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Este año se celebra el centenario de su nacimiento

Pedro Jorge Vera, cien años de un animal puro

Pedro Jorge Vera, cien años de un animal puro
10 de septiembre de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Si bien han existido personajes prolíficos en Ecuador, pocos han sido tan consecuentes en todos los géneros incursionados como el escritor y político Pedro Jorge Vera (Guayaquil, 1914- Quito, 1999).    

Por ello, múltiples homenajes se han realizado en los últimos meses con motivo de su centenario, celebración que comparte junto a otras  figuras del arte y la cultura, como José Revueltas, Adalberto Ortiz, Octavio Paz, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar y Nicanor Parra. Sin embargo, dentro de todas esas iniciativas cabe destacar tres publicaciones que —más allá de la fecha— confirman la lucidez y el compromiso de Vera con la literatura, así como con los procesos históricos del país.  

La primera se trata de Conversaciones: Pedro Jorge Vera y Galo Mora Witt (2014), cuya compilación y selección estuvo a cargo de Miguel Mora Witt, y la transcripción y edición en manos del escritor Esteban Poblete Oña.

El libro recoge el testimonio oral de Pedro Jorge Vera, producto de un diálogo interactivo con Mora Witt, quien hace las veces de entrevistador y que, prolijamente,  recorre varios tópicos que parten desde la niñez de Vera, su familia, el Guayaquil de su juventud, su militancia política temprana, sus lecturas, el traslado de residencia a Quito, su pasión periodística, entre otros.    

En palabras de Miguel Mora Witt: “Las conversaciones ocurren entre diciembre de 1992 y enero de 1993, y Galo Mora tuvo la acertada idea de guardar los casetes para entregarlos en algún momento a la familia de Pedro Jorge. En este año del centenario de su nacimiento esas intensas charlas se vuelven un documento histórico de enorme valor”.

Registros invaluables

La segunda publicación se trata de Pedro Jorge Vera: cien años de un animal puro (2014), cuya edición estuvo a cargo de Miguel Mora Witt. 333 páginas de una edición de lujo en la que el lector podrá conocer las distintas facetas de Vera.

El libro inicia con un testimonio de su esposa, la escritora guayaquileña Eugenia Viteri: “Conocí a Pedro Jorge Vera en la Casa de la Cultura de Guayaquil, alrededor de 1949. Desde entonces mi  existencia estuvo ligada a la suya de todos los modos, y así recorrimos la experiencia vital que compartimos (...)”.

En adelante, cada página contiene artículos de otros escritores e intelectuales que rememoran a Vera, entre ellos Abdón Ubidia, Jorge Núñez Sánchez, Yanna Hadatty Mora, Fernando Tinajero, Xavier Oquendo Troncoso, Edwin Madrid, César Chávez Aguilar, Iván Egüez, Patricio Vallejo, entre otros.

Otra de las joyitas de la edición es la vasta selección de fotografías (proporcionadas en su mayoría por el Archivo Histórico del Museo del Ministerio de Cultura y Patrimonio) y una minuciosa selección de fragmentos de su trabajo en prosa, poesía y género epistolar.

La tercera publicación se trata de una reedición especial de la novela Los Animales Puros (1946), y que en esta ocasión la Casa de la Cultura ha incluido en su colección Esenciales. El libro aparece con un prólogo del Presidente de la institución, Raúl Pérez Torres, quien dice: “mi palabra escrita pocas veces se ha llenado de alegría, como ahora, en que miro de cuerpo entero lo que la inteligencia y el coraje pueden hacer con nuestro tiempo, porque, quién como Pedro Jorge puede decir (...): me siento orgulloso de haberme mantenido en mis trece, de no haber claudicado jamás, ni cuando la miseria material me ha mostrado su espantoso rostro. Orgulloso de mi compañera y de los cuatro hijos que he procreado, les lego el ejemplo de una existencia pobre y tormentosa, pero limpia, pero digna, pero plena de humanismo”.

Un autor inagotable

Pedro Jorge Vera fue un creador multifacético. Cultivó la poesía, el teatro, el ensayo, el cuento y la novela. Fue traducido a varios idiomas y sus relatos figuran en numerosas antologías. Recibió muchos galardones, entre ellos la Orden Nacional Félix Varela (Cuba,1995) y el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo (1991). De su vasta obra narrativa destacan: Los Animales Puros, La semilla estéril, Tiempo de Muñecos, El pueblo soy yo, Las familias y los años, Por la plata baila el perro, Gracias a la Vida, entre otras.

Por casi 50 años desarrolló una amplia actividad periodística, jamás intimidada por el poder. Melómano, sus gustos iban de la música clásica a la popular. Vivió algunos años en el exilio; su compromiso político fue irrenunciable con los ideales de izquierda. Murió en Quito, el 5 de marzo de 1999 a los 85 años.

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