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Desde hace 10 años dicta clases en el iTAE, en guayaquil

Hernán Zúñiga dejó las ciencias contables para enseñar el arte del grabado

Después de graduarse de bachiller contable en el colegio, Zúñiga se dio cuenta de que su vocación era el arte. Foto: Internet.
Después de graduarse de bachiller contable en el colegio, Zúñiga se dio cuenta de que su vocación era el arte. Foto: Internet.
18 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

El olor y las manchas de tinta se mezclan con la música funk que proviene de un pequeño parlante en el rincón del taller de grabado del Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE).

En ese ambiente el artista ambateño Hernán Zúñiga Albán, de 66 años, enseña a una nueva generación lo que ha aprendido durante cuatro décadas dedicadas al grabado, desde que decidió dejar sus horarios de oficina, matar al contador y dedicarse a la enseñanza y el quehacer de un arte que ha sobrevivido en la marginalidad.

Cuando Zuñiga era adolescente  se inscribió en el colegio nocturno, donde se graduó como contador, pero en realidad cuenta que quería pasar las mañanas en el Colegio de Bellas Artes -único lugar en Guayaquil que en la década del 70 impartía conocimientos artísticos-.

Ese era el único camino que tenía para autoeducarse en el arte del grabado, a partir de su relación con estudiantes de la institución.  “A los 15 años ya laboraba como serigrafista -trabajaba como diseñador textil-. Cada vez que veía mis impresiones, me sentía el dueño del mundo”, dice Zúñiga.

En 1456 Johannes Gutenberg imprimió la primera Biblia con la técnica de tipos móviles (letras sobre placas de metal). “En ese momento era algo más alquímico, ocultista. Muy vinculado al Medioevo por lo mágico de reproducir imágenes en esa época”, dice Zúñiga.

Fue ese misterio que -considera- mantiene el grabado que lo hizo decidir ‘matar al contador’ en una época difícil para ser artista, y aún más ser grabador, pues las tendencias del arte contemporáneo se han movido hacia el fortalecimiento de otras áreas.  

Ese espíritu ocultista fue la motivación para crear en la década del 70 del siglo pasado el Taller de Expresión Popular, un movimiento de contracultura artística, cuyo protagonista era la serigrafía y el grabado.
A partir de entonces, su vocación como docente fue un proceso orgánico ya que -según él- siempre tuvo inclinación hacia la enseñanza y lo consideró como una forma de arte existencial: que el grabado siga vivo.
 Según Zúñiga, en esa época -como ahora- también había dificultades ‘técnicas’ para ser grabador. No vendían materiales para realizar grabados, como en Europa.

“Aquí los artistas tuvimos que desarrollar nuestras propias técnicas -materiales y soportes-, improvisábamos. Por lo que creo que tenemos un grabado ecuatoriano bajo un barroquismo cultural”, dice.
Un ejemplo de ello eran los materiales; según Zúñiga, aún hoy quienes hacen grabado reemplazan por costos el linóleo por vinilo para piso, los tableros de MDF en vez de bloques de madera, o placas acrílicas en lugar de planchas de metal.

Para Zúñiga, esa metodología recursiva con la que se trabaja el grabado le ha otorgado cierta independencia, pero a su vez, ha quedado relegado por la competencia con la pintura y la escultura.

“Es por falta de promoción o desinterés de parte de las instituciones culturales del país. Pero yo, que no espero nada de nadie, creo en la fuerza de la independencia. Lo que falta es un mercado de grabado, gente que lo consuma”.

Al respecto, explicó que ha habido intentos por resaltar este arte tanto en Quito como en Guayaquil por parte de él desde hace 40 años.

Ve los resultados, pero mencionó que aun los nuevos artistas grabadores no reciben financiamiento, ni ningún incentivo.

Sus referentes son el ecuatoriano Galo Galecio, especialmente desde su etapa después que volvió de México influenciado por la revolución socialista y por su maestro, el muralista Diego Rivera. También señaló a los grabadores que salieron del Taller de Artes Gráficas que tenía la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas (CCNG), el cual cubrió un vacío de artistas grabadores; y desde hace 10 años a los grabadores que han salido de las aulas del ITAE.

Nueva generación de grabadores

Como docente, Zúñiga ha promocionado a sus alumnos mediante un convenio con la Fundación Garza Roja (Nobol), que creó el Museo del Grabado y donde ellos pueden exponer, así como las muestras itinerantes anuales que hacen en el Centro Cultural Benjamín Carrión (Quito) y el Centro Internacional de Gráfica (Ibarra).

Así indicó Angelo Mármol, uno de los 2 estudiantes del último año de la Mención Grabado del ITAE. “Pocas personas tienen interés en este arte. Cuando pasas tu diseño al metal o a la madera, la gráfica se potencia”.

Agregó que al inicio le costó manejar las gubias (herramientas para ‘dibujar’ sobre una superficie), los negros y grises, pero con la práctica este arte respondió sus expectativas, pero que se le facilitó el aprendizaje ya que desde niño su padre, amigo de Zúñiga, lo llevaba al Taller de Grabado de la CCNG.

Sandy Sánchez, alumna del segundo semestre de la materia de Grabado del ITAE, también señaló que este arte la ha ayudado a complementar sus conocimientos de diseños de moda -área en la que labora-, además de relajarla.

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