Enrique Serna gana el Premio Xavier Villaurrutia por El vendedor de silencios
El escritor mexicano Enrique Serna (CDMX, 1959) es autor de la novela El vendedor de silencios, por la cual ha sido galardonado con el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores 2019.
Otorgado por la Secretaría de Cultura de la capital mexicana, a través de la Coordinación Nacional de Literatura del INBAL, y la Sociedad Alfonsina Internacional, el acta del jurado señala que la novela está escrita con pasión y sabiduría.
Catalogada como picaresca, la historia gira alrededor de la vida del periodista Carlos Denegri (1910-1970). “Salida de la pluma –o la laptop– de un autor caracterizado por su implacable ironía y su valiente voluntad estilística, virtudes que lo convierten en uno de los narradores imprescindibles de nuestro tiempo”, consta en el acta.
El jurado estuvo integrado por Marianne Toussaint, Felipe Garrido y Vicente Quirarte, quienes han resaltado el valor de la obra en la hitoria y literatura del México contemporáneo: “El asunto histórico corresponde a tiempos próximos al nuestro, transformados en su novela en materia literaria gracias al brío de su discurso narrativo, la verosimilitud de personajes y situaciones, la velocidad de su prosa y su empeño en no dejar nada al azar, en atar todos los cabos”.
Serna, que también ha escrito cuentos y ensayos, había ganado el Premio Excelencia en las Letras “José Emilio Pacheco”, que entrega la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Pero la emergencia sanitaria evitó que se hiciera la ceremonia oficial de entrega del reconocimiento, en la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey).
Es autor de Genealogía de la soberbia intelectual, Señorita México, Las caricaturas me hacen llorar y Uno soñaba que era rey. Recibirá el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores que consistente en un diploma y 500 mil pesos mexicanos ($ 22.200).
En su última columna –publicada en la revista Eme Equis con el título “Estatuas Caídas, racismo incólume”–, Serna escribió en contra del racismo. Sostiene que es más difícil derribar prejuicios que estatuas y que “el delirio de superioridad racial es un autoengaño nacido del temor a la tribu ajena”. Todo en medio del debate sobre las efigies de figuras históricas de personajes que fueron esclavistas y que han sido destruidas en distintas ciudades de Estados Unidos y Europa. (I)
