Un presunto cuadro de Goya aparece
Javier Sainz, un exanticuario de Ávila, España, y experto en datación de cuadros compró una pintura a un frutero ambulante, en 2011. Pagó 40 euros (unos $ 45) y, al examinar la obra detenidamente en su taller, encontró ADN de Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), según les dijo a varios medios de comunicación. Entonces hizo una llamada al Museo del Prado.
El periódico La Vanguardia publicó que “hasta 14 pruebas logró reunir (Sainz) para demostrar sus sospechas”. Una de estas es la torre que aparece en el lienzo, que le recuerda a la que el artista pintó en El Cacharrero. Lo mismo le sucede con la rama, que el anticuario compara con el árbol seco que aparece en otra obra, pintada en 1779.
“Pero las similitudes no acaban aquí -ha dicho la periodista Laura Gómez Ruiz-. El anticuario también ha comparado la postura del pescador con la de otros que pintó Goya, igual que las rocas y las pinceladas en las olas de la espuma, que considera que tienen el mismo tratamiento que otras obras del gran pintor”.
Sainz llevó el cuadro a Artelab, un laboratorio de Madrid especializado en examinar cuadros. Tras un mes y medio analizándolo, dictaminaron que la obra fue pintada alrededor del año 1800. También descubrieron que tenía algunas trazas de cromo en el amarillo del cuadro, un color que según el laboratorio empezó a utilizarse en el siglo XIX y que en principio invalidaba que la marina pudiera haber sido pintado por Goya. “Pero, según mis investigaciones, el cromo fue descubierto en 1761 en los Urales por un inglés”, dijo Sainz. (I)
