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La intolerancia vista en el cine
Prejuicios e intolerancia: la película Pelo malo, de la venezolana Mariana Rondón, presentada ayer en el Festival de San Sebastián, denuncia la homofobia en un país donde las niñas sueñan con concursos de belleza y los niños con las armas.
“Creo que hay una situación bastante grave en Venezuela, que es uno de los pocos países en Latinoamérica donde la homofobia no es considerada como un problema”, afirmó Rondón tras la proyección de su película en la sección oficial a concurso en el encuentro español.
Coproducida con Perú y Alemania, Pelo malo cuenta la historia de Junior, un niño de un barrio pobre de Caracas obstinado con alisarse el pelo para verse como un cantante de moda en la foto del colegio.
Pero en un país donde las chicas se disfrazan de reinas de belleza y los chicos de militares, el deseo de Junior inquieta a su madre, quien lucha al límite por criar sola a dos hijos tras haber perdido esposo y trabajo, y empuja al muchacho a un conflicto interno.
“Lo que quise fue construir una historia sobre la intolerancia y sobre la incapacidad de reconocer las necesidades del otro, sus libertades, sus deseos”, explica la cineasta.
“Y lo hice fundamentalmente a partir de las miradas, la mirada de la madre hacia el niño, la del niño hacia la madre y la del espectador que ve cosas en el niño que la madre no ve”, agrega. Se teje así un complejo juego de ternura y violencia por parte de una mujer desesperada, obligada a ejercer de padre y madre.