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El Telégrafo
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Kiblos, la empresa detrás del Teatro Sánchez Aguilar

Kiblos, la empresa detrás del Teatro Sánchez Aguilar
08 de junio de 2012 - 00:00

Son las dos y media de la tarde y después de una hora de espera los directores del Teatro Sánchez Aguilar, Marion Ecalle -directora administrativa- y Ramón Barranco -director artístico- dejan sus obligaciones para hablar de lo que hasta ahora es uno de sus más importantes trabajos en artes escénicas.

Marion, francesa de 32 años, con una sonrisa amplia y una mirada vital empieza a explicar cómo llegaron -ella y Ramón- a dirigir el novel teatro Sánchez Aguilar, ubicado en la vía Samborondón.    

Ramón y Marion se conocieron en Bogotá, en el festival de teatro. Intercambiaron ideas, hubo empatía, unieron conocimientos y crearon, hace un año, su empresa Kiblos, dedicada a la gestión y difusión cultural.

Su llegada al Ecuador se da por la experiencia previa que Ecalle había tenido en el país. En el 2004 trabajó en la Alianza Francesa de Guayaquil y dos años después en el consulado de Bélgica. Esta experiencia le sirvió para conocer el escenario cultural guayaquileño.  

Cuando surge por parte de la fundación Sánchez Aguilar la idea de crear un teatro contactan a Marion, quien estaba recién consolidando la empresa. “Cuando me llamaron por primera vez a hacerme la propuesta no acepté, pero seis meses después me volvieron a realizar la oferta y Kiblos ya estaba casi conformada, así que decidimos aceptar”.  Lo que estos dos gestores culturales le ofrecieron a la fundación fue crear el proyecto estratégico para hacer funcionar el teatro.

“Nosotros no pensábamos en venir a dirigirlo, la idea inicial era que  generáramos un proyecto en el que se direccionaría la forma de sacarlo adelante, pero no que fuéramos nosotros quienes lo hiciéramos”, cuenta Barranco.
Luego de ser aceptado su proyecto, y por medio de múltiples conversaciones, Kiblos acepta la propuesta de dirigir el teatro.

Su contrato está firmado hasta abril de 2014, tiempo en el que esperan tener conformado un equipo de trabajo fuerte y preparado. Marion no tiene pensado quedarse a cargo de la parte administrativa más del tiempo establecido. “Quiero dedicarme más a trabajar con las compañías, a difundir con Kiblos a grandes artistas. Siento que estoy joven y no me veo dirigiendo un teatro el resto de mi vida”.

Para Ramón es distinto, él asegura no tener ningún problema -si las circunstancias lo ameritan- en quedarse frente a la dirección artística del teatro por el tiempo que sea necesario. “Esta ciudad -exceptuando el calor, la humedad y el tráfico- me gusta y no tengo  problemas en quedarme”.

El proyecto del Teatro Sánchez Aguilar es el primero y más grande que han llevado a cabo como empresa, y su trabajo individual y la experiencia previa hace que el reto sea visto por ellos como algo de exigida responsabilidad. 

Barranco cuenta que además de dirigir el teatro como empresa tienen otros proyectos en diferentes países de Latinoamérica. “Kiblos posee dos vertientes: la una es llevar teatro latinoamericano a Europa y ayudar a las compañías europeas a llegar a Latinoamérica y la segunda es el asesoramiento cultural, hemos asesorado varios festivales en este continente”.

Estos dos compañeros de fórmula cuentan que el respeto que cada uno tiene por el conocimiento del otro ha hecho que su trabajo sea reconocido y valorado. "Yo confío mucho en el trabajo y los conocimientos de Marion", precisa Barranco, y a manera de diálogo ella responde: "la trayectoria y el tino de Ramón en la parte artística hacen que la empresa tenga el balance perfecto".

El espacio que mantienen ambos en cada una de las áreas que dirigen se ve enriquecido con el intercambio de ideas.
"Siempre debatimos e intercambiamos opiniones, así sea en el área del otro, y lo bueno es que siempre tenemos puntos de vista diferentes. Eso enriquece el debate y tiene como resultado mejores decisiones", expresa Barranco.

La dirección del Teatro Sánchez Aguilar para estos dos gestores culturales no solo supone el manejo del edificio y todo lo que conlleva, sino la formación de un público que consuma este tipo de distracción; un trabajo que para Barranco y Ecalle no se logra de la noche a la mañana. “Un público no nace, se hace”.

Los dos directores concuerdan en que el reto del Sánchez Aguilar es generar un cambio en el ambiente cultural, que exista mayor demanda y que el público se forme con gran criticidad.

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