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Se fundó en 1944 gracias a la iniciativa de benjamín carrión

La Casa de la Cultura Ecuatoriana cumple 70 años y lucha por mantenerse

La Casa de la Cultura Ecuatoriana cumple 70 años y lucha por mantenerse
09 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

La Casa de la Cultura abrió sus puertas en 1944, año en el que se había consolidado un movimiento artístico y que ganó poder con la presidencia de José María Velasco Ibarra. Benjamín Carrión fue el principal promotor de su creación. Nacido en Loja en 1897, fue político, periodista, diplomático, escritor e intelectual. Bajo la tesis de que Ecuador -cuya moral atravesaba una crisis después de la derrota en el conflicto bélico de 1941 contra Perú- podía convertirse en una ‘nación pequeña pero culta’, Carrión promovió la creación de una institución dedicada especialmente a la cultura, que funcionaría con apoyo estatal pero contaría con autonomía para gestionarse.

En sus orígenes, la Casa de la Cultura se concibió como un proyecto de corte académico y elitista, alejado de las manifestaciones populares, del que formaban parte los más importantes intelectuales de la época y en el que confluían diversas ideologías. Entre los 14 miembros originales constaban desde comunistas hasta conservadores.

La Casa se erigía desde entonces como un núcleo del pensamiento intelectual y la creación artística en el país, un punto de encuentro entre los distintos actores de la cultura. Además de la matriz, ubicada en Quito, cuenta con 23 núcleos en todo el país.

“Cuando fue creada, sirvió para devolver a los ecuatorianos un orgullo de su nacionalidad, un aprecio por su propio país y un motivo para tener fe en el destino del Ecuador. Ese rol que jugó la Casa ya no se puede mantener porque las circunstancias son distintas”, sostiene Fernando Tinajero, autor del libro El siglo de Carrión y quien ha participado activamente en el desarrollo del organismo.

70 años después de su creación, la CCE se inserta en la competencia de gestores culturales independientes y coexiste desde el 2007 con el Ministerio de Cultura, que es el encargado de llevar adelante la política estatal en este campo.

El estado actual de la CCE ha dado un giro a la visión que tuvo Carrión en 1944. Raúl Pérez Torres, actual presidente del organismo, asegura que el presupuesto de 17 millones de dólares que recibe por parte del Estado es apenas suficiente para subsistir.

“En este momento y desde hace 3 años, el monto del que dispone la Casa para inversión es de 0 dólares”, asegura el director, que no descarta recurrir a la empresa privada en un intento por paliar la crisis por la que atraviesa la institución.

La Ley Orgánica de la CCE, vigente desde 2006, indica que el organismo debe destinar el 70% de su presupuesto ‘a inversiones y proyectos culturales específicos’ y por ningún concepto se podrá destinar este monto a ‘gastos operativos’.

Del presupuesto total, 8 millones de dólares se quedan en la matriz y 9 se reparten entre los núcleos provinciales. En Quito trabajan 200 personas y la CCE está a cargo del Teatro Nacional, el Ágora, varias salas de exhibición, un fondo editorial, 3 museos (de Arte Moderno, Colonial e Instrumentos Musicales), una cinemateca y la Biblioteca Nacional.

Las instalaciones no han recibido mantenimiento en varios años, según Pérez, por la ausencia de fondos. Los teatros “tienen pésimas luces y un precario sonido. Acaba de caerse el cortinaje y la tramoya luego de soportar años de uso sin mantenimiento técnico”, explica.

Según Tinajero, el declive de la CCE se remonta a los años 80 y se debe a varios factores, entre ellos la aparición de editoriales privadas y galerías de arte que “que empezaron a realizar uno de los papeles fundamentales que había cumplido la Casa hasta ese momento. A esto se suma la aparición de pequeños grupos que confundieron la Casa con un botín”, indica.

El 2 de junio pasado Pérez Torres escribió una carta abierta al Presidente Rafael Correa, en la que lo insta a visitar la sede de la CCE para conocer de cerca el estado en el que se encuentra. En septiembre de 2013, durante un enlace ciudadano, el mandatario cuestionó el rol del organismo, al que acusó de centralista y estar sumergido en un caos.

“De hecho (la matriz de la CCE) en sus teatros tiene espacio para 7.500 butacas que hasta ahora no ha podido copar. No obstante, en ciudades como Loja, Esmeraldas o Portoviejo, no existe un solo teatro. Y el 50% de la plata se queda en la matriz, en Pichincha, fíjese el centralismo”, decía el Presidente.

“La infraestructura de la CCE de Quito, de Pichincha, no es igual a la de, por ejemplo, Zamora, donde hay 3 oficinas y una salita de exposiciones. Nosotros no recibimos el presupuesto de los núcleos, lo reciben ellos directamente del Ministerio de Finanzas. E igual que ocurre con la matriz, no alcanza para nada”, indica Pérez Torres.

El destino de la Casa de la Cultura dependerá, en gran medida, de la eventual aprobación de la Ley de Cultura, que se encuentra en trámite en la Asamblea desde 2010 y que dispone los mecanismos para la creación de un Sistema Nacional de Cultura (SNC), al que debe articularse la CCE.

Tanto Tinajero como Pérez Torres aseguran que es fundamental que la Casa mantenga su autonomía de gestión y no sea reemplazada por el Ministerio de Cultura.

“La CCE debe formar parte del SNC y trabajar en conjunto con el Ministerio. Una vez precisadas las políticas que regirán ese sistema, la Casa cumplirá sus roles que son fundamentalmente la promoción y difusión del pensamiento ecuatoriano, sin sacrificar su autonomía”, concluye Pérez Torres.

En Guayaquil, el núcleo más grande de la Casa de la Cultura, el quiebre es evidente. Sin embargo, a diferencia del apogeo que tuvo en Quito, este espacio fue criticado en la ciudad los años siguientes de su fundación. Para muchos artistas locales, la gestión de Benjamín Carrión y su preocupación por exponer en el mundo la tendencia del arte indigenista, evadía las nuevas producciones locales.

Actualmente 2 espacios fundamentales de su oferta cultural están en ‘stand by’. Por un lado el museo de arte prehistórico Carlos Zevallos Menéndez está en una etapa de rediseño, en el que se plantea reordenar las piezas y su muestra. Por otro, la biblioteca está en restructuración, por lo que permanece cerrada.

Sin embargo, en su gestión ha permanecido el Festival de Teatro Pipo Martínez, el Salón de Octubre y el Concurso de Literatura Ileana Espinel. Además, de que existe una predisposición para que artistas independientes expongan su trabajo.

Para Germán Vera, gestor cultural de la entidad, el proceso que vive la Casa de la Cultura debe fortalecerse con los más pequeños. Para esto, trabajan en una campaña para nombrar nuevos miembros jóvenes. Además, se trabaja en cursos de pintura y lectura como una estrategia para vincularlos al proceso artístico de la CCE.

A pesar de que, según Tinajero, el declive de la entidad se remonta a los 80, hay núcleos que se fundan hace apenas 10 años. Este es el caso de Orellana y de otras provincias de la Amazonía,Sierra y Costa, donde la gestión cultural no tiene límites vanguardistas.

En estos espacios la cultura que promueve la Casa de la Cultura se alinea a los propósitos de preservar una identidad. Cada núcleo tiene una función distinta, pensada desde su comunidad. En Esmeraldas, por ejemplo, se formaron muchos de los bailarines que actualmente representan al Ecuador fuera del país.

En Sucumbíos hay una búsqueda por las muestras naturales; en Orellana, por la danza nativa. Estas manifestaciones tal vez sean una razón para persistir antes de innovar.

Datos

En la matriz de la Casa de la Cultura funcionan 2 teatros, el Ágora, la Biblioteca Nacional, el Fondo Editorial, 2 grupos de ballet, 2 museos y la Cinemateca.

A nivel nacional la entidad dispone de 23 núcleos, varios de ellos tienen extensiones, como sucede en Guayas, con el núcleo de Milagro. Cada uno de estos espacios recibe un presupuesto.

El destino de la Casa de la Cultura dependerá, en gran medida, de la eventual aprobación de la Ley de Cultura, que se encuentra en trámite en la Asamblea Nacional desde 2010.

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