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Las propuestas tienen catálogos pequeños con un plan de exhibición continuo

Nuevos modelos de distribución en el cine son una alternativa a las lógicas comerciales

Nuevos modelos de distribución en el cine son una alternativa a las lógicas comerciales
16 de marzo de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

La transnacional Cinemark, una de las cadenas distribuidoras y exhibidoras de cine más grande del mercado local, le dedicará más de 23 de sus 44 pantallas a la proyección del último estreno estadounidense de Batman, de Zack Snyder.

Ahora mismo, la cartelera de Supercines, otra de las exhibidoras con más pantallas en el país, está copada por filmes estadounidenses y dos excepciones: uno francés y otro austriaco. En Multicines, el documental ecuatoriano Alfaro Vive Carajo, de Mauricio Samaniego, ha tenido buena acogida compitiendo con filmes norteamericanos.

Para el gerente general de Multicines, Santiago Cárdenas, es el público quien determina la aceptación, resultado, calidad y, en última instancia, permanencia en pantalla de una película. Y hace énfasis en que los complejos que integran su circuito (Multicines) aceptan los estrenos cinematográficos que se ofrecen, el resto depende del público.

Cárdenas sostiene que los exhibidores son intermediarios entre los contenidos cinematográficos y el público. “Nos preocupamos de ofrecer la mayor variedad posible de contenidos dentro de una infraestructura fruto de una inversión privada muy alta, equipada con tecnología de última generación y con un gran equipo comprometido, lo cual implica un alto costo operativo que debe ser afrontado”, dice Cárdenas, y añade que “las películas no tienen una jerarquía discriminatoria de acuerdo a su país de origen. Ciertas películas de alta expectativa y de muy alta demanda del público, que son pocas en cantidad y tienen fechas preestablecidas que se planifican con meses y hasta un año antes, tienen menos probabilidades de moverse en el cronograma, porque usualmente son fechas de estreno simultáneo en la región o el mundo”.

En el último año se desarrollaron en el país proyectos de distribución de cine que buscan romper con las lógicas que mantienen las grandes salas comerciales. Así, nacen 8D, dirigido por Mariana Andrade; Trópico Cine, encabezado por Lucas Taillefer, Christian Obando y Estefanía Arregui; y Vaivem Cine -que tras algunos años con una propuesta sostenida en Buenos Aires, Lisboa y Río de Janeiro empieza a programar parte de su catálogo en Quito- dirigido por Pedro Orellana y Tomás Astudillo.

Los catálogos de estas nuevas distribuidoras autogestionadas a nivel local son pequeños, sin embargo, entre los tres el único país que se repite como lugar de origen de los filmes es Ecuador: Trópico Cine con ALBA, de Ana Cristina Barragán, y Vaivem, con Un secreto en la caja, de Javier Izquierdo. El resto de películas tiene como origen lugares diversos como Holanda, Afganistán, Arabia Saudita, Irán, Etiopía, Islandia, Bélgica, Brasil, Argentina, España y Colombia. (Ver infografía)

“Siempre pensamos que el público no quiere ver otro tipo de películas, pero nadie se ha puesto como meta proponérselas en los mismos lugares de entretenimiento. Queremos traer películas con grandes recorridos en festivales mundiales que no llegarían al Ecuador sin nosotros”, sostiene Lucas Taillefer, de Trópico Cine.

Mariana Andrade explica que su propuesta, a través de 8D, ofrece “un cine diferente, películas provenientes de diversas latitudes que tienen un punto de vista particular sobre problemáticas potentes (...) Ese cine que en nuestro mercado no se ha visibilizado, ese cine que merece ser visto, cine de calidad, cine periférico. Pero también porque es necesario diferenciar lo que el medio cinematográfico ha entendido por distribución, confundiéndola con difusión. Distribuir es ganar un sitio en el mercado, imponer, crear modelos de negocios y carteleras”.

Astudillo y Orellana trabajan en Vaivem de forma paralela a su rutina diaria como productores de cine. Por ello, según Orellana, avanzan en este proyecto de forma pausada y, en 2016, se plantearon aprender del oficio para llevarlo a otros espacios del país, con la lógica que mantiene Vaivem en Argentina o Portugal: no proyectar solo en salas, sino también en museos o espacios no convencionales para la exhibición.

“Nos parecía un despropósito mostrar las películas que queremos mostrar en salas comerciales. Queremos abrir el circuito de exhibición, como la Cinemateca o el Ochoymedio; aunque también queremos salir de la lógica de que todas las películas independientes estén solamente en Ochoymedio (en el caso de Quito)”, dice Orellana.

Para Taillefer, este tipo de inversiones son un riesgo porque compran los derechos de las películas. “Acabamos de estrenar Carneros y no sabemos exactamente cuánto habremos podido hacer de taquilla… Tenemos confianza en que vamos a ganar algo y reinvertir para comprar otras películas”, dice. Mientras que a través de 8D, Andrade propone “recuperar la inversión en salas, pero luego ofertar por paquetes temáticos. Siempre es posible ser creativos y recursivos para proponer nuestro catálogo de diferentes maneras”.

Estas alternativas para mirar en el país el cine fuera de las grandes novedades comerciales se acogen al pequeño sector de salas públicas que existen, así como otros espacios alternativos. En el caso de 8D han mapeado las salas que en el país se pueden reactivar con exhibición aleatoria, organizada en paquetes de películas o temporadas cerradas con espacios de discusión temática. (I)

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