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Julio Roldán presentó su obra sobre el nobel

Mario Vargas Llosa, el personaje real, más allá del mito

Roldán regresó a América luego de 22 años de exilio en Alemania. Ahora lo acusan de prestar su nombre para un libro que escribió sobre Sendero Luminoso. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo.
Roldán regresó a América luego de 22 años de exilio en Alemania. Ahora lo acusan de prestar su nombre para un libro que escribió sobre Sendero Luminoso. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo.
22 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

En cuanto a la trascendencia histórica que pueda llegar a tener Mario Vargas Llosa, otro escritor -nacido en su país y que también reside en Europa-, Julio Roldán, es categórico: “no va a quedar como parte de la literatura clásica. Es un producto comercial que no trascenderá”.

La afirmación de este sociólogo y doctor en filosofía -que suma más de 2 décadas exiliado en Alemania- puede parecer una apostasía al lado de los premios que ha recibido el autor de La Ciudad y los perros (los cuales incluyen el Nobel de Literatura en 2010) o frente a las adaptaciones cinematográficas en que derivaron la novela citada y Pantaleón y las visitadoras, pero Roldán le dedicó 4 años de su vida (1996-2000) a buscar al Vargas Llosa real tras el mito que forjaron sus logros.

De esa manera nació el ensayo que su autor presentó en un conversatorio, la noche del jueves último, en el aula Benjamín Carrión de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, con el presidente de la institución, Raúl Pérez Torres, escritor para quien la obra del nobel peruano tampoco ha pasado desapercibida.

Historia de un deicidio

Aunque el gran estudio con el que Julio Roldán obtendría su doctorado tenía en la mira al “poeta universal” César Vallejo -descartó al escritor y periodista José Carlos Mariátegui porque un amigo suyo ya lo había abordado con el subtítulo Razón y mito-, las contradicciones y atractivos del nobel que un asesor de la Universidad de Bremen, en esa ciudad alemana, le recordó fueron motivo suficiente para que encausara su investigación hacia Vargas Llosa. Entre el mito y la realidad. Un recorrido analítico a través de la vida y obra del autor de Lituma en Los Andes, quien, como Roldán dijo, escribió, a sus 15 años, luego de dejar el colegio militar Leoncio Prado, una obra de teatro durante su estancia en un nuevo colegio fiscal, a la cual tituló La huida del inca y que daba cuenta de la influencia del mundo andino y que pese a su desaparición daría lugar a otra de sus obras, Historia de Mayta.

Respecto a su pertenencia a la Real Academia Española, Roldán señaló el acto contradictorio en que incurrió esa institución al integrar a Mario Vargas Llosa por su ‘escritura de un trabajo científico’ que Gabriel García Márquez no tenía cuando la tesis doctoral del primero fue un estudio sobre el nobel colombiano: Historia de un deicidio.

La tía Julia y el escribidor

El idilio entre Mario Vargas Llosa y Julia Urquidi, su primera esposa, es uno de los vacíos del estudio de Roldán aunque fue el origen de una de sus novelas, de gran recordación entre sus lectores pese a que su autor suele desdeñarla frente a otras obras que destaca con frecuencia, como La guerra del fin del mundo.

Roldán descubrió que Urquidi se molestó al ver retratadas sus intimidades en un personaje de Vargas Llosa que lleva su nombre y que ella publicó, como respuesta, el libro Lo que Varguitas no dijo, una confesión que, a su vez, provocó que la tía Julia dejara de recibir, según Pérez Torres, “las regalías” que dejaban -y siguen dejando- las ventas de la primera novela del peruano.

Entonces, Roldán recuerda algo que para Vargas Llosa “está muy claro: la ética no tiene nada que ver con la estética” a la hora de contar una historia novelesca.

Conversación en La Catedral

Julio Roldán sostiene que “la condición humana, en el sentido que plantearon Schiller y Goethe” no aparece en la obra del autor más célebre del país en que nació y al que este sociólogo no ha vuelto por más de 2 décadas, ni planea hacerlo debido al giro que significó haberse convertido en un “ciudadano del mundo” cuando llegó a Alemania, además de un proceso judicial por el que todavía lo persiguen -desde 1998- y a través del cual se lo acusa de haber prestado su nombre para el libro Gonzalo, El mito (apuntes para una interpretación del PCP) que supuestamente escribió un grupo de intelectuales al servicio de la guerrilla.

Para Roldán, los fracasos y variantes, a veces contradictorias y sorprendentes, en la vida política de Vargas Llosa se deben a su apasionamiento y a que ignora una máxima de Max Weber: “la política se hace con el corazón, sí, pero, sobre todo, con el cerebro”.

Raúl Pérez Torres le solicitó a este escritor exiliado que le cediera sus derechos autorales para publicar sus libros, a través de la CCE, y él accedió para que, de esa manera, se difundan 3 de sus obras en el país: la tesis doctoral; América Latina. Democracia y transición a comienzos del tercer milenio; y, La ciudadanía mundial, su más reciente publicación.

Sobre la relación Vargas Llosa - Cortázar, el especialista peruano recuerda que su paisano consideraba al autor de Rayuela, un “intelectual dubitativo, indefinido políticamente (...) Sé que había reuniones entre ellos, que incluso están documentadas en la Historia personal del boom, de José Donoso, pero que luego del alejamiento de Vargas Llosa de la Revolución Cubana, hubo un enfriamiento de sus relaciones, del nivel de amistad que tenían y de su costumbre, relativamente intensa, de conversar”, concluye. Mientras visita Ecuador, Julio Roldán le dedica su tiempo a la lectura de La Puta de Babilonia, escrita por Fernando Vallejo, y a un tomo de tapa gruesa, escrito en alemán, que reúne a autores que van “desde Carlos Marx hasta Thomas Mann” y cuyo título, traducido, es Un Panorama del Espíritu europeo, obras que aportan a sus nuevos proyectos como ensayista pero que no lo ayudan a resolver un tema que García Márquez se llevó consigo a la tumba: su ruptura con el nobel peruano y, menos aún, a una pregunta que lanzó al auditorio de la Casa de la Cultura el jueves pasado: “¿A qué Vargas Llosa le creemos?”.

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