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Guayaquil está en las dos novelas ganadoras del premio La Linares 2020

Hans Behr, junto a un meteorito en Nueva York y Dalton Osorno en Paris.
Hans Behr, junto a un meteorito en Nueva York y Dalton Osorno en Paris.
Cortesía de los autores.
23 de abril de 2020 - 16:00 - Redacción Cultura

Los escritores Dalton Osorno (Jipijapa, 1958) y Hans Behr Martínez (Guayaquil, 1962) compartirán el Premio La Linares de novela breve este año.

Osorno escribió la Sonata para jaibas y cangrejos, que había enviado usando el seudónimo Ambrosina de Amay, que en realidad es uno de sus personajes.

Pero también existió en la realidad. “Ambrosina, que teje y desteje la historia” fue amiga de infancia del autor y ahora aparece como narradora en esta “crónica novelada” de varias voces narradoras.

Ambrosina vivía en Olmedo y Eloy Alfaro, regentó la casa de citas “El Mil Amores” y convivió con Osorno en el desaparecido Parque Montalvo, en Guayaquil.

“Se perdió de la vida, pero siempre estuvo latente” su recuerdo, dice el escritor. “La imaginé toda la vida como mi fiel confidente, amante imaginaria, amiga leal y loca”.

El escenario es la porteña Calle 18 o Calle Salinas y los burdeles que la bordean. En 48 apartados, se alternan como narradores un viejo cronista y un joven novelista “deseosos de registrar y fabular el presente y el pasado de la calle prostibularia y sus habitantes”, según el jurado de La Linares.

El autor manabita reside en Salinas desde que se jubiló, en 2014. Vivió durante más de cuatro décadas en Guayaquil, desde su nacimiento. En narrativa se estrenó con el libro de cuentos El vuelo que me dan tus alas (1988) y ha publicado varios poemarios.

“Nací ciego, luego fui operado”, cuenta, “entonces aprendí, con mi caleidoscopio digital a mirar la ciudad a través de cristales, ventanillas en un desdoblarse y querer lo fragmentado”.

El jurado del premio –compuesto por los literatos Elizabeth Rivero, Carlos Carrión e Iván Égüez– señaló en el veredicto que, en cuanto al lenguaje, Osorno emplea “vocablos de germanía y una revitalización de términos antiguos, notable en el nostálgico diálogo entre los dos viejos cafishos”.

A la publicación impresa –que se difundirá mediante la Campaña de Lectura “Eugenio Espejo” – le precederá una edición digital, que se podrá leer desde la próxima semana, comentó Égüez, encargado de la edición y autor de la novela La Linares (1993).

“Tendremos que hablar de lo que pasaba antes de la era de la peste, los libros físicos; y después de esta, los virtuales”, suelta Osorno, sobre la epidemia del covid-19. “Me acuesto soñando que despertaré, pero no sé si después de esta pesadilla estaré vivo o muerto”.

En esta historia hay un homenaje a cronistas guayaquileños: Rodolfo Pérez Pimentel, Antonio Gómez Iturralde, Modesto Chávez Franco, Víctor Emilio Estrada.

A plumas como la del brasileño Rubem Fonseca, además de un repaso por archivos históricos (recrea la herencia musical y pirata del puerto, hasta los cercos del presente) y recupera “las múltiples voces de personajes anónimos que cobran vida en el texto”.

Un Firmamento negro y futurista
En el Área 51 no cayó una nave espacial. Sino un meteorito, una sonda que tenía un cubo dentro, como el cubo Rubik, reseña Behr Martínez su más reciente obra, Fimamento.

Trigoltio, el seudónimo con que envió la novela a concurso, es también el nombre del material metálico que compone este cubo.

Uno de los escenarios es la Cueva de los Tayos, que recibe al primer hombre que pisó la Luna y a investigadores. Otro de los cubos está cerca de ahí, en Macas.

En Las Luces de la felicidad (2013), premiada por la Casa de la Cultura, Behr Martínez había, explorado ya la ciencia ficción, también con el personaje llamado Stephen Hawking.

Ahora hay un añadido policial: Hawking planifica el asalto en Ecuador, pues el tercer cubo está en El Pentágono, tan impenetrable como el Area 51.

El antecedente, en 1976, es que Neil Amstrong robó en Los Tayos, con ayuda de soldados ecuatorianos, tablas de oro pintadas de negro por los mensajes que en ellas estaban grabados, iguales o semejantes a los que astronauta, supuestamente, encontró en la Luna.

Este nuevo robo del siglo se planifica de forma minuciosa, así “lo pedía la historia”, dice el autor desde su casa en la vía a Samborondón, donde entrena a pastores alemanes y espera volver al Colegio Torremar, en el que es bibliotecario.

La banda encargada de perpetrar el atraco es “pintoresca”, ha descrito el jurado. Y el adjetivo queda corto pues está conformada por payasos (Tom Bombón, Plácida Galleta o Mate Peluquín), uno de quienes ha rescatado a sus cómplices de la calle, y cuya acción se da en un banco.

“El asalto es de tanta eficacia narrativa que el narrador se permite mencionar, no sin humor, a (Quentin) Tarantino como guionista invitado”, dice el veredicto de La Linares.

“El parecido mecánico del cubo alienígena transportador en el tiempo con el cubo de Rubick coincide con la semejanza estructural de las piezas narrativas con el juego denominado Black Jack”.

Aunque el Hawking de Fimamento siempre está en tensión con el científico real, deja frases que articulan esta ficción, como esta: “limitar nuestra atención a cuestiones terrestres, sería limitar el espíritu humano”. (I)

Datos

Por primera vez, dos escritores compartirán el premio de novela corta, que incluye $ 6.000.

Se han cumplido cinco ediciones, será también la primera vez que haya edición digital.

El ganador de 2019 fue César Hermida, por la obra Amoríos.

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