Ecuador, 29 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

El Decano General del IAEN propone explorar los legados críticos del trabajo de gabo y contrarrestar lecturas conservadoras

Gabriel García Márquez y la invención de una arcadia tropical

Catalanes despiden a García Márquez en el día de San Jorge, festividad en la que las mujeres dan libros a los hombres a cambio de rosas. Foto: AFP Photho / Quique García
Catalanes despiden a García Márquez en el día de San Jorge, festividad en la que las mujeres dan libros a los hombres a cambio de rosas. Foto: AFP Photho / Quique García
24 de abril de 2014 - 00:00 - José Antonio Figueroa, especial para El Telégrafo

Corría el fin de los 60 y Colombia se estremecía por el espanto de la guerra civil que se generalizó luego del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948. Las élites del interior del país necesitaban crear urgentemente una arcadia que neutralizara los efectos del desangre que enlutaba los departamentos y las ciudades donde vivían las que alguna vez se proclamaron como élites letradas y emprendedoras.

Esa arcadia la encontraron en la costa atlántica, donde los efectos de la violencia habían sido menores y donde se estaba dando un proceso de modernización liderado por organizaciones políticas campesinas y por una capa de intelectuales urbanos que buscaban innovar el lenguaje político y estético.

Los campesinos que se encontraban aglutinados en la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) buscaban una transformación radical del latifundismo y sus legados culturales, mientras ocurría una activa movilización de movimientos y partidos de izquierda. La ANUC había sido fundada en 1969 durante la presidencia de Carlos Lleras Restrepo y tuvo gran impacto en el Atlántico colombiano.

La transformación del lenguaje estético y político se expresaba en la obra de escritores e intelectuales como Manuel Zapata Olivella, Álvaro Cepeda Samudio, Héctor Rojas Erazo, Alberto Duque López, David Sánchez Juliao y Gabriel García Márquez. Un grupo de escritores creó una narrativa que exploraba de manera crítica las problemáticas de raza, clase y género propias de una formación neocolonial como la del Caribe colombiano, y lo hicieron a través de una experimentación que combinaba la vanguardia y las expresiones propias del lenguaje popular. García Márquez también había cumplido un papel protagónico en los levantamientos de los campesinos de la ANUC, al fundar la Revista Alternativa, que se convirtió en un foro político en el que intelectuales, militantes y campesinos informaban y debatían sobre las movilizaciones.

La invención de la arcadia por parte de las élites supuso la eliminación de los elementos críticos y modernos de la movilización campesina y de la narrativa regional, que fueron sustituidos por la violencia y por la exotización, como lo evidencian la tragedia política que se vive en esta región desde los años setenta y lo que ocurrió con la apropiación nacionalista y folclorizada que hicieron las élites de la obra del Premio Nobel.

Las élites colombianas domesticaron los elementos críticos de la obra de García Márquez y, a través de cliché del realismo mágico, sustituyeron la política por el exotismo y la violencia, legitimando las asimetrías interno-coloniales mediante la cultura, al tiempo que crearon un nacionalismo favorable a los proyectos más retardatarios del país.

La exotización regional sirvió también para deslegitimar las demandas de modernización del campesinado de la costa y abrió la ruta del paramilitarismo que se entronizó en el paraíso del realismo mágico. El escritor hizo una contribución magistral a la crítica cultural y política en las escalas regional, nacional y continental.

Obras como La terrible y triste historia de la cándida Eréndira..., Los funerales de la Mamá Grande y Cien años de soledad exploran atavismos propios de un capitalismo neocolonial y dependiente. Temas como la servidumbre, el peso de la moral, el sometimiento por razones de género, las desigualdades regionales y la presencia imperial son explorados críticamente como constitutivos de las relaciones del Caribe colombiano y de Latinoamérica.

En el caso de Cien años de soledad los nexos de parentesco viciados por el incesto y la violencia son el eje narrativo que describe a Macondo como lugar paradigmático del capitalismo neocolonial y dependiente. La casa de la familia Buendía se retrata como opuesta a lo público y a lo político, ya que allí los asuntos de Estado son ventilados y resueltos en términos familiares, y el honor y el deseo sexual circulan en las redes del parentesco.

Reconociendo el peso de la historia y de la realidad social que caracteriza las narrativas de países coloniales, en Cien años de soledad, la fundación de Macondo, la Guerra de los Mil Días, el papel del imperialismo norteamericano a través de la United Fruit y la violencia que coincide con el fin de Macondo son los hitos que marcan la periodicidad de la novela.

En contraste, la industria cultural colombiana, dirigida desde Bogotá y con una clara articulación con las élites regionales del Caribe, construyó la figura de García Márquez como una excepcionalidad, a la vez que dejó de lado los elementos críticos de su obra, mientras el sistema político deslegitimó los reclamos de modernización del campesinado regional.

Mediante el cliché del realismo mágico las élites bogotanas y costeñas construyeron la imagen del Caribe como lugar de sensualidad, magia, comunitarismo ancestral y oralidad. Para consolidar esta imagen fundaron el Festival de la Leyenda Vallenata en 1968, un año después de publicarse Cien años de soledad.

Un sector del partido liberal, liderado por Alfonso López Michelsen y por las élites tradicionalistas del departamento del Cesar, consolidó un proyecto cultural que transformaría la identidad colombiana desplazándola del eje del interior andino hacia un caribe exotizado. Este proyecto también sirvió para deslegitimar las demandas políticas de los campesinos costeños que fueron reprimidos.

García Márquez no formuló una crítica a este proyecto, pero mantuvo un activismo político; una producción crítica de la realidad política colombiana, y distancia respecto a cualquier chovinismo nacionalista, como evidenció con su exilio parcial en México en la década de los 80, cuando la situación política en Colombia era insostenible.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media