A todas las niñas les enseñaron a jugar la ronda del puente quebrado. “El puente se ha quebrado con qué lo componemos, con cáscara de huevo. Que pase el rey que ha de pasar...” o “arroz con leche me quiero casar, con una señorita de San Nicolás. Que sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para ir a jugar”.

La muestra que abre La Gallina Malcriada, un colectivo de mujeres adultas, artistas, escritoras, pensadoras, poetas, se llama Cáscara de huevo y suena a la ronda con la que se compone el puente y  con la que las mujeres usan aquella idea de lo femenino en el siglo XIX para construir un corral de fuerza.

Lo hacen desde la idea de desobedecer los estereotipos, de allí lo malcriadas. Las gallinas vienen de la obra de Ana María González que trabaja su visualidad con este animal tan casero, pero que cuando pone sus huevos puede ser tan independiente.

En la inauguración , la artista Andrea Alejandro Freire realizó una danza butoh, que es una danza de origen japonés.

Hace un poco más de un año, Lola Duchamp, Ana María González, Ana Cristina Vázquez y Diana García Correa (Gardeneira) conversaban enojadas sobre ideas que circulan en la ciudad, como aquella de que “no hay demasiadas mujeres artistas”, como si fueran tan poquitas, que además se vuelven invisibles.

“Nos empezamos a reunir cada semana sin saber que formaríamos el colectivo. Teníamos mil ideas de cómo generar un impacto positivo y de abrir los ojos a este contexto machista”, cuenta Gardeneira.

Entonces abrieron sesiones de “cacareo”. Se trata de talleres abiertos, en los cuales durante un tiempo se invita a mujeres a hablar de su trabajo en el arte. Por estas sesiones han pasado escritoras como  Mónica Ojeda, autora del perturbador libro Nefando, o Valiana Areco, una artista que hace stop motions con muñecos que ella misma diseña.

Para Gardeneira, “es un intercambio valiosísimo de saberes, en un espacio casual pero poderosamente político”.

Para Laura Nivela, poeta y estudiante de literatura de la Universidad de la Artes, La Gallina Malcriada fue un respiro. “Me ayudó a conocer muchas cosas, personas y a tomar valentía para empezar a escribir”.

Considera que en un contexto como el guayaquileño, al que siente demasiado violento, este espacio sirve para conversar, hacer amigas, comer,  reírse y darse cuenta de que hay muchas mujeres produciendo, pensando de diferentes maneras. “Hay una sororidad que es muy fuerte. Desde que se abrió me dije que empezaría a escribir y y empecé a escribir endemoniadamente”.

Para María Lorena Peña Puga, una artista visual que acaba de culminar su carrera en la Universidad de las Artes, espacios como los que propone La Gallina Malcriada son muy necesarios. “Es una plataforma para visibilizar el trabajo de las mujeres artistas, ha permitido un acercamiento entre mujeres que no había antes, mucho menos en sus propios talleres”.

El vínculo generado por esta propuesta ha permitido también que se trabajen exposiciones, como aquella por el Día de la Mujer, Bazar de Novedades, impulsada por Lola Duchamp; y otra que se hizo en el sur; además de esta muestra en Manzana 14 (Pichincha y 9 de Octubre) que reúne a 20 mujeres relacionadas al mundo del arte.

Han existido otros colectivos, como Las Brujas (María Gabriela Chérrez, Romina Muñoz, Gabriela Cabrera y Gabriela Fabre) o Las Cucarachas, fundada por Priscilla Aguirre, en los que las mujeres notan que no hay mayor estrategia para la visibilización que juntarse a trabajar. (I)