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Jóvenes con discapacidad recrean Madrid

Jóvenes con discapacidad recrean Madrid
Imagen: tomada de miradassobremadrid.com
13 de diciembre de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo

Se trataba de reunir a algunos de los arquitectos más destacados del panorama internacional con el talento de fotógrafos de primer nivel y la mirada especial de jóvenes con síndrome de Down aficionados a la pintura, alrededor de los edificios más simbólicos de la capital española.

El resultado fueron 36 obras, ahora expuestas en uno de los salones interiores mejor iluminados del Palacio de Cibeles hasta el próximo 15 de enero. La retrospectiva Miradas sobre Madrid conforma un conjunto de pinturas personalísimas engrandecidas con maquetas en miniatura realizadas por arquitectos como Norman Foster, e imágenes tan prodigiosas como las de Ouka Leele que haría las delicias de museos actuales más universales, como el Reina Sofía o el Centro de Arte Contemporáneo de Quito.

No hay otro anzuelo en este evento que no sea el de contemplar el talento de 12 jóvenes que destilan una imaginación apabullante. Y si existe, yace sepultado bajo la fina capa de prejuicios que el mundo fabrica cada día con tanta facilidad. Cada cuadro es casi una carta de amor. Como el óleo del Teatro Real que firma Irene Soto. Ella reconoce que al principio le pareció un reto personal, pero todo empezó a cambiar cuando se reunió con la fotógrafa Ouka Leele y el arquitecto Ángel Serrano para organizar su proyecto. Juntos empezaron una autoeducación sentimental, espiritual y sensorial que los llevó, una tarde a la semana, a visitar todos los rincones del teatro.

“Fue una experiencia enriquecedora. Decidimos dividirnos el trabajo de tal forma que cada uno se encargara de plasmar un aspecto concreto, con su propia mirada. Ángel hizo una maqueta en madera, Irene dibujó la fachada principal y yo fotografié unas telas olvidadas tras el escenario”, recuerda Ouka Leele, una de las más reputadas fotógrafas de arte de España. Tras la observación llegó el momento esperado. Los tres artistas necesitaron poco tiempo para pasar al ataque. “Me encanta pintar. Siempre me ha gustado porque me relaja y me hace sentir bien”, explica Irene.

La exposición Miradas sobre Madrid es parte de la iniciativa de la Asociación Síndrome de Down en su lucha incesante contra dos elementos demasiado asentados en este mundo. Por un lado, para borrar la imagen difusa que la sociedad aún tiene sobre la capacidad real de muchos. Y, por otra parte, para suprimir la cultura imperante de la rentabilidad inmediata que, sistemáticamente, excluye a personas como Irene, aparentemente más lenta, pero que persevera con la insistencia de quien asume un desafío permanente. Ella habla de la exposición, de sus compañeros de proyecto y del resto de los artistas, con una seguridad admirable. En realidad, nadie disfrutó del momento de enfrentarse a un lienzo en blanco como ella.

Si Ouka Leele o Ángel Serrano le recomendaban algo, los abrazaba con un afecto abrumador y los besaba con la respiración entrecortada. “Nada que ver con la realidad porque estos jóvenes se encuentran sobradamente preparados y, además, se prestan voluntarios para establecer un patrón de normalidad. Son una garantía de éxito”, añade la fotógrafa española.

Basta con sentarse al lado de Irene y abrir las orejas. Posee un arsenal de virtudes y todas de una sencillez aplastante. Vive con pasión todas las cosas que hace. En la educación, en el deporte, en el mundo laboral. Pero sabe que aún queda lo más difícil, lograr el compromiso definitivo. El de las empresas que postergan a personas como ella en aras de una falsa eficiencia, el de las instituciones públicas que los contratan poco, el de algunos padres cegados ante la evidencia de que es su hijo ‘normal’ quien en realidad  no se esfuerza en progresar.

“Muestran un amor tan transparente que deberíamos aprender de ellos muchas de las cosas que transmiten de manera natural. Para mí ha sido una experiencia completa que me ha aportado incontables cosas y me gustaría repetirla”, concluye Ouka Leele, una mujer acostumbrada a trabajar con estrellas rutilantes, como Pedro

Almodóvar, y que ha expuesto su obra en lugares tan simbólicos como Nueva York, Londres o Beijing.

Para Irene Soto, la pintura siempre será una afición. El trabajo es otra cosa, quizá más árida, pero tan importante como dejarse sorprender por los sueños. (I)

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