Flannery O'Connor o el gran relato moral del sur de EE.UU.

Flannery O’Connor, nacida un día como hoy pero de 1925, pertenece a esa generación de escritoras que, como consecuencia del lugar en el que nacieron (el sur de Estados Unidos), crearon una obra que cuestionó los valores modernos con los que se erigía el siglo XX. Así, autoras como Willa Cather, Eudora Welty, Katherine Anne Porter, Carson McCullers, Harper Lee o la misma O’Connor construyeron una suerte de contranarrativa rural (unas en mayor medida que otras) que desmontó el mito del sueño americano. Ellas dejaron retratada en su obra la decadencia moral y económica de los antiguos Estados Confederados de EE.UU.

El Sur, que es el territorio desde donde hablan y recrean sus malestares, simboliza en su literatura ese pasado (no caduco) de economía terrateniente y esclavista. En ese contexto, su narrativa puede ser fácilmente tildada de realista y costumbrista, sin embargo, representa la búsqueda por un lenguaje estándar, pero no menos innovador y vanguardista, que sintetice, de la manera más lúcida, ese complejo tránsito de la ruralidad hacia la modernidad.

Pero Flannery O’Connor se diferencia del resto de esas autoras porque supo añadirle a ese relato sureño el componente cristiano. En su literatura están presentes los 3 grandes misterios religiosos (salvación, redención y gracia) como excusas para entender la moral de su época. Ella, incluso, se reonoce como una devota de la Iglesia Católica apostólica romana.

O’Connor murió de lupus en 1964, a los 39 años. Su obra abarca 2 novelas, 39 cuentos y volúmenes de cartas y ensayos. “Lo mejor de la ficción americana siempre ha sido regional. La ascendencia pasó, aproximadamente, desde Nueva Inglaterra hasta la llanura central y después al sur; ha pasado hacía lugares -y ha prosperado en ellos- donde existe un pasado compartido, una sensación de comunidad, y la posibilidad de leer una historia pequeña bajo una luz universal”, indicó O’Connor en uno de sus ensayos. (I)