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El Telégrafo
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El Festival de Bayreuth honra a Richard Wagner

Desde el pasado 25 de julio hasta el próximo 30 agosto, diversos creadores de la ópera y del teatro se dan cita en el Bayreuther Festspielhaus
Desde el pasado 25 de julio hasta el próximo 30 agosto, diversos creadores de la ópera y del teatro se dan cita en el Bayreuther Festspielhaus
Foto: Wikimedia Commons
19 de agosto de 2018 - 00:00 - Valentina Uribe. Corresponsal en Berlín

En 1872, sin el permiso del arquitecto que diseñó el edificio, se colocó la primera piedra de lo que sería el Bayreuther Festspielhaus.

El teatro fue construido en la ciudad de Bauyreuth a petición del compositor alemán Richard Wagner, quien, ya con una vasta carrera musical aclamada en Europa, deseaba tener un escenario propio para la presentación y difusión de su trabajo en el país.

En 1850, Wagner confesó a su amigo Ernst Benedikt sus ambiciosos planes de construir un teatro en su honor y en su nombre: “Estoy pensado genuinamente en adaptar Siegfried con música, pero no puedo reconciliarme con la idea de confiar en la buena fortuna y que el trabajo sea presentado en el primer mejor teatro que me lo ofrezca”.

Al contrario, Wagner jugaba con una gran idea. “De acuerdo con mi plan, yo tendría un teatro hecho de madera, construido en este lugar, al que vendrían los más impresionantes cantantes y todo estaría organizado para esta ocasión especial. Así podría asegurarme de que la presentación de la ópera supere todas las expectativas”.

Seis años después de que se pusiera la primera piedra, en agosto de 1876, el Bayreuther Festspielhaus fue abierto al público presentando por primera vez las cuatro óperas que constituyen el ciclo de “El anillo del nibelungo”, la obra cumbre de Richard Wagner.

Aunque las tres primeras ediciones del festival fueron un desastre económico, Wagner no se dio por vencido en sus esfuerzos y solicitó un préstamo de cerca de 750.000 euros para continuar escenificando sus obras.  

Hoy, 146 años después de la primera presentación, el Teatro del Festival de Bayreuth continúa sirviendo de escenario en Alemania para la obra de Wagner. Año tras año, desde el 25 de julio hasta el 30 agosto, creadores de la ópera y del teatro se dan cita en el Bayreuther Festspielhaus para celebrar la música de Richard Wagner.

Sobre el impacto que Richard Wagner tiene hoy en día, Mariana Ríos, maestra en Literatura de la Universidad Libre de Berlín, afirma: “Entre las varias razones por las cuales Wagner es considerado una referencia dentro de la cultura alemana habría que darle especial consideración a dos de ellas: la primera es que modeló varias de sus obras más famosas alrededor de textos, mitos y leyendas germánicos o de gran tradición dentro de la cultura germanoparlante, como lo evidencian la trilogía de ‘El anillo del nibelungo’, ‘Tristán e Isolda’, ‘Lohengrin’, etc.”.

Esta identificación entre la obra artística del compositor y lo que podría considerarse la herencia cultural medieval de los alemanes, aunque reinterpretada según los propósitos de Wagner dentro de las obras antes mencionadas –asegura la experta–, ha sido de gran importancia para la consideración del público y la cultura alemanes.

Otra buena razón sería el uso del idioma alemán dentro de sus composiciones; si bien Mozart ya había utilizado el alemán en varias de sus comedias, el italiano siempre ha sido el idioma por excelencia de la ópera. Wagner, en cambio, decidió apegarse siempre al idioma alemán, e incluso lo modificó para que se acomodara a sus gustos e intenciones estéticas”, remarca Mariana Ríos.

Si bien el trabajo de Wagner intentó llenar el género de la ópera con elementos tradicionales alemanes, creando así una amalgama cultural y un espectro de diferentes registros, existe en su figura y en sus esfuerzos por construir un teatro dedicado a sí mismo, una contradicción social.

“La contradicción entre el Wagner que escribía para la élite y gustaba de los lujos de la alta sociedad, y el Wagner que incorporaba elementos del pensamiento de anarquistas como Feuerbach y Bakunin en sus obras es, sin duda, un tema de discusión entre académicos y el público” anota Ríos.

La especialista agrega que si se piensa en el final de “El ocaso de los dioses”, la cuarta y última parte de “El anillo del nibelungo”, cuando los dioses abandonan a los hombres, “este podría interpretarse como una metáfora de la posibilidad o, incluso, necesidad de que la sociedad deje de regirse según esquemas autoritarios y jerarquías de poder. Sin embargo, Wagner escribió esa obra bajo el mecenazgo del rey Luis II de Baviera y, posteriormente, sufrió de manera personal las consecuencias de perder el favor de la corte”.

Dicha tensión entre el elitismo que circula alrededor de la figura y el trabajo de Wagner y aquellas vislumbres de comunicarse con las masas también tienen su reflejo en la organización del Festival de Bayreuth.

Para obtener una entrada al festival, los interesados deben mandar una aplicación al teatro con un año de anterioridad, pero se especula que el tiempo de espera para que dicha aplicación sea aceptada es de diez años.

Aunque las entradas se reparten a manera de rifa, miembros de la Sociedad de Amigos de Bayreuth, donantes financieros y patrocinadores del teatro, tienen preferencia. En 2013, el festival ofreció vender entradas en internet para una de las óperas y se reportó que los boletos costaban entre 45 y 320 euros, y se habían acabado en cuestión de segundos.

Quienes obtuvieron una entrada podrán ver este año a Katharina Wagner, tataranieta del compositor, quien pondrá en escena el drama de “Tristán e Isolda”. (I)

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