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“Hitchcock” o el desabrido retrato del genio cineasta

“Hitchcock” o el desabrido retrato del genio cineasta
10 de febrero de 2013 - 00:00

Querer retratar la vida de un gran referente del cine es un esfuerzo valiente; puede ser tan fascinante como lo fue el personaje, por otro lado, el producto final podría terminar con años de historia. “Hitchcock”, del director  Sacha Gervasi,  intenta ser así de alucinante, pero -en la realidad- consigue poco.

La película está basada en el libro de  Stephen Rebello llamado “Alfred Hitchcock and the Making of Psycho”. Su trama se centra en el momento  en que el director se obsesiona con la idea de realizar un filme de terror, “Psycho”; en su producción no contaba con apoyo de productoras de cine, por lo que el dinero lo consiguió por cuenta propia, de su bolsillo. El filme también muestra, y demasiado, la relación con su esposa Alma Reville (Helen Mirren) y las sospechas de que lo engaña con otro hombre.

Lo primero que resalta en la película son las actuaciones. No es la primera vez que Sir Anthony Hopkins representa  a referentes histórico-culturales. Ha encarnado a Adolfo Hitler, Richard Nixon y Pablo Picasso, siempre con la misma capacidad de mímesis con la vida, manías y psicología de ellos.

La preparación de Hopkins, como en otros proyectos, fue exhaustiva; no solo releyó más de 100 veces el libreto, sino que se vio sumido en el propio mundo de Hitchcock, vio más de cinco veces “Psycho” y “Vértigo”, tampoco dejó afuera una de las tantas entrevistas o videos en los que el director aparecía.

“Soy solo un hombre que se esconde en un rincón con una cámara”, según  el británico fue la frase que más le impresionó y que más retrata lo que quiso alcanzar con su interpretación del genio cineasta Hitchcock.

La frase, en realidad, recoge la construcción que hace esta película sobre el director: sumido en su sensibilidad, retraído, obsesionado. Este filme pone en escena a un hombre que temía perder su estilo, antes que al hombre que era un genio.

En este caso, su transformación en “Hitchcock” es pertinente, correcta y creíble. El movimiento de la boca, la manera de hablar y el tono de voz, la mirada profunda, que se pierde con cada pensamiento, idea, divagación, tal como lo hacía el director de “Psycho”.  

“Stanislavski habla sobre la máscara pero eso no es todo, sin embargo  a mí el maquillaje me ayudó... me aseguré de estar lo más cómodo posible con la técnica vocal”, afirmó Anthony Hopkins en una entrevista a la cadena ABC. Y, efectivamente, logró su cometido, que es lo más rescatable de la película.

hopkins makeup

El proceso que vivió Hopkins en cuanto al maquillaje fue esencial; en la grabación diaria  se demoraba alrededor de dos horas para colocar las prótesis en la nariz, mejillas y mentón, que en total costaron $ 78.000.  Lo que sí se puede poner en duda es el grado de compromiso, en cierto sentido, de Hopkins y su personaje; él había bajado de peso en 2010 -75 libras-, las que no quiso recuperar por el papel y es por eso que utilizaron más prótesis.

El encargado del área fue el maquillista Howard Berger, gracias a quien ahora la película es candidata  a ganar un premio Oscar, en la categoría Mejor maquillaje, junto con “Los Miserables” y “El Hobbit”.  

Y la nominación es pertinente. De acuerdo con los jueces de los premios de la Academia, lo que ellos buscan y evalúan se enmarca  en los siguientes aspectos: Que el peso y las medidas del cuerpo vayan de acuerdo al personaje. Que el maquillaje sea de acuerdo a la edad del personaje. Si es creíble o distrae. Que demuestre fielmente lo que el personaje está viviendo y por lo que ha  pasado.

Finalmente y la pregunta más importante para los jueces es “Sin este maquillaje utilizado, ¿todavía hay historia en la película?” Obviamente, la respuesta que se da a partir de “Hitchcock” es que sin ese trabajo estético realizado en Hopkins y Helen Mirren no habría argumento ni anécdota que contar.

Ahora, tomando en cuenta el argumento e historia de  la película, hay momentos en los que puede resumirse en la frase  y concepción clisé  “detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”. Efectivamente, conocer esta relación entre Alfred y Alma es completamente interesante, las turbulencias del matrimonio de todas formas influyó en algunas partículas de la carrera de Hitchcock.

No obstante, centrar gran parte de la cinta en cómo Alma lleva esta tensión amorosa-sexual con su amigo guionista hace que la trama pierda su eje;  pudo haberse aminorado.

También hay que rescatar la actuación de Helen Mirren, su elegancia y sutileza en la interpretación de Alma son notables. De hecho  fue nominada como Mejor actriz de película dramática en los Globos de Oro.  

Lastimosamente, el guión no facilitó para nada el desarrollo de la historia, hay muchas frases sueltas, impertinentes, que sobran.

De acuerdo con  Scott Mendelson, crítico de cine del diario Huffington Post, “los diálogos están escritos al nivel de una mala caricatura de los 80, un domingo por la mañana”, lo que convierte a la película en un audiovisual dirigido a “un nivel de niños y de conformistas”.  

Sin embargo, no debería sorprender mucho la calidad del libreto escrito por John J. McLaughlin, ya que entre   las personas que realizaron la revisión está Ryan Murphy, productor, director y en varias ocasiones guionista de la serie cómica-musical de televisión “Glee”. Lo que supone una producción un tanto floja y con poco argumento.

Alfred Hitchcock cambió parte del rumbo de la historia del cine, se convirtió en lumbrera y referente. Esta película, sin embargo, no llega ni a los talones de su producción filmográfica, ni de su vida como tal.

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