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La culpa es abordada en Las manos de Eurídice

El actor argentino tiene 20 años de experiencia en las tablas. Ha recorrido varios países latinoamericanos.
El actor argentino tiene 20 años de experiencia en las tablas. Ha recorrido varios países latinoamericanos.
Foto: cortesía
07 de enero de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

A Gumersindo Tabares, el único personaje de Las manos de Eurídice, le atormenta la culpa que siente por las reiteradas decisiones equivocadas que toma para enfrentar algunas situaciones en su vida.

Dice Gumersindo: “Yo soy un hombre común”. La realidad es que él dejó de ser alguien así hace mucho tiempo porque lo único que  ahora hace es justificar sus acciones y sus malas determinaciones luego de abandonar su hogar para vivir un romance con Eurídice, quien luego terminó la relación.

En la obra, escrita por el psiquiatra y dramaturgo brasileño Pedro Bloch, el actor argentino Cristian Thorsen hurga en el pensamiento del hombre contemporáneo, quien se enfrenta a una sociedad consumista que pervierte valores como la lealtad o el respeto.

Thorsen cuenta que Gumersindo Tabares vuelve a su hogar luego de siete años de ausencia con el objetivo de recuperar a su familia, pero el panorama que encierra su regreso es desolador, pues nadie cree en su arrepentimiento. Llevó una vida desordenada. Todo cambió al punto de hallarse totalmente solo, abatido y derrotado.

El trabajo de construcción del personaje conlleva una alta dosis de psicología y está fundamentado en la variedad del comportamiento humano. Gumersindo Tabares es por momentos digno de amor y, de la misma manera, digno de odio.

“Seductor, carismático, piadoso, feroz, manipulador, triste, etc.  Así de impredecible y oscilante lo pensó el autor y así lo he construido”, afirma Thorsen, quien el año pasado  presentó la misma obra en el Teatro Malayerba, de Quito.

El actor manifiesta que Las manos de Eurídice es un monólogo que se desarrolla en dos actos, es “un monumento a la dramaturgia, a la palabra puesta al servicio de la construcción teatral y una de las más complicadas de interpretar por su fuerte carga psicológica”.

El drama del primer acto transcurre en esta vuelta plagada de situaciones irresueltas acompañadas de la culpa, aunque el protagonista evade la suya y responsabiliza a los otros por errores que no cometieron. El segundo acto es una eterna justificación llena de sorpresas.

Con voz pausada Thorsen confiesa que ninguna de las 25.000 palabras que consta en la obra fueron modificadas. “Está bien construido el mundo ficcional que propone el autor y tocarle ‘una coma’ sería un acto de irresponsabilidad porque perdería sentido. No estoy en contra de adaptar o cambiar algo, pero en Las manos de Eurídice no era necesario”.

Sobre la elección del texto de Bloch, el actor expresa que tuvo un fin estratégico. En 2010 él sintió  la necesidad de asumir un reto en su carrera de actor. Técnicamente, Las manos de Eurídice es un gran desafío que puede tener un actor de experiencia.

“La dificultad estructural que plantea la obra me hizo pensarme y repensarme en esta profesión. Al estar solo en el escenario lo que aumenta es el riesgo al vacío, pero eso me gusta… De lo contrario me dedicaría a otra cosa. Uno hace teatro porque hay algo en el alma que urge ser expresado”, señala el también docente.
 
Su visión sobre el teatro

Referente al movimiento cultural en países de América Latina, el argentino con más de treinta obras a su haber señala que “tenemos un atraso, un nivel degradado y muy básico en el desarrollo de la comedia a diferencia de Europa y Asia que han ido evolucionando”.

Él se refiere a que el teatro tiene una impronta muy política y que se  utilizan elementos comunes como la burla para llegar a entretener a su público. Sugiere que el actor debe pensar complejamente y saber transmitir diversas emociones para ofrecer un buen espectáculo.

Fundación Valta Thorsen

Salua Gavilanes, presidenta de la fundación Valta Thorsen, que tiene su sede en Buenos Aires, Argentina, –donde Cristian Thorsen dicta sus clases de teatro–, indica que su organización asume el “arte como herramienta de transformación social”, porque se trata de un emprendimiento solidario, sin fines de lucro, que busca canalizar todos los impulsos en acciones concretas para promover cultura.  

En su rol de docente,  Thorsen asegura que les enseña a sus alumnos a pensar críticamente y no a ser un espectador paciente esperando las directrices de su director. (I)

Datos

Las manos de Eurídice es interpretada por el actor Cristian Thorsen y se presenta en el Teatro Sánchez Aguilar, en la sala Zaruma, a las 20:00, este 7 de enero.

Cristian Thorsen ha puesto en escena este monólogo en Chile, Brasil, Uruguay, Ecuador y Argentina. Tiene más de treinta obras a su haber, entre ellas Tartufo, Decir Sí, Esperando la carroza, Orquesta de Señoritas y La isla Desierta.   

El actor argentino ofreció el anterior jueves y viernes un seminario titulado ‘La opinión del actor’, en el Teatro Sánchez Aguilar, desde las 15:00 hasta las 20:00.

La obra Las manos de Eurídice fue escrita por el psiquiatra y dramaturgo brasileño Pedro Bloch, y su estilo de relato es psicológico y analiza las emociones del hombre contemporáneo. (I) 

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