie no necesita para sobrevivir mejor, esta se perderá. Es así como yo escribo, por azar y necesidad: la historia se va construyendo por esa cantidad de combinaciones tras un personaje, por proteínas dentro de mi cabeza que saltan de un lado a otro y van produciendo... si la historia no lo necesita, el personaje no permanecerá. Un producto literario o creativo es igual que una mutación, eso lo aprendí por la ciencia (se especializó en genética).

¿Todavía encuentra prejuicios contra las mujeres en la literatura?

Hay 3 elementos que hacen que la literatura escrita por mujeres sea considerada un subgénero. Uno es que esta narrativa, cuando tiene protagonistas mujeres, es considerada un ‘literatura femenina’, mientras que una literatura que está escrita por un hombre, cuyos protagonistas son hombres, es considerada ‘literatura universal’. En segundo lugar, mucha literatura escrita por mujeres es ‘comercial’, en un sentido negativo del término. Pero se vende porque hay más mujeres lectoras que hombres lectores de ficción. Que se venda es visto como algo malo pero si se vende un libro de un hombre no siempre lo acusan de ser comercial, será ‘un buen libro que ha tenido éxito’. El tercer punto es que la literatura escrita por mujeres es ‘intimista’, habla de los pequeños mundos, los que ocurren dentro de casa, del amor... Pero una de las obras de mayor impacto ahora es la del noruego Karl Ove Knausgård, con un nivel abismal de intimismo: cuando se habla de una ‘literatura masculina que explora el mundo interior de los personajes’ no aparece la connotación negativa de cuando se trata de la voz de una mujer. (I)

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