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El poeta que da sabor a la memoria y a las letras

El poeta que da sabor a la memoria y a las letras
11 de febrero de 2013 - 00:00

En medio de una agitada semana electoral y después de una tregua con frío de Quito, el pasado jueves por la noche, en el Centro Cultural Benjamín Carrión se efectuó la incorporación del escritor Julio Pazos Barrera como Miembro de Número a la Academia Ecuatoriana de la Lengua (AEL), que es la segunda de las academias americanas establecida en Quito en 1874, y por cuyos sillones han pasado presidentes y vicepresidentes de la República, reconocidos escritores,  lingüistas, cardenales, arzobispos y hasta un santo, el hermano Miguel.

En el evento participaron varios miembros de la AEL, entre ellos: Hernán Rodríguez, Juan Valdano Morejón, Claudio Mena Villamar, Susana Cordero de Espinosa, quienes actualmente forman parte de la Junta Directiva de la institución.    

Con la disertación “Poesía lírica del Ecuador: Tiempo-Espacio”,  la parsimoniosa voz de  Pazos inundó el salón del Centro Cultural con un recorrido por la creación poética y el aporte a la cultura de varios escritores del país, como Humberto Vinueza, Jorge Carrera Andrade, Jorge Enrique Adoum, Iván Carvajal, Miguel Donoso Pareja y otros.  

Julio Pazos nació  en Baños, de la provincia de Tungurahua, en 1944. Autor de una vasta  producción literaria que lo sitúa  como una de las figuras destacadas y consultadas de la lírica ecuatoriana contemporánea, ha sido reconocido con varios premios nacionales e  internacionales, de los que destacan el Aurelio Espinosa Pólit en 1979, el Premio Casa de las Américas otorgado en 1982 en  la isla de Cuba por su  colección de poemas “Levantamiento del país con textos libres”, el Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade por “Mujeres” en 1988 y en 2010 recibió el Premio Nacional Eugenio Espejo en actividades literarias.

Además de ser un incansable escritor y lector, Pazos trabajó como profesor de   literatura en la Universidad Católica, de la cual fue   alumno. Ha sido invitado a varios centros académicos en el extranjero  para dictar cursos de narrativa hispanoamericana. Su relación con la literatura está íntimamente trastocada  con su pasión por la cocina. De los aromas, historia  y texturas de los alimentos  se nutre la mayoría de su trabajo poético. También ha representado al país en el comité de cocina regional andina, que se reúne cada dos años en diferentes territorios de Latinoamérica.

Entre las obras que componen su universo literario están: “Plegaria azul” (1963), “Prendas tan queridas las palabras entregadas al vuelo” (1974), “La ciudad de las visiones”  (1980), “ Contienda entre la vida y la muerte o Personajes volando en un lienzo” (1985), “Días de pesares y delirios” ( 2001).  Además, consta en las antologías: Lírica ecuatoriana contemporánea (1979), Palabras y contrastes: antología de la nueva poesía ecuatoriana (1984), Cinco poetas de los 70 (1987), Poesía viva del Ecuador (1990), La palabra perdurable (1991) y Erotismo (1994).

Susana Cordero, subdirectora de la AEL, señala que “el ingreso de uno de los poetas actuales más significativos del Ecuador es primordial y significativo para una corporación como la AEL. Es un investigador que aporta al conocimiento de lo popular con enorme eficacia;  trabajador y generoso con su tiempo, su presencia será un aporte significativo para los trabajos lexicográficos y lingüísticos de la Academia. Su prestigio añade prestigio a nuestra institución”.

Asimismo, Julio Pazos mantiene un estrecho vínculo con la crítica y los estudios literarios, que lo han llevado  a investigar la tradición poética ecuatoriana de los últimos sesenta  años, para señalar  que desde los cincuenta emerge una producción de lo que podría denominarse poesía contemporánea, que se inició con el género lírico y con dos importantes poetas: César Dávila  Andrade y Jorge Enrique Adoum, aunque la lista de autores que describe es más amplia:  Efraín Jara  Idrovo, Edgar Ramírez, Hugo Salazar, Eugenio Moreno, Jacinto  Cordero,  Francisco  Tobar,  David  Ledesma, Ileana Espinel,  Filoteo Samaniego, Francisco Granizo...”.

El aporte fundamental de la escritura de Julio Pazos en la poesía lírica ecuatoriana, para Susana Cordero, es que logró devolver el “ valor a lo popular: su aprecio de lo cotidiano, de las pequeñas historias insignificantes para tantos, cuya esencia él sabe encontrar.   Parece que hubiese nacido con una vocación particular por dar valor a las cosas; en  Julio el Ecuador pequeño, oculto, el de la vida cotidiana, tiene un espejo excepcional, y la patria se ha revalorizado en sus poemas, lo cual no excluye que otros grandes poetas ecuatorianos hayan aportado significativamente a nuestro conocimiento de nosotros mismos. Sería una pena que en los colegios y escuelas no se leyera su poesía, no se enseñara a los niños a sensibilizarse a base de sus bellísimas imágenes, de su idioma limpio, de su forma de devolvernos y elevar en nosotros el sentido de patria”.

 Así, el poeta baneño brinda una poesía cargada de memorias, tradiciones, saberes y haceres populares, imágenes poéticas cargadas de olores y formas de la tierra, del pan, de los higos.

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