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Moradores de Voluntad de Dios se estrenan en pantalla grande

Moradores de Voluntad de Dios  se estrenan en pantalla grande
Fotos: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
20 de agosto de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

En la calle ancha, desde la que se ramifican los distintos sectores de Monte Sinaí, hay un parqueadero de motos bajo una incipiente sombra metálica. Varios hombres con camisetas desmangadas esperan recostados sobre sus vehículos algún cliente. Hace un año el cineasta quiteño Sebastián Cordero encontró en el sector amurallado por cerros y árboles a medio cortar un pequeño caserío para Sin muertos no hay carnaval, la primera de sus seis películas que se produce por completo en Guayaquil. Los motociclistas recuerdan el rodaje. Saben que se trata de los desalojos que hubo en el sector y  que por algún tiempo varios actores iban y venían de Tres Bocas, comunidad de 200 familias que anuncia su entrada con la sombra ancha de un árbol de lluvia, un samán.

“No he visto películas ecuatorianas, solo esa de sicarios manabitas, pero nunca habíamos estado tan cerca de una. La grabación iba a ser en la Talía, pero como allá desalojaron vinieron acá”, dice Adolfo García, uno de los moradores del lugar que colaboró con la utilería de la película, como tantos en este sector de la cooperativa Voluntad de Dios.

Saben con precisión dónde estuvieron los muertos, el atropellado que rompió el vidrio frente a las cámaras y luego se paró como si nada. Recuerdan las escenas de la discusión entre el traficante de tierras y sus compradores. Mencionan la carpa estilo militar en la que salían y entraban los actores “que andaban siempre ocupados, llegaban a grabar aquí a las dos de la mañana, pero eran bien cordiales”, recuerda Mariela Tobar una de las pocas moradoras que no sale en la película pero desayunó en su casa con Sebastián Cordero. "¿Si me puede preparar unos patacones con huevito frito, queso y una agüita aromática?", le dijo Cordero a la dueña de casa y se sentaron a conversar. 

Mariela Tobar y sus hijos desayunaron con Cordero en uno de los rodajes. Revisaron avances de la cinta en internet y se alistan para verla hoy en pantalla.

En las escenas en las que llega la Policía con las autoridades para desalojarlos de sus viviendas, los moradores reaccionaron con piedrazos contra los intrusos. “¡Paren las piedras que venimos a rodar una película!”, recuerda Dennit Medrana, uno de los actores naturales que logró Cordero en su rodaje. Desde las viviendas que se ubican en la entrada de Tres Bocas vieron cómo replicaban la imagen de casas derrumbándose sobre el suelo. Pensaron que era real hasta que les contaron que era solamente una película. “Ustedes son los moradores – comenta Medrana que les dijo Cordero antes de iniciar el rodaje-  son los dueños del lugar, necesitamos su autorización para formar aquí una película. Nosotros le aceptamos y cuando empezaron a rodar, incluso nos ofrecieron trabajo”.

Medrana que se define a sí mismo como afrodescendiente llegó en 2010 al sector, tres años antes de que iniciaran los desalojos previstos por la Secretaría Técnica de Prevención de Asentamientos Irregulares. En la película de Cordero, grabada hace un año las notificaciones de desalojo en el sector estaban latentes.

Aquel afrodescendiente improvisó su diálogo frente a la cámara a partir de lo vivido. “Basta de los desalojos que haces en Monte Sinaí, nosotros también somos ecuatorianos y vivimos en Guayaquil. Mi voto lo hago aquí. Ven y conversa con los moradores”, dice Medrana improvisando de nuevo su diálogo en la película.

“Nosotros gritamos con el desalojo y nos armamos de piedras. Esta es una cinta pero dentro de nuestro corazón decimos la verdad porque después del filme y de todos los desalojos seguimos viviendo en zozobra”.

María Peña, Ángela Antepara, Rosario Quimí y Lady, Katherine y Adriana, las chicas de la familia Briones comparten con otros moradores la experiencia de haber visto Sicarios manabitas, la película de Fernando Cedeño. Hoy, Cordero cumple uno de sus compromisos: estrenar la película donde se grabó “como una forma de agradecerle la ayuda a la gente”, dice Kathy García, jefa de locaciones. Los habitantes preparan comida para hoy, para “que hagan el gasto”. Se verán en pantalla grande, como en el cine, al que van “cuando se puede”, esta vez cerca de su casa y en otra película ecuatoriana, por la que muchos de ellos corrieron de un lado a otro durante largas horas hasta que quedara lista la última escena. (I)

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