Khosrovani documenta la resistencia femenina iraní

Firouzeh Khosrovani es una documentalista de la vida femenina iraní. A pesar de que recibe incentivos de su gobierno para hacer cine, asegura que no puede exhibir sus películas dentro de Irán. Pese a ello, el país en el que nació es la única realidad que le interesa documentar.

Khosrovani no puede evitar que sus trabajos fílmicos atraviesen por las preocupaciones de las mujeres en un país que hace 36 años se instauró como una República Islámica, luego de la revolución que derrocó a Mohammad Reza Pahlevi, el último emperador de Irán.

En sus trabajos ha tratado de forma antropológica y desde la curiosidad la censura del cuerpo femenino que se instaura desde el gobierno con el uso del ‘hiyab’, el velo con el que cubren su cabello como parte de la religión islámica; la implementación del ‘chador’, un atuendo negro que cubre completamente el cuerpo femenino y que se utiliza hasta en días de calor.

Hace unos días visitó Ecuador, es el primer país de América Latina al que llega para exponer su cine. Lo hizo como invitada al Festival Encuentros del Otro Cine (EDOC) que se realiza en Guayaquil y Quito.

De las tantas películas que ha trabajado sobre la vida musulmana presentó ‘La fiesta del velo’ y ‘Profesión documentalista’. Su interés por este tipo de temáticas parte de intentar descubrir las razones, la tradición, la obligación y todo lo que puede impactar sobre la identidad de una mujer al llevar o quitarse el velo.  

“En Irán vivimos en dos realidades diferentes, entre la casa y el espacio público. Esto comporta una doble identidad que se refleja en todo el país, porque en muchos comportamientos estamos divididos en dos mundos, dos realidades. Nos hemos acostumbrado a interiorizar nuestra cotidianidad. Es una dicotomía en la que hemos crecido”, dice Khosrovani.

Esa dicotomía se refleja en las distancias de ‘La fiesta del velo’. En este documental Khosrovani se aproxima a la vida de dos primas, luego de ocho años de haber iniciado su vida adulta, según el islam por lo que deben cubrir su rostro y cuerpo. Ambas se distanciaron, pues a pesar de vivir en el mismo edificio y pertenecer a la misma clase socioeconómica, la una se enfrenta a un conflicto espiritual sobre su religión y costumbres, mientras la otra espera ser actriz de Hollywood y ha dejado relegado el uso del velo al espacio público, donde sí es una imposición.

Para Khosrovani, el uso del velo no es lo correcto, ni lo mejor para la mujer iraní. Dice que representa un poder religioso o político.Sin embargo, -considera- afecta mucho la vida de una mujer, pues no solo se trata de llevar o no llevar el velo, es parte del cambio completo de la mentalidad.

Su cine en Occidente es visto como feminista, pero para ella no es así. El uso que le dan las mujeres en Irán al velo y la forma como muchas veces deciden prescindir de él simboliza una resistencia, pero es una decisión individual, no conjunta. “Las mujeres en Irán tienen otras prioridades por las cuales luchar en términos de derechos judiciales, como el uso de tribunales en el caso de divorcios, testimonianzas, problemas hereditarios”.

El cine de Firouzeh Khosrovani, como el de otros cineastas iraníes, no es bien visto por el gobierno. Las líneas rojas, aquellos límites en los que pueden indagar están claras, como ciertos lugares o la voz de una mujer iraní que canta. A pesar de todo, es una de las cineastas más privilegiadas de su país, pues le basta hacer cine para vivir. (I)