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Mañana se conmemoran 3 décadas del fallecimiento del célebre autor del cuento ‘Funes el memorioso’

La viuda de Borges insiste en que el escritor no ganó el Nobel por razones políticas

La escritora y traductora administra los derechos de autor del célebre escritor argentino.
La escritora y traductora administra los derechos de autor del célebre escritor argentino.
Foto: Tomado de gesell.gob.ar
13 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura y agencias

Mañana se cumplirán 3 décadas de la muerte de Jorge Luis Borges, y su viuda, María Kodama, se muestra convencida de que el escritor argentino de mayor proyección universal no ganó el Premio Nobel de Literatura por razones políticas.

En un diálogo que sostuvo con la agencia argentina DPA, Kodama dice, sobre la cuestionada decisión de la Academia Sueca de no concederle el galardón a Borges, una de las figuras más prominentes de las letras del siglo XX: “Todo el mundo sabe que es una cuestión política, evidentemente”. La heredera del legado borgiano cuenta que el escritor recibió una llamada desde Suecia antes de viajar a aceptar un doctorado de una universidad chilena durante el régimen del dictador Augusto Pinochet.

Kodama brinda su testimonio en detalle sobre esa comunicación telefónica: “Era un periodista, creo. (Borges) me dice ‘no nos hagamos ilusiones’ y va hasta el teléfono.

Cuando él hablaba por teléfono yo me iba, porque era su intimidad. Entonces me agarra del brazo para que no me vaya”. El escritor respondía: “mire, yo le agradezco muchísimo su preocupación, pero hay dos cosas que un hombre no puede permitir: sobornar o dejarse sobornar. Muchas gracias por llamarme, buenas tardes”, según Kodama, quien conoció a Borges cuando era una joven estudiante. “La gente es perversa, porque cuando un hombre recibe un doctorado, es protocolo que se lo entregue un presidente”.

Cuando el galardón lo recibió en Francia, estaba Mitterrand; cuando se lo otorgó Inglaterra, el marido de la reina bajó de un helicóptero en los jardines de la universidad para un almuerzo que daban en honor de Borges. Pero la gente es muy muy perversa, y entonces empezaba ‘que Pinochet, que esto, que lo otro’”, explicó la traductora. “Él no fue invitado por Pinochet, sino que fue invitado por la Universidad Católica”, subraya antes de recordar el diálogo que mantuvo con su esposo tras la llamada. “Le pregunté ‘¿no quiere pensarlo? Puede decir que está mal, que está enfermo, lo que quiera’. Y me dijo ‘¿usted haría eso?’ ‘Usted sabe que no’, le respondí. ‘¿Y por qué quiere que yo lo haga?’ ‘No, yo no quiero que lo haga, yo le pregunto’”. Entonces Borges la abrazó, le pidió que olvidaran el tema y siguieran con la traducción que estaban haciendo. “Se terminó, nunca más se mencionó el tema. Él sabía que lo había acabado él mismo”.

La presidenta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges destaca que, junto con su literatura, lo que más admira del autor, que quedó ciego en la década del cincuenta, es justamente esa virtud “de no dejarse manejar, de ser libre [...] Eso me fascina en una persona, la libertad”.

Kodama rememoró un reencuentro del autor de El Aleph con Julio Cortázar en el Museo del Prado de Madrid. Describe el suceso con emoción, ocurrió delante del ‘Perro semihundido’ de Goya. “Soy miope, de lejos no veo, pero era imposible no ver una figura de 2 metros de alto que avanzaba”, apunta en referencia al espigado escritor que vivía en París. “A mí me gusta mucho la obra de Cortázar. Entonces le digo emocionada, ‘ay, Borges, ahí viene Cortázar’. Él me responde ‘y usted querrá saludarlo’ y yo, ‘como usted quiera’. Antes de que terminara de decir ‘como usted quiera’, Cortázar estaba abrazándolo y diciéndole ‘maestro, usted publicó mi primer cuento’, que era ‘Casa Tomada’, ‘yo lo admiro’. Y entonces él ahí cambió (su actitud), por supuesto”.

La distancia entre el autor de El Aleph y el de Rayuela se produjo “a raíz de la política, porque Cortázar estaba en la posición contraria a la de Borges”, considera la viuda.

Por lo tanto, “ese encuentro fue maravilloso, ver a los dos escritores cuyos cuentos para mí son maravillosos, delante del ‘Perro semihundido’... me quedó como un slide o, como dicen ahora, una selfie para toda mi vida. Un momento único, magnífico”, apunta Kodama. A la pregunta de cuál es actualmente la mejor manera de cuidar el legado de Borges, la viuda —que impulsó varias causas judiciales para proteger los derechos de autor de Borges— manifestó: “Tratando de que no lo arruinen, tratando de que sea respetado. Es una tarea muy complicada”.

Kodama cree que el autor de Ficciones —que no inscribió su nombre entre los ganadores del Nobel, pero sí se adjudicó el Premio Cervantes y el Formentor, entre otros— pudo sentir el reconocimiento que merecía antes de morir el 14 de junio de 1986. “Justamente antes de ir a Ginebra (Suiza), de partir, él sabía que partía, tuvo una gira impresionante de homenaje en Italia”, indica. “Realmente fue maravilloso, incluso él pudo ver una retrospectiva de (Johann Heinrich) Füssli”, el pintor de ‘La pesadilla’, cuadro al que admiraba.

María Kodama recuerda a su marido como un hombre conversador aunque defensor de las libertades individuales. “Por ejemplo, los que lo adoraban eran los conductores de taxi. Él andaba siempre de un lado para el otro en taxi. Entonces abría la billetera y decía ‘sírvase’. ‘No, maestro’, le decían. Nadie le cobraba”, quizá por su humor y sencillez o por simple admiración.

La viuda de Borges también evocó que al autor le gustaba mucho andar por las calles de Buenos Aires, la ciudad en la que nació en 1899 y que configuró su literatura. “Caminábamos por Florida, por San Telmo, la parte de la biblioteca antigua de (la calle) México, y, a veces, por el zoológico para ver a los tigres, que él amaba y yo también”. (I)

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