“Hay que crear nuestra propia imagen”

Desde 2006, Manoel Rangel dirige la Agencia Nacional de Cine de Brasil, país con la industria más grande en Sudamérica. También es Secretario Ejecutivo de la SECI, el brazo ejecutor de la Conferencia de Autoridades de la Cinematografía Iberoamericana (CACI), organismo que tuvo su XXVI reunión ordinaria la semana pasada en Cuenca.
Rangel habló sobre su visión del desarrollo del cine en la región y contó algo sobre las decisiones tomadas en la reunión de la CACI.

Usted dijo que hacer cine nacional es buen negocio. ¿En qué sentido?

El rédito económico no debe ser la meta principal. Es una de las metas, pero lo importante es tener la posibilidad de expresar la cultura e identidad de un pueblo; ser capaces de producir nosotros mismos nuestra imagen y no permitir que haya un único país que nos retrate con caricaturas de pueblos que no conoce bien. Hay que ocupar el mercado audiovisual de nuestros países, no puede ser tratado como un derecho exclusivo del cine hegemónico.

En 2012 dijo que “por primera vez Brasil iba a producir un cine con demanda real de contenido”. ¿En qué contexto lo dijo?

Se había aprobado la Ley 12485 de la Televisión por Suscripción, que obliga a los canales de cable que transmiten películas, documentales y animaciones, a cumplir una cuota mínima de 3 horas y media a la semana, en prime time, de contenidos brasileños y brasileños independientes. Ahora, 80 canales de cable deben comprar contenidos brasileños. Y se generó por primera vez una demanda organizada y fuerte de producción nacional. Sabemos que el interés existe entre los brasileños desde hace décadas, porque la televisión de Brasil es capaz de ofrecer dramaturgia como producto principal a su audiencia.

¿En qué contexto ha crecido tanto la cinematografía de Brasil?

En Brasil avanzamos con políticas públicas de cine, en una realidad en que crecieron los ingresos, hay más empleo, un desarrollo económico en general, y más brasileños en el mercado de consumo. Y el cine tuvo más inversión pública, lo que generó una producción más sólida de películas y obras para televisión.

Como secretario ejecutivo de la Cinematografía Iberoamericana, ¿cómo ve el panorama en el resto de países de América Latina?

Los últimos 10 años en América Latina se ha registrado un importante esfuerzo de desarrollo audiovisual. Países que no tenían políticas de cine pasaron a tenerlas; los que producían poco, ahora producen mucho; los que no producían, producen. Es resultado del cambio que tuvimos, con gobiernos que comprenden la importancia de que los países sean capaces de producir su propia imagen, que acreditan al cine como un factor importante de la cultura de sus países.

¿Qué papel juega la CACI?

El de acompañar el proceso, integrar países, hacer que coproduzcan y se desarrollen sabiendo lo que hace el otro. Creamos una red de cooperación que ha resultado en muchas leyes de cine, organismos, películas y programas, como DOC TV e Ibermedia TV, que transmite 52 películas cada año en los canales públicos de Iberoamérica. Gracias a esto, los ecuatorianos pudieron ver por primera vez filmes de Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Uruguay... Es un buen momento para el cine en América Latina.

¿Qué decisiones se tomaron en esta reunión de la CACI?

Decidimos iniciar la quinta edición del DOC TV y hacerlo con un fondo permanente. Segundo, decidimos hacer un amplio estudio sobre la programación, realidad jurídica, audiencias y trazos de identidad de la televisión pública en América Latina para crear nuevas políticas de desarrollo del audiovisual que fomenten iniciativas de colaboración en la región. Y una tercera decisión muy importante es la de estructurar Ibermedia Digital, plataforma de video por demanda donde estarán disponibles los documentales de DOC TV y los filmes de Ibermedia.

La poca oferta en cines y DVD de películas de América Latina obliga a conseguirlas en archivos piratas en internet, al que mucha gente considera como democratizador. ¿Qué postura tiene la CACI?

Nosotros no recomendamos la piratería. Enflaquece la producción audiovisual del cine hegemónico y de los cines nacionales. Nos quita una posibilidad de renta necesaria para la producción de contenidos locales. Claro que se comprende como fenómeno social al no tener acceso, pues las plataformas de video por demanda, como Netflix o iTunes, tienen poca difusión. Pero la idea de que internet es un espacio democrático es ingenua. Tras el tramado en apariencia democrático está el control de grandes empresas, como Google o Facebook. Internet reproduce el mundo real. Si hay poca diversidad en el mundo real, también hay poca diversidad en la red.