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ENTREVISTA / PILAR ESTRADA / NUEVA DIRECTORA DEL CENTRO CULTURAL METROPOLITANO DE QUITO

"El arte genera un acercamiento que rebasa la superficie estética"

"El arte genera un acercamiento que rebasa la superficie estética"
Miguel Castro / El Telégrafo
22 de febrero de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Pilar Estrada dirigió entre 2009 y 2010 el Museo Municipal de Guayaquil, integró el equipo del proyecto del Museo de Arte Antropológico y Contemporáneo (MAAC) y, desde hace 5 años, encabeza la galería privada de arte contemporáneo NoMíNIMO. Ahora, Estrada regresa a la función pública, esta vez en Quito, como directora del Centro Cultural Metropolitano (CCM). NoMíNIMO, por su parte, empezará un proceso de transición en el que le toca delegar funciones.

Has establecido vínculos entre Quito y Guayaquil con tu trabajo en NoMíNIMO. ¿Son lugares con diferentes lógicas?

Más que como NoMíNIMO, a nivel profesional he generado dinámicas entre Quito y Guayaquil. NoMíNIMO tiene 5 años y yo 15 trabajando en arte. Mi labor principal en el equipo de investigación del MAAC fue recopilar las imágenes de obras de arte contemporáneo de todo Ecuador desde los setenta hasta 2004, cuando renuncié. Ahí conocí a muchos artistas y gente de Quito y Cuenca, y también empezó mi relación con las otras ciudades en el ámbito cultural que con NoMíNIMO he mantenido.
Veo una diferencia en que en Quito la institucionalidad está más establecida, en Guayaquil las iniciativas privadas han sido las que han marcado las pautas en mayor medida.

¿Cuáles son tus expectativas al dirigir al CCM, cómo te has vinculado previamente a la institución?

El CCM tiene un gran público, su ubicación lo convierte en un imán. Espero que generemos propuestas diversas y de una altísima calidad para cautivar a ese público desde un pensamiento contemporáneo. Buscamos revitalizarlo, hacerlo sentir más propio de quienes transitan por él. Lograr una mediación que permita mirar, reflexionar y cuestionar desde el presente, involucrando más activamente a ese público. Y que ese público luego no sea ocasional, sino habitual.

¿Qué va a pasar con NoMíNIMO?

Va a seguir funcionando como lo ha hecho hasta hoy. Su programación está lista hasta enero de 2017 y se está definiendo la agenda de cursos y talleres que empezarán en abril. Sin embargo, a nivel personal, tengo que pasar por una etapa de transición para tomar distancia de la dirección del espacio, delegar cuestiones administrativas, de coordinación y preparar a alguien que realice el trabajo que hago, en especial en encuentros internacionales.

El arte contemporáneo recibe actualmente muchas críticas por sus dinámicas y planteamientos ¿Qué necesita el sector para fortalecerse con el público en cuanto a sus políticas?

Quizá el arte contemporáneo sigue siendo el más distante de los amplios públicos, o tal vez el que localmente menos herramientas ha conseguido para llegar a él. Debe haber culpas de parte y parte, porque a pesar de que los artistas han producido obras y proyectos muy potentes en los últimos años, las instituciones públicas tienen una deuda enorme con el sector que no ha sabido saldar; por otro lado, como actores culturales, no hemos sido capaces de generar un acercamiento mayor de públicos. A la vez se evidencia una falta de curiosidad de un público que demuestra un conformismo de recibir lo fácil, lo más digerido, lo cool, aun lo relamido.

El arte contemporáneo exige productores, gestores y receptores/interlocutores reflexivos y críticos en consonancia con su tiempo. El arte no está hecho para que se paren al frente y digan “qué lindo”, sino para que se genere un acercamiento que rebasa la superficie estética en pos de un acercamiento intelectual y sensible, y eso es sumamente complicado con receptores que aun cuando hablas de arte te siguen preguntando por pintura, como si esto fuera el único hecho artístico posible. Esta predominancia de la pintura es una tara que se autolegitima con propuestas que son recibidas con los brazos abiertos por un pseudomercado de arte que sigue colgando paisajes y bodegones relamidos en sus paredes, y que no han descubierto la extrema brecha entre la decoración y el arte.

¿Cómo se pueden empatar esas necesidades con una política pública, como la Ley de Cultura?

La Ley de Cultura es necesarísima y debe ser un paraguas para todas las artes. No la conozco porque no se ha socializado, pero tengo un par de ideas que puedo compartir. Ahora se produce arte de formas muy variadas, pero pensar una Ley de Cultura es pensar no solo en presente sino a futuro, no solo desde este momento/gobierno o el que vendrá inmediatamente después. Esa ley debe tener la facultad de ser adaptable a nuevas condiciones de producción, difusión y compresión de las manifestaciones artísticas y culturales que vendrán. Exige visión de parte de sus creadores.

Creo que una de las cosas más importantes de establecer es que los artistas y actores culturales deben contar con condiciones de seguridad social como cualquier trabajador. Así mismo deben saber que esa ley ampara su libertad creadora, así como la capacidad de desarrollarla y visibilizarla. Jamás debe ser una ley politizada. El arte es político naturalmente y su mayor necesidad reside en existir y no ser coartada por ningún poder dominante.

Una Ley de Cultura debe contar con incisos que determinen el apoyo del sector privado al sector cultural. Ese es un punto clave que ha llevado a otros países latinoamericanos a potenciar sus propuestas culturales. El apoyo del Estado siempre dependerá de sus arcas, y ya hemos palpado cómo esos proyectos son sostenibles solo mientras la economía marche bien.

Antes había más crítica de parte de los artistas, al menos en Guayaquil, en cuanto a lo que faltaba en los espacios públicos como el Museo Municipal o el MAAC pero ya se dice y hace poco, ¿por qué?

Sí, no tengo una respuesta. Hay una apatía triste y cierta comodidad que no veía antes. Muchos simplemente nos pusimos a trabajar pensando en compensar los vacíos. Cuando empecé a trabajar en arte a principios de 2000 había una efervescencia, gente pujante, te dabas cuenta de un interés real por crear, cierta unidad por hacer cosas que importaran y eso es lo que siento que ha bajado. A pesar de que ahora hay más experiencia, la gente tiene más escuela y hace buenas obras, pero se perdió esa necesidad de tomarse los espacios, de reflexionar desde donde se crea.

¿Por qué?

Quizá se da cuando creces en ese medio de esa forma. Es decir, a los que nos ‘quitaron’ el MAAC Cine lo extrañamos, a los que nos quitaron el MAAC como se pensó en un inicio lo extrañamos y sabemos cómo hubiera cambiado la cultura local si el proyecto original se hubiera mantenido. Los que vivimos la supervivencia del ITAE lo sabemos. No sé si los artistas más jóvenes que han nacido en la profesión sin otras expectativas de esos espacios y no sienten que les han quitado nada, no exigen porque no conocieron esas posibilidades. Te quejas solo desde donde te paras, sin pensar históricamente o a futuro. Eso no nos ha permitido tomarnos los espacios y exigir de ellos lo que necesitamos y lo que nos deben como ciudadanos y actores culturales.

¿El hecho de que en lo más nuevo se perciba una producción menos crítica por el momento que se vive tiene que ver con que algunos artistas han querido distanciarse de un proceso político actual?

Algunos. Cada artista tiene sus espacios de intereses y pensamiento y eso va a forzar a crear de una u otra forma, no hay mejor plataforma que la libertad, mientras más te exige el medio, más condiciones tienes para tomar. Creo que un momento como este es superimportante la reflexión política en el arte y a mí sí me sorprende que no haya una mayor reflexión desde las artes sobre lo que está pasando en la política.

¿Hay algún tipo de mercado que orienta la tendencia de trabajo de los artistas a nivel local?

No y ojalá nunca sea así. El mercado por el mercado, en general, destruye la proyección artística. Los 5 años que he trabajado en NoMíNIMO, que es desde donde he vivido de cerca el “mercado” nacional del arte, y también el internacional, me ha demostrado que los artistas comprometidos no dejan que eso sea un aliciente. En mi caso, para ir a ferias, parto de las conversaciones con los artistas y siempre tienen que ver con no mostrar nada con lo que no se sientan completamente satisfechos, que no dejen de producir lo que de verdad quieren hacer, que no se dejen llevar por ese mercado. Creo que por ese compromiso es que hemos podido alcanzar una visibilidad y un nombre internacional.

Quizá en algunos casos he percibido en ciertos artistas más jóvenes un deseo de encajar en un mercado, pero ojalá mientras vayan madurando lo que rija su producción sean sus verdaderos intereses sensibles, humanos, políticos y sociales. Sino, la escena se va para el traste.

La realidad es que en Ecuador no existe un mercado del arte. Sí hay un intento incipiente de coleccionismo joven de arte contemporáneo, pero es un espacio en formación del que ya se ven resultados, pero que falta mucho. Una colección no es una acumulación de obras, es un criterio de juntar piezas que signifiquen algo, que hablen de algo. (I)

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