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Entrevista / Carlos ‘Cacho’ Gallegos / Actor, pedagogo y director de teatro

“El espectador es la cámara en el teatro”

Foto: Cortesía del Artista
Foto: Cortesía del Artista
26 de mayo de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

Pese a haber escrito e interpretado 3 monólogos distintos, el actor cuencano Carlos Gallegos afirma que todavía no ha encontrado un método para crearlos. Sin embargo, está estructurando, ‘poco a poco’, un taller de la “soledad”.

Le interesa el género y sabe que muchos actores quieren estar solos sobre las tablas, “desarrollando el universo del personaje, que en el fondo es el del actor, y valorando los elementos no humanos que componen una escena: música, luz, espacio, objetos y tiempo...”.

En el teatro, las historias pueden surgir de cosas tan rutinarias como la visita a una panadería, el inicio del monólogo Barrio Caleidoscopio (Quartier Kaléidoscope, en francés).

¿De qué manera logra hilvanar un relato intimista -e introspectivo- al permanecer sentado durante la mayor parte de la función?

La silla y la inmovilidad fueron los primeros elementos determinados en la puesta en escena, incluso antes de que exista el texto. La silla determina la fatal imposibilidad de salir de Alfonsito (protagonista). Es su cárcel y, al mismo tiempo, es su trono. Él gobierna dentro de su soledad y ese objeto es su nave hacia la imaginación infinita.

El relato gana en intimidad debido a la inmovilidad sobre la silla. El ojo del espectador se centra cada vez más en el rostro, las manos y los gestos del personaje. Al no haber relación con el espacio, gracias al movimiento, es el ojo del espectador el que crea ese movimiento en su mente basándose en lo que Alfonsito cuenta. Se hilvana la historia por su estructura dramatúrgica, pero la intimidad se crea por la falta de elementos externos al actor.

La idea inicial del monólogo surgió a través de un diálogo en que un tipo le pedía a otro que le comprara un tigre ‘bien mala gente’ en una farmacia. ¿Qué papel juega el absurdo en su obra, cómo la estructura?

Mi afición por el absurdo -estoy seguro- es una herencia de varias fuentes: el clown, los dibujos animados de la Warner Bros. y de dramaturgos como Samuel Beckett o Eugène Ionesco...

Barrio Caleidoscopio, sin embargo, en su base, no es una historia absurda. Un tipo va a comprar un pan, lo hace y vuelve a casa. No hay nada de absurdo. Es la visión que este tipo (Alfonsito) tiene de este acto cotidiano lo que es absurdo.

En Barrio Caleidoscopio lo absurdo se fue inmiscuyendo desde la mirada de Alfonsito. Es una perspectiva absurda más que una estructura absurda.

El papel del absurdo es muy fuerte en mis dos últimas obras (Plush y la que nos ocupa) ya se sostienen, entre otras cosas, en este tipo de visión del mundo.

¿Qué diferencia hay entre conmover a un público con la ayuda de un elenco, a través del clown y/o en la soledad de un monólogo?

La cuestión sería saber cómo se llega al público desde el teatro y desde el clown, ya sea en monólogos o en teatro de grupo.

En el teatro, el espectador presencia un acto que sucede dentro del tiempo-espacio de los actores. Los mira a través de una pared invisible. En el clown también, con la diferencia de que ahí se trabaja, simultáneamente, en el espacio-tiempo presente. Es decir, que se está en la ficción pero se actúa con lo que sucede en ese momento en la sala de teatro, en relación con los espectadores.

El protagonista de la película Prometeo Deportado que usted encarnó puede sintetizar la vida de un actor, de un ilusionista. ¿Se siente identificado con él por su oficio?, ¿qué enseñanza le dejó esa interpretación?

Me identifiqué en varios aspectos: el arte escénico -con la diferencia que él es mago y yo actor- y el viaje -en ese momento estaba en plena gira de la obra La vuelta al mundo en 80 meses-.

Actuar en la película de (Fernando) Mieles me hizo buscar más sutilidad al momento de actuar en el escenario. Comprendí que, así como la cámara capta la emoción sin necesidad de que el actor la imponga al espectador, el ojo del espectador se acerca mucho a la emoción del actor de teatro. El espectador de teatro también funge de cámara de cine, de forma inconsciente: hace primeros planos, abiertos, zooms y otros. (I)

Datos

Carlos Gallegos fundó la compañía ‘Teatro de la Vuelta’. Estudió dramaturgia en las escuelas Malayerba y Cronopio (Ecuador), Jacques Lecoq y Le Samovar (Francia).

Es director desde 2007. Ha puesto en escena 18 obras de teatro, clown, teatro gestual y danza contemporánea para artistas de América y Europa. En algunos montajes colaboró incluso como dramaturgo.

Fue profesor de zancos, clown, expresión corporal, actuación y dirección en Cuba, Francia, España, Camboya, Costa Rica, Uruguay y Ecuador. Planea estructurar el ‘Taller de la soledad’ para monologuistas.

Protagoniza Barrio Caleidoscopio, obra en que la escenógrafa y vestuarista cuencana Vicky Cordero tiene un papel trascendental tras bastidores. Desde fines de este mes, y hasta septiembre, se dará su gira nacional.

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