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Huahua, un relato de pareja sobre las identidades

La película de Joshi recibió el anterior año el Premio del Público en Panorama Ecuatoriano, en el marco del Festival de Cine La  Orquídea, realizado en Cuenca.
La película de Joshi recibió el anterior año el Premio del Público en Panorama Ecuatoriano, en el marco del Festival de Cine La Orquídea, realizado en Cuenca.
Foto: Carina Acosta / EL TELÉGRAFO
23 de mayo de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

Joshi Espinosa y Citlalli Andrango son una pareja joven de indígenas originales de Otavalo que vive en Quito y que se enfrenta al que es, quizás, el mayor miedo de toda relación: tener un hijo.

Además de las incertidumbres naturales que provoca esta noticia, ambos deberán decidir dónde y cómo criarán a su futuro primogénito: si en la compleja y acelerada capital ecuatoriana, o en su pueblo natal, donde los principios son otros.

Esta es la premisa con la que arranca Huahua, primer largometraje del cineasta otavaleño Joshi Espinosa que fue presentado en la última edición del Festival de Cine Documental EDOC y el anterior año en el Festival de Cine La Orquídea, donde recibió el Premio del Público en Panorama Ecuatoriano. 

Durante la cinta -a través de entrevistas a las parejas y sus familias, de recreaciones de situaciones íntimas y de visitas a las comunidades quichua hablantes de Otavalo- se va revelando que lo que “entendemos” como indígena es un vasto mundo en el que afloran diversas identidades y puntos de vista.

Citlalli Andrango, además de coescribir el guion de Huahua, es la productora del trabajo y pareja hace nueve años de Joshi Espinosa. Foto: cortesía de Joshi Espinosa.

“Hubo gente que nos dijo ‘¿por qué no hicieron en quichua la película?’. Y es porque nuestras realidades son así: crecimos en el campo y ahora en la ciudad hablamos dos lenguas. Queríamos mostrar estas nuevas realidades, identidades, y no caer en una idea folclórica de lo que somos los indígenas. Los estereotipos siempre vienen de la gente que tiene poder”, dice el director de la película.

Distintas concepciones
Si bien este trabajo expone los contrapuntos de dos culturas con diferentes concepciones sobre la vida, no deja de ser una película íntima que explora las discusiones diarias de una pareja. En esta ópera prima hay una honestidad en los diálogos y en las escenas de casa que la convierten en un retrato de una familia universal. 

Huahua inicialmente sería un documental sobre las identidades de los jóvenes quichuas, particularmente de los otavaleños que hacen música urbana como el reggaetón y los que recuperan la música tradicional. Sin embargo, a esta cinta le faltaba algo que siempre está presente en la obra de Joshi: el autorretrato.

“Mostrarme para contar otras historias, eso me gusta. Hacer cine es una forma de tener una memoria nuestra, compartida, de mi familia, pero también esta es una memoria de toda una comunidad quichua otavaleña. Es una historia personal, pero hay muchos casos en Otavalo similares, la gente se identifica con la película”, comenta Joshi, quien antes de estudiar en el Incine desde 2006 migró a Estados Unidos para dedicarse al comercio.

Con sus ahorros pudo regresar al país e invertir en su educación.

“Soy de los que creen que el cine indígena no existe, porque esa es una categoría que segrega, que separa lo que debería ser una sola cosa, el cine. Se espera que los indígenas siempre hablen de la lucha por la tierra, de los derechos colectivos, que es válido, pero no es lo único que hacemos”, refiere el realizador.

Espinosa argumenta que eligió escribir Huahua con h y no con g o w, porque así lo hacían sus comunidades antes de los años noventa, antes del quichua unificado. (I) 

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