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Actúan Cony Angel y Patricio Guzmán con la música en vivo de Camilo Urbano

Tres personajes sin cuerpo en una metáfora de amor

En medio de una atmósfera surrealista la obra invita a reflexionar sobre la perseverancia y la amistad.
En medio de una atmósfera surrealista la obra invita a reflexionar sobre la perseverancia y la amistad.
Mario Egas / El Telégrafo
12 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Bajo un árbol de guaba nacieron, en el invierno de 1998, una canción, un poema y un pensamiento. Patricio Guzmán Masson, cobijado por la sombra de la planta, juntó a esos tres “personajes” en una pieza teatral que, luego de 15 años de haber sido estrenada por primera vez, tras 500 funciones en festivales y escenarios locales y extranjeros, regresa a las tablas quiteñas.

No todos los días se casa un amigo se escribió en lo fue el Teatro de la Guaba, uno de los primeros centros culturales independientes ubicado en el sur de Quito, en el barrio la Magdalena. Era un laboratorio de encuentro donde se reunían actores, músicos, pintores y gente afín a la cultura. Allí, el papá de Patricio Guzmán, que venía de una fuerte tradición campesina, sembró una serie de árboles, entre ellos uno de guaba, el cual, con el tiempo, se convirtió en el sello de identidad de lo que haría su hijo. “Hace 15 años el acceso a los espacios de presentación de arte era restringido, se limitaba a las salas que estaban por la Mariscal y un poco los sitios institucionales. Entonces nos propusimos hacer teatro en el sur de la ciudad, a pesar de que no había infraestructura. Convertimos mi casa paterna-materna en ese lugar mágico donde algo tiene que ser expuesto, algo tiene que ser visto. Allí hicimos fogatas, podíamos sentir el viento, estar en contacto con los elementos naturales”, relata Patricio, quien adecuó el lugar con luces y telones, convirtiéndolo en un pequeño teatro de bolsillo. También, allí, se originó el primer Festival de Artes del Sur.

La obra, en la que actúan Cony Angel y Patricio Guzmán con la música en vivo de Camilo Urbano, cuenta una historia de amistad a partir de tres seres no corpóreos (la canción, el poema y el pensamiento). Ellos están fascinados por la belleza de una nube que habita en lo alto de la cordillera que rodea un valle que está en mitad de la Tierra. Cuando deciden ir tras ella esta desaparece, el viento se la lleva y queda, según Guzmán, una metáfora de amor. “A veces no basta con conseguir las cosas, lo importante es el proceso que se hace para ir por ellas. Creo que ahí está un acto de amor verdadero, en el proceso de las cosas”, dice.

Para el músico colombiano Camilo Urbano, este trabajo le ha permitido vincularse a la escena artística local y desarrollar varios proyectos como el Afro Colombian Jam. Siente que No todos los días se casa un amigo ha sido como un caballo de batalla que ha resistido, por sí solo, al tiempo, tanto por su calidad como por las temáticas que plantea el autor.

“La obra es muy compacta, terminada de principio a fin y, a la vez, sencilla, directa, para todo público. Patricio plantea cantos universales, de grandes valores que están en todas partes, como haciendo su llamado para que se los capture con la palabra. Y me parece especial cómo los públicos modernos y mediatizados esperan sensaciones visuales- auditivas súper producidas, pero cuando ven la obra hay un stop en ellos. Si alguien sabe organizar las palabras estas pueden curarte, tranquilizarte, darte otra forma distinta de ver las cosas, te bajan la velocidad para percibir el entorno, para darte cuenta de que puedes estar en paz”, comenta Camilo.

Anteriormente la pieza estuvo montada solamente por hombres, pero, desde el anterior año, Cony Angel se incorporó al equipo (su papel lo interpretaba Raymond Duque) y le dio nuevos matices al trabajo. “Quizás su presencia tiene que ver con esa tendencia de pensar más en lo femenino, no solo en el arte, sino en la sociología o la antropología. Hoy vemos en gran cantidad y en todas partes el tema del género y la sexualidad. Creo que la obra, en el marco de dicha corriente universal y necesaria, ha tomado ese nuevo rumbo”, dice Patricio, quien no rechaza la idea de buscar un reemplazo femenino para Cony, pues está embarazada y podrá colaborar unos pocos meses más.

“Soy actriz dramática por formación, pero mi vida dio la vuelta con el clown y me he dedicado más a desarrollar ese género. El trabajo de Patricio me ha dado como esa libertad de poner en práctica lo dramático y la comedia, ese ‘picantico’, esa picardía que tiene el clown”, comenta Cony, quien está en el país hace 10 años, ha trabajado en varias coproducciones colomboecuatorianas e interpreta, en esta obra, a la canción y al poema.

“La palabra felizmente sigue siendo fundamental en las sociedades latinoamericanas. Nos gusta contar historias, darnos el tiempo para sentir un cuento, un suspiro, para escuchar un sonido, el latido del corazón. Eso nos dice que como sociedad estamos bien. Si no nos damos esos espacios seriamos una sociedad sicótica”, precisa Patricio, quien considera que, luego de 15 años, el lenguaje de su trabajo está a tono con lo contemporáneo, pues tiene música en vivo, aspectos estéticos minimalistas y un tratamiento de la luz muy puntual. (I)

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