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Los Intelectuales han llegado al poder junto a activistas y un exguerrillero que cambió paradigmas

En política, el discurso crítico sirve para sobreponerse a la crisis

La despenalización del aborto y su legislación frente al uso de la marihuana caracterizan al Gobierno uruguayo. Foto: Internet
La despenalización del aborto y su legislación frente al uso de la marihuana caracterizan al Gobierno uruguayo. Foto: Internet
06 de enero de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

En la mitad del siglo pasado, el filósofo existencialista francés Jean-Paul Sartre escribió una frase lapidaria al inicio de La república del silencio: “Jamás fuimos tan libres como bajo la ocupación alemana”.

El siglo de las libertades individuales, el de las instituciones erigidas sobre los vestigios de la barbarie, era también el de la opresión más sutil, el del conformismo extendido y la ausencia de oportunidades. Para cuando Sartre desapareció, en 1980, al mundo le sobrevino una década en que los países que conformaban ‘la periferia’ (exteriores del núcleo del desarrollo que no participaban de las ganancias financieras que generaban) se integraban, al menos desde el discurso dominante, en el círculo de la libertad del mercado.

El neoliberalismo sentó las bases de un sistema que contradecía la teoría perentoria del pensador Francis Fukuyama, pese a las revueltas sociales que generó la desigualdad global en los “países en vías de desarrollo” que buscaron soluciones propias antes de la crisis europea y estadounidense.

En la actualidad, a 3 lustros del cambio de siglo, y en medio de una apreciación del dólar que parece llevar al presidente Barack Obama al podio inusitado de un líder que sorteó los embates de potencias crecientes como Rusia y China, en territorio de lo que antes se conocía como periferias, surgen propuestas políticas que se sostienen desde una ruptura discursiva o, al menos, desde una distinción frente a las clases políticas dominantes.

España, por ejemplo, sin superar la crisis económica que permeó el estilo de vida de una sólida clase media hasta sumirla en la crisis política y social —¿existencial?—, ve surgir la propuesta de Pablo Iglesias, líder de Podemos, quien reta de forma directa al actual mandatario, Mariano Rajoy. Iglesias, profesor de Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, con 36 años, lleva 12 meses intentando convertir las expectativas de sus seguidores en una rampa para sorprender a sus adversarios políticos. No en vano integra a la serie Juego de tronos, el ajedrez, al baloncesto y hasta el rock en sus charlas, con la habilidad de quien sabe innovar en un juego en el que los movimientos inesperados se apoderan de las mejores cartas, más aún frente a la crisis que deja en el paro a familias enteras que apenas se recuperan del remezón que significó la expropiación masiva de sus haberes.

Pero la atención que acapara Iglesias va más allá de su simpatía mediatizada. Tiene sus raíces en movimientos sociales y la Izquierda Unida —formación de la que fue asesor— que, de alguna manera, lo avalan en sus aspiraciones políticas frente a los dos partidos tradicionales del Estado español.

Esa experiencia no debe soslayarse, pues en esta época suele dar el giro en los altos cargos, más aún si se trata de una militancia como la de José Mujica en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros cuya clandestinidad en la década del setenta no le ha impedido legitimarse desde 2010 con la aprobación de leyes que Uruguay, siendo un país latinoamericano, quizá no imaginó siquiera en el neoliberalismo.

Siguiendo con la impronta de intelectuales heterodoxos en medio de la crisis, el Parlamento Europeo tiene al diputado Daniel Cohn-Bendit, quien recientemente hizo pública su ruptura con el partido ecologista francés por el rechazo de la formación al tratado europeo relativo al pacto fiscal. Cohn-Bendit escribió, junto al sociólogo Ulrich Beck, el manifiesto titulado ‘¡Somos Europa!’, en el que abogaba por un voluntariado de un año en Europa para gente de todas las edades, una muestra de que la crisis actual, nada comparable a la de la ocupación, también tiene anhelos libertarios.

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