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La obra será presentada hoy, a las 18:30, en el FCE de quito. intervendrán Christopher Domínguez Michael y diego cazar baquero

"Quisiera ser un fantasma para estar en todas partes y escribir mejores historias"

Javier Vásconez se desenvuelve sobre los mapas literarios de Kafka, Faulkner, Conrad, Nabokov y La Carré.
Javier Vásconez se desenvuelve sobre los mapas literarios de Kafka, Faulkner, Conrad, Nabokov y La Carré.
Fernando Sandoval / El Telégrafo
25 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

La obra del escritor Javier Vásconez (Quito, 1946) podría dividirse en dos compartimentos: en uno estarían aquellos libros, como El viajero de Praga, que forman parte de esa biblioteca universal a la cual no se la puede dejar de visitar; y en otro reposarían los “pequeños” textos, esos objetos raros pero preciosos que han existido bajo el abrigo de sus hermanos mayores.

El Fondo de Cultura Económica (FCE) de México, con la intención de ampliar el panorama narrativo de Javier Vásconez a los lectores de América Latina, publicó la antología Novelas a la sombra, que reúne a las novelas cortas Jardín Capelo, El retorno de las moscas, El secreto y La otra muerte del doctor.

El libro será presentado hoy, a las 18:30, en el FCE de Quito (Av. 6 de Diciembre y Wilson), con la participación del periodista Diego Cazar Baquero y del crítico literario mexicano Christopher Domínguez Michael, quien escribió el prólogo. “El título del libro se debe a que, de alguna manera, mis novelas cortas están a la sombra de mis otros textos. Jardín Capelo podría decirse que es el jardín que le falta a El viajero de Praga. La otra muerte del doctor es una situación que ocurre poco después de que el protagonista Kronz llega a Ecuador, pero que no está narrada en El viajero de Praga. El secreto fue, en un primer momento, un episodio largo de El viajero de Praga, pero el editor mexicano que iba a publicarlo me dijo que esa parte era otro libro, así que lo saqué, lo reestructuré y quedó como es actualmente. Y El retorno de las moscas estaba vinculado a mi libro de cuentos Invitados de honor”, dice Vásconez, quien “quisiera ser un fantasma para estar en todas partes y escribir mejores historias”.

Pero no solo el escritor pretende convertirse en un ser traslúcido, también sus obras. Jardín Capelo es, por ejemplo, una novela en la que aparecen mucho fantasmas, sobre todo del pasado. Es la historia de una casa familiar del autor quiteño que todavía existe y que está en ruinas en El Valle de los Chillos, en la parte suroriental de la capital.

La descripción del lugar es exacta en la novela, pero la historia es inventada: se trata de una joven que, a instancias de su padre, va a casa de Capelo a ver si es que encuentra cosas que estén en buen estado y, cuando llega, se encuentra con Saturnino Collaguazo, un indígena que es una especie de fantasma que ha vivido junto a su perro muchos años ahí. Este personaje se convierte en el vehículo para contar la historia.

En cambio, la nouvelle El secreto surge de la vida de Daniel Camargo Barbosa, psicópata que asoló las calles de Quito hace muchos años matando y violando mujeres. En palabras del escritor Fernando Escobar Páez, esta obra “en ningún momento pretende ser una biografía de Camargo, un thriller policiaco, menos aún, un intento de glorificación o de naturalizar sus aberrantes crímenes. Estamos frente a una obra narrativa vertiginosa, pero no por ello exenta de belleza poética, que nos plantea una serie de preguntas inquietantes que conciernen tanto al individuo como a la sociedad, y -en última instancia- a la condición humana misma: ¿qué convierte a un hombre de intelecto privilegiado en un monstruo?”.

El retorno de las moscas empezó como un cuento en el libro Invitados de honor y, sin embargo, su autor se dio cuenta de que estaba escribiendo una novela. La obra, que narra una historia de espías, es un homenaje al escritor británico John le Carré, pues los personajes son sacados de sus distintos trabajos.

Mientras que La otra muerte del doctor es una novela en la que vuelve aparecer el doctor Josef Kronz (protagonista de El viajero de Praga), pero en esta ocasión está enamorado de una poeta que colecciona piedras y que trabaja como profesora en el páramo. El relato transcurre entre ese lugar de los Andes -al que el doctor fue enviado cuando llegó al Ecuador para hacer la rural- y Nueva York. “En mis libros está esa manía que tengo de vincular a Quito con otras ciudades, de sacarlo de su ensimismamiento, de su aislamiento, tanto intelectual como geográfico”.

En el prólogo de la antología Christopher Domínguez señala que el “Ecuador cuenta, al menos, con cuatro escritores relevantes: Juan Montalvo, Pablo Palacio, Alfredo Gangotena y el propio Javier Vásconez” e ubica al autor de La sombra del apostador dentro del canon de la literatura latinoamericana contemporánea.

“Admito que el prólogo puede ser polémico y discutible, pero más allá de lo que Christopher dice de mis libros, creo que una de las lecturas más enigmáticas de ese texto es que intenta renovar el canon, un tanto fosilizado de la literatura ecuatoriana. Yo sé que es algo arriesgado tratándose de un crítico mexicano que indaga en la literatura ecuatoriana, pero no olvidemos que Christopher escribió hace unos años un magnífico prólogo sobre Pablo Palacio, publicado en la editorial Veintisiete Letras. Él conoce muy bien la literatura local”, dice Vásconez. (I)

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