La memoria de El Pobre Diablo está en 25 murales

Hace un cuarto de siglo, la artista Paula Barragán hizo un mural con recortes de cartulinas de colores que recorría varias paredes de la antigua casona de El Pobre Diablo, en La Mariscal. Era el inicio de un relato sostenido.

El gran formato había integrado el performance multimediático ‘Desnudos entre Marx y una mujer’ —dirigido por Nelson García y con la participación de Paula y Carla Barragán, Manuela Ribadeneira, Hugo Burgos— y, luego de desmontarse, el testimonio quedó grabado en fotografías de la época. Era el registro de una gestión que continuó. La noche del jueves pasado, una antología de 25 murales se presentó en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), por los 25 años de El Pobre Diablo, ahora ubicado en una esquina de La Floresta.

“Estas obras son enclaves de la memoria. Son, también, hitos de una escena artística que se ha fortalecido entre las cuatro paredes de El Pobre Diablo [...] Los artistas nunca cobraron por hacer estas obras. La paga era simbólica: una copa de vino, un plato de mote con chicarrón, y, sobre todo, la amistad eterna. Estos murales hablan de un momento en el arte de Ecuador que, en parte, ha sido moldeado por las frecuencias visuales y los tonos auditivos de El Pobre Diablo”, decía Rafael Barriga, unos de los socios.

También se expuso una colección de afiches y fotografías que componen el lugar, junto con los murales de Ana Fernández, Belén Mena, Carlos Echeverría Kossak, Gustavo Moya, Jaime Zapata, Jorge Espinosa, Marcelo Aguirre, Motomiche, Paula Barragán, Rolf Blombreg, Sara Roitman, Teo Monsalve, Wilson Paccha y Pepe Avilés. Obras de La Suerte y el Colectivo Aguirre, Cueva, Jácome y Stornaiolo completaban la muestra.

Echeverría Kossak había representado, en ‘San Pedro’, a la planta ancestral usando pintura acrílica sobre lienzo en tonos rojizos; mientras que Paccha les había dado forma a las bebidas de El Pobre Diablo en su “S/T” que ponía un acrílico no figurativo sobre papel.

Lo abstracto y minimalista se fundían en la ‘Fábrica Jazz’ que Paula Barragán recreó al ritmo de la tinta y acrílico sobre papel. El ‘Día de la raza’ se ponía en evidencia en la carabela, el pez y un hipocampo imposible que pintó Ana Fernández.

Las proyecciones digitales han acogido a VJS en El Pobre Diablo, entre quienes destacan Miguel Alvear, el artista visual Motomiche con el grupo Rarefacción, Marcelo Aguirre junto con la Hot Choclo Blues Band y Jaime Guevara, y la banda Bueyes de Madera con Theo Monsalve pintando en vivo. Todos integraron, de forma interdisciplinaria, la muestra de murales que le da sentido a un pasado latente. (I)